Celebrar la cátedra de San Pedro es venerar, en la persona
del Vicario de Cristo sobre la tierra, la descendencia ininterrumpida de los
sucesores del Pastor Supremo a quien el Maestro ha confiado sus ovejas y sus corderos,
del jefe a quien el mismo Maestro pidió que confirmara a sus hermanos, los
demás apóstoles; es proclamar solemnemente el Primado Romano.
En tal día como hoy, 22 de febrero, solían acudir los
paganos a las tumbas de sus muertos para conmemorar el recuerdo de éstos y
comer con ello. Al igual que otras muchas costumbres paganas, también se
cristianizó ésta con la celebración de un muerto especialmente querido de los
cristianos, el primer Papa, San Pedro.
La liturgia siempre une a su recuerdo el de San Pablo,
martirizados ambos en Roma, el apóstol de los judíos y el apóstol de los
paganos son las dos columnas que sostienen a la Iglesia.
En la
Basílica de San Pedro, al fondo del ábside, se conserva
piadosamente, enmarcado por un relicario de bronce dorado, la preciosa cátedra
que, según se dice, sirvió a San Pedro. Símbolo de su autoridad pastoral, esta
cátedra ha dado su nombre a las definiciones “ex cathedra” que, bajo muy
estrictas condiciones, proclama el Papa con la garantía divina de la inhabilidad.
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