"LA RELIGIÓN DEMOSTRADA" (P. A. Hillaire)
Es necesario hacer ver cómo la recta sana razón demuestra con claridad meridiana todo el valor de nuestra fe y el carácter obligatorio de nuestras prácticas religiosas. Hay que demostrarles (a los incrédulos, que son legión) cómo las objeciones que intentan arrojar al paso de la verdad no significan nada ni hacen mella en su constancia.
También los católico, sí, los mismos católicos, necesitan, ahora más que nunca, instruirse en lo que atañe a tan primordiales cuestiones. Ya no basta la fe del campesino; todos necesitamos una fe completamente racional, a fin de conservarla incólume y vigorosa, a pesar de la objeción y del sofisma que nos saldrá al paso en la conversación o en la lectura. Y para esto sirve admirablemente la obra de Hillaire.
Si hay un hecho que no puede desconocerse es que, en medio de tantos progresos materiales e intelectuales, ha descendido de un modo alarmente el sentido moral. Todo avanza y se desarrolla; una sola cosa disminuye; el alma.
Si queremos, pues, levantar el sentido moral de las nuevas generaciones, pongamos en sus manos libros salvadores que fortalezcan su fe, la vigoricen y alienten para las grandes luchas de la vida; libros que inspiren al hombre el amor el bien, formen su conciencia, dándoles razón de su fe, de sus creencias, de su religión, y le impulsen y fuercen suavemente a uniformar los actos de su vida con sus convicciones y creencias religiosas.
Pueden hacer su pedido al precio de 16 € a: Casa San José 28607 El Álamo (Madrid)
Es necesario hacer ver cómo la recta sana razón demuestra con claridad meridiana todo el valor de nuestra fe y el carácter obligatorio de nuestras prácticas religiosas. Hay que demostrarles (a los incrédulos, que son legión) cómo las objeciones que intentan arrojar al paso de la verdad no significan nada ni hacen mella en su constancia.
También los católico, sí, los mismos católicos, necesitan, ahora más que nunca, instruirse en lo que atañe a tan primordiales cuestiones. Ya no basta la fe del campesino; todos necesitamos una fe completamente racional, a fin de conservarla incólume y vigorosa, a pesar de la objeción y del sofisma que nos saldrá al paso en la conversación o en la lectura. Y para esto sirve admirablemente la obra de Hillaire.
Si hay un hecho que no puede desconocerse es que, en medio de tantos progresos materiales e intelectuales, ha descendido de un modo alarmente el sentido moral. Todo avanza y se desarrolla; una sola cosa disminuye; el alma.
Si queremos, pues, levantar el sentido moral de las nuevas generaciones, pongamos en sus manos libros salvadores que fortalezcan su fe, la vigoricen y alienten para las grandes luchas de la vida; libros que inspiren al hombre el amor el bien, formen su conciencia, dándoles razón de su fe, de sus creencias, de su religión, y le impulsen y fuercen suavemente a uniformar los actos de su vida con sus convicciones y creencias religiosas.
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