Cor Iésu Sacratíssimum, ¡miserére nobis!
Dichosas cadenas de caridad que unís al alma con Dios, atadme también a mí, de tal modo que no pueda ya separarme del amor de mi Dios. Jesús mío, os amo, os amo, tesoro y vida del alma mía; con Vos quiero vivir unido y a Vos me entrego. Ya no quiero, amado Señor mío, dejar de amaros. Vos que para pagar las deudas de mis pecados quisisteis ser clavado en la Cruz y no la abandonasteis hasta haber abandonado la vida, por favor y por los merecimientos de tanto penar, no permitáis que vuelva a separarme de Vos.
Me arrepiento, sobre todo mal, de haberos vuelto la espalda en lo pasado, y propongo, con vuestra gracia, antes morir que disgustaros ni grave ni levemente. ¡Oh Jesús mío!, a Vos me entrego; os amo con todo el corazón y os amo más que a mí mismo. En lo pasado os ofendí, mas ahora me arrepiento de ello y quisiera morir de dolor. Unidme del todo a Vos. Renuncio a todos los consuelos sensibles y sólo a Vos quiero y nada más. Haced que os ame y luego disponed de mí como os plazca.
¡Oh María, esperanza mía!, atadme a Jesús y haced que siempre viva atado a Él y así prendido fallezca, para llegar un día a aquel bienaventurado reino donde no abrigaré ya temores de verme privado de su Santo Amor.
Del libro “Prácticas de amor a Jesucristo” de San Alfonso María de Liborio
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