NO TODO ES LA MISA
Que el Motu Proprio Summorum Pontificum, que cumple ahora tres años, fue un avance, es cierto. Que no ha resuelto todos los problemas, es más cierto todavía. Ahí está para demostrarlo el caso del arzobispo de París y presidente de la Conferencia Episcopal Francesa.
El Cardenal Vingt-Trois ha llegado a celebrar solemnemente la Santa Misa Tridentina, pero más como vestigio (al modo de Juan Pablo II) que como derecho (al modo de Benedicto XVI). Y, de hecho, se han filtrado su incomodidad y protesta a Roma por la profusión de fieles que piden el rito de San Pío V. Se le atribuye, incluso, una expresión: que el Motu Proprio ha enmerdé (no hay que traducirlo, ¿verdad?) el panorama de la Iglesia en Francia, paradisiaco como todo el mundo sabe.
Estos prelados siguen sin comprender que el problema de fondo no es litúrgico, sino teológico. Si no, ¿quién entiende que el pasado 3 de marzo, nada menos que Domingo de Pasión, el Cadenal Vingt-Trois invitase a predicar en la Catedral de Notre Dame a un rabino, Rivon Krygier, para que diese una conferencia cuaresmal? Uno abre los Evangelios y se encuentra a los Apóstoles predicando en las sinagogas (con resultado poco ecuménico para sus costillas, por cierto). Ahora es al revés.
El caso es que un grupo de fieles, católicos, no judíos, se pusieron a rezar el rosario como desagravio en pleno acto de confraternización, y fueron acallados por otros prelados asistentes... y por el órgano. Tuvieron que salir y finalizar la oración en la calle, rodeados por la policía. Dentro, Krygier proclamaba cualquier cosa que fuese, menos la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
L. Pintas
Revista "Tradición Católica" Nº 227, mayo-junio 2010
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