¡Qué poco invoco tu intercesión a favor de tantas almas queridas como en el Purgatorio tengo, Madre mía! ¡Qué poco recuerdo a quienes quiero y allí sufren…! Debo rectificar mi conducta… Nadie como Tú, Madre mía, puede y debe interesarse por mis almas queridas del Purgatorio… ¡Reina!: manda que se rompan sus cadenas… ¡Madre!: llévalas a Ti…
MARÍA, REINA DE LA PAZ
Después del diluvio de desventuras que el pecado trajo a la tierra, fuiste Tú, Madre mía, no sólo el arco iris que brilló en los cielos, anunciando el perdón y la compasión de Dios, sino también la blanca paloma que trajo el ramillete de oliva al mundo, símbolo de la paz entre el cielo y la tierra… Por Ti, los hombres se han reconciliado con Dios… En Ti el Juez y el reo se han encontrado, abrazándose…
Nadie mejor que Tú puede llevar el hermoso título de Reina de la paz… Por Ti se reconcilió Dios con los hombres, haciéndose Hijo tuyo, para ser Hermano nuestro y constituir la gran Familia Cristiana, en la cual todos somos hermanos, hijos de Dios, hijos tuyos… Por eso eres Madre no sólo de justos, sino hasta de pecadores, para que lo sentimientos de paz y fraternidad reinen en tus hijos… Dadme, Madre mía, la paz para el mundo, para mi Patria, para los míos, para mí…
MARÍA, ABOGADA DE LA BUENA MUERTE
Nunca las madres aparecen más dignas de su augusto nombre como en el trance de la muerte de sus hijos… El amor y el dolor las transforma en tal manera, que borrado el fondo de egoísmo que existe en el ser humano, se idealizan en la sublimidad… Nadie más madre que Tú, Madre mía… Nadie mejor madre que Tú, Madre mía… ¡Cómo no auxiliarás a tus hijos moribundos…!
Recuerdo el momento doloroso del Calvario… Recuerdo la agonía dolorosísima de Jesús… Te veo a Ti, Madre mía, Amor y Dolor, velando aquel morir lento y cruel de tu Hijo… Contando los eternos minutos de su agonía, amargada con su hiel, herida con sus heridas, punzadas con sus espinas, taladradas con sus clavos y su lanza… Desde entonces sé cuánto sabes consufrir son tus hijos… ¡Cuánto espero de Ti en la hora de mi muerte…! ¡Madre!: Sélo entonces de este pobre hijo tuyo…
Propósito.- Haz, en honor de María y provecho del Purgatorio, el voto de ánimas. Pide frecuentemente a María el bien de la Paz. Reza diariamente Tres Avemarías a la Virgen, para que te ampare en la hora de la muerte.
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