¡Oh Rey de terrible majestad!, que salváis gratuitamente a vuestros escogidos; salvadme, fuente de piedad |
Amabilísimo Jesús, humildemente os ruego que Vos mismo ofrezcáis
a vuestro Eterno Padre, por las almas santas del Purgatorio, juntamente con
vuestra agonía y vuestra muerte, la Sangre que manó de las llagas de vuestro
cuerpo. Y también Vos, ¡oh Virgen María Dolorosa!, presentadle, con la acerba
Pasión de vuestro Hijo, los suspiros, las lágrimas y todas las penas que
sufristeis durante su tribulación, para que, por sus méritos, reciban alivio
las almas que se encuentran en las ardentísimas llamas del Purgatorio, a fin de
que, libres de aquella cárcel de tormentos, se vean en el cielo revestidas de
gloria, y canten allí eternamente las divinas misericordias.
Absolver, Señor, a las almas de los fieles difuntos, de
todo reato de sus pecados, y haced que con el auxilio de vuestra gracia
merezcan evadir los efectos de vuestra venganza el día del juicio, y gozar de
la felicidad de la luz eterna.
V. Concededles,
Señor, el eterno descanso.
R. Y alúmbrelos la luz eterna.
V. De la puerta del Infierno.
R. Arrancad, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Así sea.
V. Señor, escuchad mi oración.
R. Y llegue a Vos mi clamor.
OREMOS
¡Oh Dios!, Creador y redentor de todos los fieles,
conceded a las almas de vuestros siervos y vuestras siervas la remisión de sus
pecados, para que consigan con sus piadosas súplicas el perdón que siempre
desearon: Que vivís y reináis por los siglos de los siglos Así sea.
Concededles, Señor, el eterno descanso… etc
No hay comentarios:
Publicar un comentario