OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

sábado, 11 de mayo de 2013

MONSEÑOR LEFEBVRE SOBRE PABLO VI


Cuántas veces se ha dicho de él: “Es un hombre de dos caras”. Los que se le acercaban se quedaban impresionados. Pablo VI tenía una veces cara de católico, y otras de muy modernista, muy favorable a los diálogos con las demás religiones y al falso ecumenismo. Siempre esa doble cara y doble actitud para destruir a la Iglesia. No se puede vivir en esa situación de contradicción permanente. Por ese motivo, Pablo VI, al final de su vida, fue un hombre torturado. Estaba en una situación espantosa, pues por una parte veía la destrucción que se realizaba en la Iglesia según los principios que él mismo había favorecido y puesto en obra, y eso le hacía sufrir; y por otra parte, se sentía siempre inclinado a seguir en la misma dirección, la de los principios que destruyen a la Iglesia: libertad de cultos, separación de la Iglesia y del Estado, y acuerdo con los comunistas, con los masones y con todos los enemigos de la Iglesia, lo que no podía sino llevarla a su destrucción. Por una parte empujaba y por otra tenía miedo porque veía claramente que el responsable iba a ser él. Era un hombre desgarrado

Monseñor Lefebvre


SOBRE LA IMAGEN QUE ILUSTRA LA ENTRADA

Pablo VI escogió un momento especial para renunciar a la tiara: El 13 de Noviembre de 1964, en medio de las celebraciones de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, depuso solemnemente su tiara a los pies de la Imagen de San Pedro. La pudieron rescatar los católicos de USA gracias al famoso Cardenal Francis Spellman, que organizó la recaudación que alcanzó más de un millón de dólares; hoy se expone en la cripta de la Basílica-Santuario de la Inmaculada Concepción en Washington D.F.

De aquel histórico y simbólico momento, una ceremonia con quasi signos de abdicación o auto-deposición, quedan algunos testimonios gráficos. Esta foto, por ejemplo, con el venerable Cardenal Ottaviani sosteniendo el manto papal con gesto compungido, a punto de romper en llanto; y el no menos venerable Monseñor Enrico Dante, ceremoniero pontificio desde tiempos de Pio XII, con sus enjutos rasgos aguzados en un contenido y enervado rictus. Pablo VI tiene un gesto estudiadamente humilde; sabe lo que está haciendo y lo quiere. Un gesto que dice tanto y que desprecia tanto también. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario