"Actualmente, este pensamiento es algo raro para todos,
incluso para los católicos. Es algo que ya no se puede admitir. Los estados no
tienen nada que ver con la
Iglesia. No tienen que sostenerla de modo particular. No
tienen que sostener a ninguna religión en particular. Tienen que ser
indiferentes con todas las religiones y darles a todas la libertad, sin distinguir
entre la verdadera y las falsas. Hay que acabar con todo ese pasado y dejar que
se instaure la libertad de cultos.
Pero la libertad de cultos, como hoy se entiende la
"libertad religiosa", es decir, la libertad de ejercicio externo de
las religiones, lleva a la libertas del error y el error triunfa siempre sobre
la verdad. Eso no quiere decir que al final no va a triunfar la verdad, pero en
este mundo, con todos los medios con que cuenta humanamente el error, puede
contribuir a la pérdida de muchas almas; dispone de todo el dinero del mundo y
todos los medios de difusión están a su disposición. No cabe duda de que el
hombre si siente más tentado por una falsa religión que por la disciplina. El
orden siempre cuesta más y atrae menos. La libertad se desenfrena y acaba en
licencia. Es lo que vemos ahora. Nada resiste"
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