OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

domingo, 30 de junio de 2013

AL FINALIZAR EL MES DE JUNIO...


Dios mío, Dios mío
acércate a mí;
que yo ya no puedo
vivir más sin Ti.

Arrullos de amores
del alma salid;
suspiros de fuego
al cielo subid.

Quien dará a mi pecho
como el alhelí
rocío que apague
la sé que hay en mí.

Beber en tu cáliz
al mundo es morir,
y morir al mundo
el dulce vivir.

Hoy día Dios mío,
te dignas abrir,
la fuente dichosa
en que he de vivir.

A Ti voy, Dios mío
pues vienes a mí
dichosas las almas
que viven en Ti.

Palomas del valle
volad venid;
de vida a la fuente
de amor a la vid.

Feliz la criatura
que siente hoy en sí,
mayor sed de amores
al llegarse a Ti.

Dios mío, Dios mío
acércate a mí
paloma sedienta
que vuela hacia Ti.

sábado, 29 de junio de 2013

DECLARACIÓN CON OCASIÓN DEL XXVº ANIVERSARIO DE LAS CONSAGRACIONES EPISCOPALES

DECLARACIÓN CON OCASIÓN DEL
XXVº ANIVERSARIO DE LAS CONSAGRACIONES EPISCOPALES

(30 de junio de 1988 – 27 de junio de 2013)

Aniversario de una fecha histórica para la Iglesia: ¡la lucha por la fe continúa!
1. Con ocasión del XXVº aniversario de las consagraciones, los obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X expresan solemnemente su gratitud a Mons. Marcel Lefebvre y a Mons. Antonio de Castro Mayer por el acto heroico que realizaron el 30 de junio de 1988. En particular quieren manifestar su gratitud filial a su venerado fundador, quien, después de tantos años de servicio a la Iglesia y al Romano Pontífice, no dudó en sufrir la injusta acusación de desobediencia para salvaguardar la fe y el sacerdocio católicos.

2. En la carta que nos dirigió antes de las consagraciones, escribía: “Os conjuro a que permanezcáis unidos a la Sede de Pedro, a la Iglesia romana, Madre y Maestra de todas las Iglesias, en la fe católica íntegra, expresada en los Símbolos de la fe, en el catecismo del Concilio de Trento, conforme a lo que os ha sido enseñado en vuestro seminario. Permaneced fieles en la transmisión de esta fe para que venga a nosotros el Reino de Nuestro Señor.”Esta frase expresa la razón profunda del acto que habría de realizar: “para que venga a nosotros el Reino de Nuestro Señor”, adveniat regnum tuum!

3. Siguiendo a Mons. Lefebvre, afirmamos que la causa de los graves errores que están demoliendo la Iglesia no reside en una mala interpretación de los textos conciliares —una “hermenéutica de la ruptura” que se opondría a una“hermenéutica de la reforma en la continuidad”—, sino en los textos mismos, a causa de la inaudita línea escogida por el concilio Vaticano II. Esta línea se manifiesta en sus documentos y en su espíritu: frente al “humanismo laico y profano”, frente a la “religión (pues se trata de una religión) del hombre que se hace Dios”, la Iglesia, única poseedora de la Revelación “del Dios que se hizo hombre” quiso manifestar su “nuevo humanismo” diciendo al mundo moderno: “nosotros también, más que nadie, tenemos el culto del hombre” (Pablo VI, Discurso de clausura, 7 de diciembre de 1965). Mas esta coexistencia del culto de Dios y del culto del hombre se opone radicalmente a la fe católica, que nos enseña a dar el culto supremo y el primado exclusivo al solo Dios verdadero y a su único Hijo, Jesucristo, en quien“habita corporalmente la plenitud de la divinidad” (Col. 2, 9).

4. Nos vemos obligados a comprobar que este Concilio atípico, que solo quiso ser pastoral y no dogmático, ha inaugurado un nuevo tipo de magisterio, desconocido hasta entonces en la Iglesia, sin raíces en la Tradición; un magisterio empeñado en conciliar la doctrina católica con las ideas liberales; un magisterio imbuido de los principios modernistas del subjetivismo, del inmanentismo y en perpetua evolución según el falso concepto de tradición viva, viciando la naturaleza, el contenido, la función y el ejercicio del magisterio eclesiástico.

