MARÍA, ESCALA DEL CIELO
Es cierto, Madre mía, que Jesús, tu Hijo, fue el soberano reconciliador de los hombres con Dios… El es, no sólo la Víctima, Hostia y Sacerdote, sino también el Medianero que vive siempre en el cielo, según frase de los Libros Santos, “intercediendo por nosotros”, como Hombre Dios… Pero, esta misma condición de Dios, ¿no pudiera ser motivo de temor a las almas débiles, pusilánimes, cargadas de crímenes, que han provocado las justas iras de ese Dios?... ¿Cómo acudir a Él por Él?...
Tú realizas, Madre mía, esa misión, recibiendo en tus brazos de madre a entrambos hijos: al ofendido y al ofensor… Por esto mismo eres la escala del cielo… Las almas débiles y pusilánimes, acobardadas por grandes pecados, pueden sin miedo acudir a Ti, seguras de que el miedo no las hará vacilar al subir por Ti a las alturas del Dios del cielo…
MARÍA, SEÑORA MÍA
No es preciso, ponderar, Madre mía, por qué soy tuyo… Tienes todos los títulos a un dominio pleno sobre mí, como Reina y Madre mía… Pero mi corazón, ansiando ligarse aún más fuertemente a Ti, quiere recrearse en este título con que hoy Te invoco… ¡Señora mía! No deseo tener otro dueño que Tú… Quiero pertenecerte entera y totalmente…
Tú, Madre mía, eres mi Señora, y yo soy tu siervo humilde… Tú mandas en mí, y yo quiero obedecerte… Tú no permitas que alguien impere en mí, y yo no quiero tener otra Señora que Tú… Tú vela y cuida de mí, y yo me abandono enteramente a tu protección… Tú recibe mis humildes servicios y dame, Señora, como mejor premio y salario el servirte eternamente.
Propósito.- Acude siempre a Jesús por María. Ofrécete y conságrate a María, como humilde esclavo suyo.
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