La fundación de la basílica de Letrán se remonta a la
época de Constantino, al tiempo de terminarse las persecuciones. El palacio de
los Laterani, en el monte Celio, pertenecía entonces a Fausta, mujer de
Constantino. Después de su conversión, el emperador la donó al Papa para que
fuera su mansión particular, y allí edificó la iglesia de Letrán, que vino a
ser de este modo la catedral de Roma y la madre de todas las iglesias del
mundo. Fue consagrada a Cristo Salvador por el Papa San Silvestre el 9 de
noviembre del 324. En el siglo XII se la añadió como segundo titular a San Juan
Bautista, cuyo nombre llevaba el antiguo bautisterio adjunto a la basílica; de
ahí su denominación actual de San Juan de Letrán. Destruida la primera
basílica, Sergio III la reconstruyó en el siglo X, y Benedicto XIII la consagró
en 1726.
En esta basílica y palacio de Letrán tenían lugar los
concilios romanos, muy frecuentes en algunas épocas; allí se celebraron también
cinco grandes concilios ecuménicos. En los días más solemnes del año litúrgico,
la estación tenía lugar en San Juan de Letrán. Allí también se conferían las
órdenes sagradas y los bautismos de Pascua. El ser mansión papal y el ritmo de
la vida cristiana en Roma han hecho de la basílica de San Juan de Letrán el
centro de la cristiandad.
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