Señor, me acerco a Tí con vivos deseos de aprender la fidelidad a tus llamadas |
Bendice, ¡oh Señor!, este nuevo período litúrgico que hoy
comienza, y haz que, penetrando se espíritu, me prepare con tu ayuda a una
seria reforma de mi vida espiritual.
Concédeme humildad sincera para reconocer mis miserias y
para mirarme tal cual soy delante de Ti, sin dejarme engañar por la falsa luz
que procede de mi amor propio y que pretende hacerme pasar por mejor de lo que
soy.
No me desanimaré cuando, puesto en tu presencia,
considere mi miseria:
“En medio de mi tribulación te invoco, ¡oh Dios mío!, y Tú escuchas mi voz desde tu Templo Santo… Tú eres mi fortaleza, ¡oh Señor!, mi apoyo, mi refugio y mi libertador. Tú eres nuestro amparo en las necesidades y tribulaciones; esperen en Ti cuantos te conocen, porque no abandonas a los que te buscan. Desde lo profundo clamo a Ti, Señor; Señor, escucha mi voz. Si consideras, Señor, las iniquidades todas, ¿qué quedará en pie? Mas en Ti se halla la clemencia; por tu ley ha confiado en Ti, Señor”
(Cfr. La Misa de hoy)
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