5. A partir de ahí, el reino de Cristo deja de ser el empeño de las autoridades eclesiásticas, aunque estas palabras de Jesucristo: “todo poder me ha sido dado sobre la tierra y en el cielo” (Mt. 28, 18) siguen siendo una verdad y una realidad absolutas. Negarlas en los hechos significa dejar de reconocer en la práctica la divinidad de Nuestro Señor. Así, a causa del Concilio, la realeza de Cristo sobre las sociedades humanas es simplemente ignorada, o combatida, y la Iglesia es arrastrada por este espíritu liberal que se manifiesta especialmente en la libertad religiosa, el ecumenismo, la colegialidad y la nueva misa. 

6. La libertad religiosa expuesta por Dignitatis humanae, y su aplicación práctica desde hace cincuenta años, conducen lógicamente a pedir al Dios hecho hombre que renuncie a reinar sobre el hombre que se hace Dios, lo que equivale a disolver a Cristo. En lugar de una conducta inspirada por una fe sólida en el poder real de Nuestro Señor Jesucristo, vemos a la Iglesia vergonzosamente guiada por la prudencia humana, y dudando tanto de ella misma que ya no pide a los Estados sino lo que las logias masónicas han querido concederle: el derecho común, en el mismo rango y entre las otras religiones que ya no osa llamar falsas. 

7. En nombre de un ecumenismo omnipresente (Unitatis redintegratio) y de un vano diálogo interreligioso (Nostra Aetate), la verdad sobre la única Iglesia es silenciada; de igual modo, una gran parte de los pastores y de los fieles, no viendo más en Nuestro Señor y en la Iglesia católica la única vía de salvación, han renunciado a convertir a los adeptos de las falsas religiones, dejándolos en la ignorancia de la única Verdad. Este ecumenismo ha dado muerte, literalmente, al espíritu misionero con la búsqueda de una falsa unidad, reduciendo muy a menudo la misión de la Iglesia a la transmisión de un mensaje de paz puramente terreno y a un papel humanitario de alivio de la miseria en el mundo, poniéndose así a la zaga de las organizaciones internacionales.

8. El debilitamiento de la fe en la divinidad de Nuestro Señor favorece una disolución de la unidad de la autoridad en la Iglesia, introduciendo un espíritu colegial, igualitario y democrático (cf. Lumen Gentium). Cristo ya no es la cabeza de la cual todo proviene, en particular el ejercicio de la autoridad. El Romano Pontífice, que ya no ejerce de hecho la plenitud de su autoridad, así como los obispos, que —contrariamente a las enseñanzas del Vaticano I— creen poder compartir colegialmente de manera habitual la plenitud del poder supremo, se colocan en lo sucesivo, con los sacerdotes, a la escucha y en pos del “pueblo de Dios”, nuevo soberano. Es la destrucción de la autoridad y en consecuencia la ruina de las instituciones cristianas: familias, seminarios, institutos religiosos. 

9. La nueva misa, promulgada en 1969, debilita la afirmación del reino de Cristo por la Cruz (“regnavit a ligno Deus”).En efecto, su rito mismo atenúa y obscurece la naturaleza sacrificial y propiciatoria del sacrificio eucarístico. Subyace en este nuevo rito la nueva y falsa teología del misterio pascual. Ambos destruyen la espiritualidad católica fundada sobre el sacrificio de Nuestro Señor en el Calvario. Esta misa está penetrada de un espíritu ecuménico y protestante, democrático y humanista que ignora el sacrificio de la Cruz. Ilustra también la nueva concepción del “sacerdocio común de los bautizados” en detrimento del sacerdocio sacramental del presbítero.

