Señor, concede el eterno descanso a las almas de los
difuntos y haz que el pensamiento de la muerte me estimule a una mayor
generosidad.
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Concédeme Señor, que en la muerte de las personas
queridas mi aflicción sea racional, derramando lágrimas resignadas sobre nuestra
condición mortal, reprimidas pronto por el consolador pensamiento de la fe, la
cual me dice que los fieles, al morir, se alejan solamente un poco de nosotros
para ir a ser más felices.
Aleja de mí entristecerme al modo de los gentiles, que no
tienen esperanza. Muy bien puedo experimentar tristeza; pero que cuando esté
afligido, me consuele la esperanza. Con una esperanza tan grande no va bien
que tu templo, Señor, esté de luto. Allí
moras Tú, que eres el consolador; allí moras Tú, que no faltas a tus promesas.
San Agustín
¡Dueño y Creador del universo, Señor de la vida y de la
muerte! Tú conservas y colmas de beneficios nuestras almas, concluyes y
transformas todas las cosas por la obra de tu Verbo, en el punto establecido y
según el plan de tu sabiduría; acoge hoy a nuestros hermanos difuntos y dadles
el eterno descanso.
En cuanto a nosotros, que puedas Tú acogernos en el
instante que te plazca, después de habernos guiado y mantenido en el cuerpo el
tiempo que te parezca útil y saludable.
Que puedas acogernos preparados por tu santo temor, sin
turbación y sin titubeos, en el último día. Haz que no dejemos de dolor las
cosas de la tierra, como sucede a los que están demasiado apegados al mundo y a
la carne, haz que partamos decididos y felices hacia la vida perdurable y
bienaventurada, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro, del cual es la gloria
por los siglos de los siglos. Amén
San Gregorio
Nacianceno
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