OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

jueves, 3 de marzo de 2011

NUESTROS MÁRTIRES

GUILLERMO MAYOR GARCIA

Nació el 10 de febrero de 1871 y fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1896. Cuando estalló la guerra ejercía su ministerio en Gárgoles de Arriba, a los 65 años de edad y con una salud delicada. Refugiado inicialmente en casa de un vecino, fue después recogido por el Secretario del pueblo, que era también Sacristán. El 17 de diciembre, ante un registro inminente por parte de los milicianos para buscar al sacerdote y el miedo consiguiente entre los vecinos del pueblo, D. Guillermo se ocultó en el campo; la sobrina y la criada del sacerdote también se vieron obligadas a marchar del pueblo para no levantar sospechas. Cuando acabó la guerra, la familia de D. Guillermo visitó Gárgoles de Arriba buscando noticias del párroco. El Secretario les comunicó que, durante la contienda, había pasado a la zona nacional. Sin embargo, más tarde se denunció el asesinato del sacerdote, tramado por el propio Secretario y el Alcalde del pueblo.Por lo que se pudo averiguar, el día 31 de diciembre de 1936, Alcalde y Secretario condujeron a D. Guillermo al borde de una fosa que ellos mismos habían cavado a las afueras del pueblo. La pistola con que iban a asesinarle se encasquilló; el sacerdote les dijo: "¿Me vais a matar?" Al ser descubiertos por su víctima y amigo, le asestaron un fuerte golpe en la cabeza y cayó desvanecido; con un segundo golpe lo arrojaron a la fosa y lo enterraron. Según determinó la autopsia, había sido ENTERRADO CON VIDA.

FRANCISCO SILVANO MARIÑO

Nació en Benavente (Zamora) el4 de mayo de 1883 en una familia de 18 hijos. Estudió en Astorga y Valladolid, donde fue ordenado en 1906. En Astorga ocupó el cargo de Canónigo Magistral y Profesor de Latín en el Seminario. Trasladado a la Diócesis de Toledo, fue nombrado párroco de la iglesia de Santiago, en Guadalajara, y Arcipreste de la ciudad. Ejerció un importante apostolado social entre los obreros. En Guadalajara fundó el periódico LUMEN, que se distribuía gratuitamente. El día 22, ante los disturbios causados por toda la ciudad, D. Eulogio y su hermano, D. Julio María, se refugiaron en el Hotel Iberia (hoy Hotel España) junto con otros sacerdotes, entre los que se hallaban D. Francisco Silvano y D. Feliciano Sánchez. Al día siguiente, sin embargo, los milicianos se incautaron del hotel, pasando los cuatro sacerdotes a la contigua casa rectora de Santiago, donde convivieron varios días sin novedad, haciendo una vida casi normal. El 9 de agosto sería detenido el Arcipreste, D. francisco Silvano, a quien acribillaron a balazos ese mismo día en la carretera de Marchamalo; tres días después, el templo de Santiago fue saqueado y arrastradas las imágenes por las calles. D. Eulogio y D. Julio María serían detenidos el 5 de septiembre y conducidos a la Prisión de Guadalajara, donde encontraron la muerte el 6 de Diciembre. El 6 de diciembre de 1936 fue un día trágico en Guadalajara. Un escuadrón de aviones apareció en el horizonte dispuesto a arrojar bombas sobre la ciudad. Las amenazas de los republicanos habían sido palmarias: en cuanto cayera una bomba sobre Guadalajara procedente del bando nacional, «se daría orden de asaltar la prisión para fusilar a todos los prisioneros políticos recluidos en la Cárcel». Aquella misma tarde, un grupo de milicianos, en connivencia con las autoridades, entró en la cárcel con todo tipo de armas (pistolas, bombas de mano y ametralladoras). Dejaron en libertad a los presos comunes y retuvieron a los presos políticos, a quienes fueron fusilando en los patios de la prisión. Se calcula que, de los más de 400 ejecutados, aproximadamente unos 21 eran sacerdotes.

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