10. Cincuenta años después del concilio, las causas permanecen y siguen produciendo los mismos efectos, de suerte que hoy aquellas consagraciones episcopales conservan toda su razón de ser. El amor por la Iglesia guió a Mons. Lefebvre y guía a sus hijos. El mismo deseo de “transmitir el sacerdocio católico en toda su pureza doctrinal y su caridad misionera” (Mons. Lefebvre, Itinerario espiritual) anima a la Fraternidad San Pío X en el servicio de la Iglesia, cuando pide con instancia a las autoridades romanas que reasuman el tesoro de la Tradición doctrinal, moral y litúrgica. 

11. Este amor por la Iglesia explica la regla que Mons. Lefebvre siempre observó: seguir a la Providencia en todo momento, sin jamás pretender anticiparla. Entendemos que así lo hacemos, sea que Roma regrese de modo rápido a la Tradición y a la fe de siempre —lo que restablecerá el orden en la Iglesia—, sea que se nos reconozca explícitamente el derecho de profesar de manera íntegra la fe y de rechazar los errores que le son contrarios, con el derecho y el deber de oponernos públicamente a los errores y a sus fautores, sean quienes fueren – lo que permitirá un comienzo de restablecimiento del orden. A la espera, y frente a esta crisis que continúa sus estragos en la Iglesia, perseveramos en la defensa de la Tradición católica y nuestra esperanza permanece íntegra, pues sabemos con fe cierta que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16, 18).

12. Entendemos, así, seguir la exhortación de nuestro querido y venerado padre en el episcopado: “Queridos amigos, sed mi consuelo en Cristo, permaneced fuertes en la fe, fieles al verdadero sacrificio de la misa, al verdadero y santo sacerdocio de Nuestro Señor, para el triunfo y la gloria de Jesús en el cielo y en la tierra” (Carta a los obispos). Que la Santísima Trinidad, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, nos conceda la gracia de la fidelidad al episcopado que hemos recibido y que queremos ejercer para honra de Dios, el triunfo de la Iglesia y la salvación de las almas. 

† Mons. Bernard Fellay
† Mons. Bernard Tissier de Mallerais
† Mons. Alfonso de Galarreta

Ecône, 27 de junio de 2013, en la fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

martes, 25 de junio de 2013

SOBRE EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

"Pues con su Sacrificio el Señor se aplaca, concede la gracia y el don de la penitencia, perdona los crímenes y los pecados por grandes que sean" (Concilio de Trento, de Sanctissimo Missae Sacrificio, sesión XXII, cap. 2)
"El Sacrificio de la Misa contribuye singularmente a la paz de la Iglesia: consigue gobernantes buenos y sabios para los pueblos; es útil ofrecerlo por los soldados, por los que navegan en el mar, por los enfermos y, en general, por todos los que están faltos de los bienes y de las comodidades de esta vida"

Tertuliano, ad Scapullan, cap. 2

martes, 18 de junio de 2013

SOBRE EL LIMBO DE LOS NIÑOS

Las madres que abortan voluntariamente, además de privar a su hijo de la vida temporal, le privan de la visión eterna de Dios
Sobre la visión de Dios añadimos que no siendo connatural al hombre, su privación no conlleva necesariamente el dolor de los sentidos y la pena de fuego. Por ello, los niños muertos sin el bautismo, aunque no serán admitidos a la visión de Dios, sin embargo gozarán de Dios en cierta medida porque lo conocerán por medio de la luz de su razón y lo amarán con amor tierno, como el autor de su ser y el dispensador de todos los bienes. La razón de esta doctrina se deriva de este gran principio: que el hombre, considerado en sí mismo y en el estado de naturaleza pura, diferente del hombre caído a consecuencia del pecado, tanto como difiere el que está desnudo de aquel que le ha despojado de sus insignias y de sus prerrogativas por un castigo y una degradación merecidos. Por consecuencia, todo hombre que tiene el uso de razón y de la libertad está predestinado a la vida eterna y posee realmente las aptitudes y lo medios para conseguir esta sublime recompensa. Si no la obtiene, sentirá un dolor enorme, habiendo perdido por su culpa el bien que debía ser su patrimonio y su corona; pero los niños muertos sin el bautismo no poseen el germen de la gloria; no han podido nunca entrever esta recompensa; su espíritu, que no ha sido iluminado por el bautismo, no posee ninguna disposición, ninguna aptitud que lo prepare para la visión de las cosas sobrenaturales, al igual que un animal no tiene capacidad de ser iluminado por las luces de la razón y de captar las verdades matemáticas y especulativas; es pues una inconsecuencia el admitir que sufrirán por la privación de un bien al que, por naturaleza, no estaban destinados. Estos niños muertos sin el bautismo no serán separados de Dios totalmente: estarán unidos a Él en el sentido de que alcanzarán su fin natural y verán a Dios en la medida que es posible verlo por la intermediación de los seres exteriores, en cuanto Él se revela a través de las maravillas y la armonía de la creación. ¡Preciosa doctrina que concilia a la vez la justicia y la bondad divinas, dulce consuelo para las madres cristianas que lloran a sus hijos muertos en un accidente de la naturaleza, sin ser regenerados por el sacramento de la Redención! *

