OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

domingo, 5 de mayo de 2013

NUESTROS MÁRTIRES

Don Marcelino Ramos Rincón
En la iglesia parroquial de San Ildefonso de Herreruela de Oropesa, está enterrado el sacerdote Marcelino Ramos Rincón. Había nacido el 4 de diciembre de 1901. Se ordenó sacerdote el 15 de Junio de 1924.

Desde 1935 ejercía como párroco del pueblo cacereño de Berrocalejo de Abajo, que por entonces pertenecía a la diócesis de Ávila. Desde los primeros meses de 1936 había recibido injuriosos anónimos. Tras estallar la guerra, la parroquia se transforma en almacén de víveres, y la ermita de la Virgen de los Remedios servirá como cárcel. Todo el material (retablos, imágenes, cálices...) fue destrozado. Los milicianos usaron, en una ocasión, las astillas de las imágenes de uno de los retablos para cocinar, exclamando: ¡Verás qué bien cuece hoy la comida!...

Todo concluye con la detención de don Marcelino en la iglesia, que se encontraba allí consumiendo las Sagradas Formas.

Pidió que le dejasen trasladarse a su pueblo natal, como así se lo concedieron.

Llegó a Herreruela el 21 de Julio. Y el 23 lo detuvieron por primera vez. Le sacaron a las afueras, pero no le mataron. Al escuchar detonaciones la familia pensó que le habían asesinado... pero regresó a su casa. Hay testigos que afirman que hasta el 25 de julio celebró la Santa Misa. Aunque le animaron a abandonar el pueblo, Don Marcelino se negaba por temor a que la emprendiesen con su familia. Estando oculto en casa de su hermana Cayetana, el 7 de agosto, se presenta un grupo de milicianos. Tras hacer un registro buscando armas, le ordenan que les acompañe. Su sobrina Aurea se puso a llorar y uno de ellos le espetó: ¡No llores, que a las diez de la noche viene...! Una camioneta les estaba esperando. Haciéndole subir, salen en la dirección a la Calzada de Oropesa, y antes de llegar le asesinaron. Su cuerpo permaneció dos días en descampado.

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