¡Oh Dulcísimo Niño Jesús!, Dadme la gracia de penetrar en el abismo de tu infinito amor, para que yo crea en él con toda mis fuerzas |
Avergüénzate, avergüénzate, ciega criatura, tan honrada y
exaltada por tu Dios, que aún no reconoces que Dios ha bajado de la altura de
su Divinidad a la bajeza del fango de tu humanidad, movido únicamente por su
inmensa Caridad. ¡Oh amor inestimable! ¿Qué le dices tú, alma mía? Te digo, ¡oh
Padre Eterno!, y te suplico, benignísimo Dios, que nos comuniques a nosotros y
a todos tus siervos el fuego de tu Caridad
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