Esta doctrina es perfectamente compatible con la del Concilio de Florencia, que repite textualmente las palabras del Concilio II de Lyon: Illorum autem animas, qui in tamen disparibus puniendas (las almas de aquellos que mueren en pecado mortal o solamente con el original, inmediatamente bajan al infierno, pero son castigadas con penas dispares)

1º La palabra Infierno debe entenderse genéricamente como lo que no es el cielo, y los niños no están en el cielo.

2º Los niños sólo sufren la pena de daño, la privación de Dios, pero no la de sentido. (Concilio Ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis, Bula Laetentur coeli, Denz. 693. Concilio II de Lyon, Dnz. 464)

Del libro “El fin del mundo y los misterios de la vida futura” de Charles Arminjon

domingo, 16 de junio de 2013

HIMNO COMPUESTO POR LOS 51 JÓVENES BEATOS CLARETIANOS DE BARBASTRO PARA CANTARLO MIENTRAS SE ACERCABAN AL MARTIRIO


"Jesús ya sabes, soy tu soldado siempre a tu lado yo he de luchar, contigo siempre y hasta que muera, una bandera y un ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Desde que mi alma, los lazos rotos, hizo sus votos ante tu altar, mi pecho siente sed infinita, mi mente agita gran ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
No me detengas en mi carrera, voy sin espera por Tí a luchar, que a nadie temo, nada me espanta pues me agiganta gran ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Si en el camino huestes malditas ¡atrás! me gritan ¡atrás, atrás! Si me disparan sangrientas balas, dárame alas y gran ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Si el enemigo sus fuerza agota y en mi derrota soñando está, sabré pararle su golpe rudo con el escudo de mi ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Pues ya lo sabes, soy tu soldado siempre a tu lado yo he de luchar, contigo siempre y hasta que muera una bandera y un ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Quizá en el campo, rotas las venas, sin sangre apenas me veas ¡ay! Mira aún entonces sobre mi frente resplandeciente ese ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Acaso me oigas sólo y tendido dar un quejido, mi postrer ¡ay! Jesús, entonces habré vencido, y habré cumplido con mi ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí Rey mío, la sangre dar.
Virgen María, Reina del Cielo, Dulce Consuelo dígnate a dar, cuando en la lucha tu fiel soldado caiga abrazado con su ideal.
¿Y qué ideal? Por Tí mi Reina, la sangre dar"

miércoles, 12 de junio de 2013

LA VOZ DE TRADICIÓN CATÓLICA (sobre las misiones)


