"LA TRADICIÓN EXCOMULGADA"
La cuestión que la autoridad legítima tiene el deber de afrontar honestamente, si quiere poner fin a su "legítima separación", no de la Iglesia, sino de la nueva corriente eclesial, no es la inexistente falsa noción que "los tradicionalistas" tendrían de la Tradición, sino, bien por el contrario, todo eso que en el Vaticano II y en nombre del Vaticano II ha puesto y pone en juego el contenido inmutable de la doctrina católica y con él, la estructura divina inmutable de la Iglesia.
No es la oposición inexistente de los "tradicionalistas" al Magisterio legítimo de la Iglesia la que debe ser corregida, sino la real ilegítima posición del Vaticano II y del postconcilio al Magisterio precedente; oposición que de suyo desliga a los católicos de todo deber de obediencia al Magisterio de "hoy" en los puntos en los que está en conflicto con el Magisterio de "ayer".
Acusar a los "tradicionalistas" de no comprender "la realidad de la tradición", porque se alimenta la ilusión de incorporarle al Vaticano II, que de ningún modo es ella transplantable, significa, por el contrario, dar derecho de ciudadanía en el mundo católico al error que es fundamento de todos los errores del Concilio y del postconcilio, los comprende y supera a todos: un rechazo de la noción católica de Tradición.
Después de lo cual, toda tentativa de la jerarquía de poner diques a la arrogancia progresista y al error no tendrá ya ningún sentido.
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