Estas desventuradas almas están como en una cárcel obscura |
Estas desventuradas almas están como en una cárcel obscura,
atadas de pies y manos para hacer ningún bien que les aproveche para merecer, y
ciegas y mudas… En fin, como a donde está plantado el árbol que es el demonio,
¿qué fruto puede dar?... ¡Oh! No me espanto de cosas que haga una persona que
está en pecado mortal, sino de lo que no hace. Dios te libre, hija mía, de tan
gran mal, que no hay cosa que merezca el nombre de mal sino el pecado, que
acarrea males eternos para sin fin. ¿Quién, pues, no se comparecerá de estas
almas? ¡Ay! Que tal vez algún tiempo te viste así tú, hija mía… Ruega por
ellas.
Santa Teresa de Jesús
No hay comentarios:
Publicar un comentario