Los hay que pretenden, y suelen ser frecuentes, que los misioneros, cuando llegan a una misión no tienen que predicar la religión a los infieles antes de darles por lo menos un mínimo nivel de vida. ¿De qué sirve, dicen, predicarles el Evangelio a personas que viven en un estado social, o incluso físico, totalmente deficiente? Pero este razonamiento es absurdo y diríamos que casi diabólico, porque es privar a esas personas y niños de lo más grato y hermoso que pueden recibir. En definitiva, es privarlos de aquello a lo que se pueden adaptar más rápido y quizás más fácilmente que las personas que tienen todo y que viven confortablemente. Cuando se les enseñaba el Evangelio y la fe, se podía ver como esos pueblos se hacían cristianos y se transformaban. Casi se podía leer en sus rostros quiénes eran cristianos y quiénes no. Los cristianos tenían un rostro apacible y radiante de paz, mientras que los demás solían tener temor y miedo, una especie de terror continuo a los espíritus que los rodeaban, siempre listos a hacer el mal, con un rostro que no reflejaba felicidad. El cristiano que se libera de las creencias paganas y que pone su esperanza en Dios tiene un rostro apacible, alegre y está en paz. Con estas evocaciones sólo deseo oponerme a esos falsos principios de los que pretenden que no se debe dar a Nuestro Señor Jesucristo a los que lo buscan, tienen necesidad de Él y lo esperan. La caridad no consiste en decir: tenemos que darles a estos pobres un nivel de vida más humano y después les predicaremos el Evangelio. La verdadera caridad consiste en darles en seguida lo esencial, es decir, el fundamento de su alegría, de su felicidad y de su transformación interior

Monseñor Marcel Lefebvre

martes, 11 de junio de 2013

¿QUÉ FUE EL CONCILIO VATICANO II? (según sus protagonistas)


El primero de ellos es el Cardenal belga Leo Józef Suenens, quien fue uno de los personajes más influyentes durante el desarrollo del Concilio Vaticano II.. Refiriéndose al concilio, Suenens declaró:

“El segundo Concilio Vaticano marcó el fin de una época, o incluso de varias épocas, dependiendo de la perspectiva histórica. Clausuró la era constantiniana, la era de la Cristiandad… la era de la Contra-Reforma y la era del Vaticano primero. En relación a aquel pasado, marcó un giro en la historia de la Iglesia… Fuimos testigos del fin de una época heredera de un largo pasado: desde Constantino (siglo IV) hasta el Concilio de Trento (siglo XVI), y desde Trento hasta el Vaticano primero (siglo XIX)"

Y en referencia a la Revolución Francesa de 1789, Suenens, dijo:

"El Concilio es la revolución de 1789 en la Iglesia"


El segundo es el Cardenal Yves Congar. Haciendo referencia a la revolución comunista en Rusia, que comenzó en octubre de 1917, Congar afirmó:

“El Concilio Vaticano II hizo pacíficamente su revolución de octubre"


Y un tercer testimonio viene de uno de los teólogos progresistas más revolucionarios del siglo XX, el P. Hans Küng: 

“El Concilio Vaticano II representa, en sus características fundamentales (…) un giro en 180 grados. (…) Es una nueva Iglesia la que surgió del Concilio Vaticano II"

¿Hermenéutica de la tradición?

LA PRIMAVERA DEL POSTCONCILIO

El Cardenal Daniel DiNardo, Arzobispo de Galveston-Houston, prestó la co-catedral del Sagrado Corazón para una ceremonia de “ordenación” de nuevos ministros metodistas en Texas. El evento, que se realizó el 28 de mayo de 2013, estuvo presidido por la “obispa” metodista Janice Riggle Huie, “ordenando” a una “sacerdotisa”.
 

En esta última foto de abajo, Janice Huie posa con su “garrota”. Y en la última foto, vemos al Cardenal DiNardo con la susodicha “obispa” Huie en una conferencia contra la pena de muerte en 2011.
¡¡¡Qué bonito todo y que fraternal!!!

