OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

lunes, 22 de agosto de 2011

DIE 22 AUGUSTI, IMMACULATI CORDIS B. MARIAE VIRG.

Exsultávit cor meum in Dómino, et exaltátum est cornu meum in Deo meo, quia laetáta sum in salutári tuo (1Rey. 2. 1)

Salta de gozo mi corazón en el Señor, y mi fuerza ha sido glorificada por Dios, porque me he alegrado de tu salvación


Después de consagrar, en plena guerra mundial, todo el género humano al Inmaculado Corazón de María, para ponerlo bajo la protección de la Madre del Salvador, decretó el Papa Pío XII, en 1944, que toda la Iglesia celebrase anualmente una fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María, el 22 de agosto, día de la octava, hasta hace poco, de la fiesta de la Asunción.

La devoción al Corazón de María es ya antigua. San Juan Eudes la propagó en el siglo XVII, uniéndola a la del Sagrado Corazón de Jesús. En el siglo XIX, Pío VII, primero, y después Pío IX, concedieron a muchas iglesias particulares una fiesta del Purísimo Corazón de María, señalada primeramente para el domingo después de la Asunción, y luego para el sábado que sigue a la fiesta de Sagrado Corazón. Al fijar el 22 de agosto la fiesta de Inmaculado Corazón de María y extenderla a toda la Iglesia, la asignó Pío XII como fin al obtener, por intercesión de la Santísima Virgen María, “la paz entre las naciones, la libertad de la Iglesia, la conversión de los pecadores, el amor a la pureza y la práctica de las virtudes”.

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