EL MILAGRO DE BRUSELAS
Un banquero judío, llamado Jonatás, que vivía en Enghien, consiguió por dinero y por mediación de otro judío, Juan de Louvain, falsamente convertido al cristianismo, hacerse de un copó robado en una iglesia de Bruselas y que contenía varias Hostias consagradas. El desgraciado las profanó sacrílegamente en unión de sus amigos; pero, por justos juicios de Dios, fue asesinado dos semanas después. Como la viuda de este hombre entregase las Sagradas Hostias a los judíos de Bruselas, ocho de ellos tuvieron una reunión el día 4 de abril de 1370, que era Viernes Santo, y, habiendo colocado las Hostias sobre una mesa, las pincharon con puñales.
Entonces salió de ellas sangre milagrosa y cayeron de espaldas los sacrílegos como sus antepasados en el Huerto de los Olivos. Aterrorizados, quisieron deshacerse de las Sagradas Formas, y para ello consiguieron que una mujer, falsamente convertida del judaísmo, las llevase a Colonia. Pero movida por los remordimientos, esta mujer reveló el hecho al párroco de Nuestra Señora de la Chapelle.
Instruyóse, después, proceso del hecho, y los judíos declararon su crimen.
Tres de las hostias milagrosas se conservan aún en la Colegiata de Santa Gúdula, en Bruselas, encerradas en una Custodia de extraordinaria riqueza y arte, que se lleva solemnemente todos los años por las calles de la capital en una imponente manifestación de fe, denominada la “Procesión del Santísimo Sacramento del Milagro”
Del libro “Milagros Eucarísticos” de Fray Antonio Corredor o.f.m.
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