MYSTERIUM FIDEI


Muchas veces vi esta imagen en sitios de Internet y en estampas referentes a las ordenaciones sacerdotales. Siempre había pensado que se trataba de un cuadro, sin embargo descubrí que se trata de una verdadera fotografía, tomada en 1932, que fue reproducida por el pintor Paul Nante. He aquí la declaración del R.P. Franz Keiser;

Esta imagen no es un cuadro (en el sentido de composición) sino una auténtica foto. Se trata de una gracia que fue acordada a un sacerdote alemán, el tercer día después de su ordenación sacerdotal, el 29 de agosto de 1932.
Ni el sacerdote que celebraba, ni el hermano que servía la Misa, ni su hermano que tomó la foto vieron lo que esta muestra de la manera más maravillosa.
Conozco al sacerdote a quien le fue dada esta gracia y también las más precisas circunstancias y respondo por su exactitud así como de la autenticidad del hecho.

Declaración firmada: Franz Keiser, Pbro. 

MES DE JUNIO, MES DEL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Cor Jesu, domus Dei et porta caeli, miserére nobis!

Abridme vuestro Sagrado Corazón, ¡oh Jesús! y mostradme sus atractivos. Unidme a Él para siempre. Haced que todas las aspiraciones y los latidos de mi corazón, que no cesan ni durante la noche, sean para Vos un testimonio de mi amor y os diga: ¡Si, oh señor, soy todo vuestro; la prenda de vuestra alianza está sobre mi corazón y no cesará jamás! Recibid el poco bien que hago y dignaos hacerme la gracia de reparar todo el mal, para que pueda bendeciros en el tiempo y en la eternidad. Así sea.

Card. Merry del Val


domingo, 2 de junio de 2013

LITANIAE SACRATISSIMI CORDIS IESU


Kyrie, eleison.
Christe, eleison.
Kyrie, eleison.
Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
Pater de caelis, Deus,
Fili, Redemptor mundi, Deus,
Spiritus Sancte, Deus,
Sancta Trinitas, unus Deus,

Cor Iesu, Filii Patris aeterni, miserere nobis
Cor Iesu, in sinu Virginis Matris a Spiritu Sancto formatum,
Cor Iesu, Verbo Dei substantialiter unitum,
Cor Iesu, maiestatis infinitae,
Cor Iesu, templum Dei sanctum,
Cor Iesu, tabernaculum Altissimi,
Cor Iesu, domus Dei et porta caeli,
Cor Iesu, fornax ardens caritatis,
Cor Iesu, iustitiae et amoris receptaculum,
Cor Iesu, bonitate et amore plenum,
Cor Iesu, virtutum omnium abyssus,
Cor Iesu, omni laude dignissimum,
Cor Iesu, rex et centrum omnium cordium,
Cor Iesu, in quo sunt omnes thesauri sapientiae et scientiae,
Cor Iesu, in quo habitat omnis plenitudo divinitatis,
Cor Iesu, in quo Pater sibi bene complacuit,
Cor Iesu, de cuius plenitudine omnes nos accepimus,
Cor Iesu, desiderium collium aeternorum,
Cor Iesu, patiens et multae misericordiae,
Cor Iesu, dives in omnes qui invocant te,
Cor Iesu, fons vitae et sanctitatis,
Cor Iesu, propitiatio pro peccatis nostris,
Cor Iesu, saturatum opprobriis,
Cor Iesu, attritum propter scelera nostra,
Cor Iesu, usque ad mortem oboediens factum,
Cor Iesu, lancea perforatum,
Cor Iesu, fons totius consolationis,
Cor Iesu, vita et resurrectio nostra,
Cor Iesu, pax et reconciliatio nostra,
Cor Iesu, victima peccatorum,
Cor Iesu, salus in te sperantium,
Cor Iesu, spes in te morientium,
Cor Iesu, deliciae Sanctorum omnium,

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, (parce nobis, Domine.)
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, (exaudi nos, Domine.)
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, (miserere nobis, Domine.)
Iesu, mitis et humilis Corde, (Fac cor nostrum secundum Cor tuum.)

Oremus. Omnipotens sempiterne Deus, respice in Cor dilectissimi Filii tui et in laudes et satisfactiones, quas in nomine peccatorum tibi persolvit, iisque misericordiam tuam petentibus, tu veniam concede placatus in nomine eiusdem Filii tui Iesu Christi: Qui tecum vivit et regnat in saecula saeculorum. (Amen.)