OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

viernes, 3 de agosto de 2012

LA VOZ DE UN PROFETA

«Y por si nos faltara algo, ese siglo que nos legó el liberalismo, y con él los partidos del Parlamento, nos dejó también esta herencia de la lucha de clases. Porque el liberalismo económico dijo que todos los hombres estaban en condiciones de trabajar como quisieran: se había terminado la esclavitud; ya, a los obreros no se los manejaba a palos; pero como los obreros no tenían para comer sino lo que se les diera, como los obreros estaban desasistidos, inermes frente al poder del capitalismo, era el capitalismo el que señalaba las condiciones, y los obreros tenían que aceptar estas condiciones o resignarse a morir de hambre. Así se vio cómo el liberalismo, mientras escribía maravillosas declaraciones de derechos en un papel que apenas leía nadie, entre otras causas porque al pueblo ni siquiera se le enseñaba a leer; mientras el liberalismo escribía esas declaraciones, nos hizo asistir al espectáculo más inhumano que se haya presenciado nunca: en las mejores ciudades de Europa, en las capitales de Estados con instituciones liberales más finas, se hacinaban seres humanos, hermanos nuestros, en casas informes, negras, rojas, horripilantes, aprisionados entre la miseria y la tuberculosis y la anemia de los niños hambrientos, y recibiendo de cuando en cuando el sarcasmo de que se les dijera como eran libres y, además, soberanos.»

(Discurso pronunciado en el Teatro Calderón, de Valladolid, el día 4 de marzo de 1934)

«Por último, otra de las ventajas del libre cambio, de la economía liberal, consistía en estimular la concurrencia. Se decía: compitiendo en el mercado libre todos los productores, cada vez se irán perfeccionando los productos y cada vez será mejor la situación de aquellos que los compran. Pues bien: el gran capitalismo ha eliminado automáticamente la concurrencia al poner la producción en manos de unas cuantas entidades poderosas.
Y vienen todos los resultados que hemos conocido: la crisis la paralización, el cierre de las fábricas, el desfile inmenso de proletarios sin tarea, la guerra europea, los días de la posguerra... Y el hombre que aspiró a vivir dentro de una economía y una política liberales, dentro de un principio liberal, que llenaba de sustancia y dé optimismo a una política y a una economía, vino a encontrarse reducido a esta cualidad terrible: antes era artesano, pequeño productor, miembro de una corporación acaso dotada de privilegios, vecino de un Municipio fuerte; ya no es nada de eso. Al hombre se le ha ido librando de todos sus atributos, se le ha ido dejando químicamente puro en su condición de individuo; ya no tiene nada; tiene el día y la noche; no tiene ni un pedazo de tierra donde poner los pies, ni una casa donde cobijarse; la antigua ciudadanía completa, humana, íntegra, llena, se ha quedado reducida a estas dos cosas desoladoras: un número en las listas electorales y un número en las colas a las puertas de las fábricas.»

(Conferencia pronunciada en el Círculo Mercantil de Madrid el 9 de abril de 1935)

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