“Nunca se dirá lo suficiente que lo que ha destruido a la
familia en el mundo moderno ha sido el capitalismo. Sin duda podría haberlo
hecho el comunismo, si hubiera tenido una oportunidad fuera de esa tierra
salvaje y semimongólica en la que florece actualmente. Pero, en cuanto a lo que
nos concierne, lo que ha destruido hogares, alentado divorcios y tratado las
viejas virtudes domésticas cada vez con más desprecio, ha sido la época y el
poder del capitalismo. Es el capitalismo el que ha provocado una lucha moral y
una competencia comercial entre los sexo; el que ha destruido la influencia de
los padres a favor de la del empresario; el que ha sacado a los hombres de sus
casas a la busca de trabajo; el que los ha forzado a vivir cerca de su fábricas
o de sus empresas en lugar de hacerlo cerca de sus familias y, sobre todo, el que
ha alentado por razones comerciales un desfile de publicidad y chillonas
novedades que es por naturaleza la muerte de todo lo que nuestras madres y
nuestros padres llamaban dignidad y modestia. No es el bolchevique, sino el
jefe, el publicitario, el vendedor o el agente comercial quien ha derribado y
pisoteado, como una salvaje invasión de bárbaros, la antigua estatua romana de
Verecundia”
G. K. Chesterton
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