Ismael Molinero Novillo |
Ismael Molinero Novillo, nació en Tomelloso (C. Real) el
1 de mayo de 1917, vivió entre las dos guerras mundiales, y murió prisionero
durante la guerra civil en Zaragoza, el 5 de mayo de 1938.
Era el quinto de once hermanos. El padre era herrero de
profesión y la madre tenía que ocuparse de la numerosa familia. Empezó a
estudiar en el Colegio de la Milagrosa, que pronto tuvo que abandonar para
ayudar a la familia y lo colocaron a trabajar como dependiente de comercio.
Demostró ser un buen estudiante, inteligente y
trabajador, tanto en el Colegio de la Milagrosa como en la escuela, con unas
dotes especiales para tratar a la gente y para el arte y la creatividad, lo que
demostró en el comercio, en la decoración de los escaparates, en la atención a
los clientes, tocaba la guitarra, recitaba poesías, montaba y dirigía obras de
teatro, por lo que fue muy apreciado por sus jefes. Era, además, el líder de la
pandilla de amigos que lo admiraban por su carácter extrovertido, divertido y
alegre.
Por medio de un amigo ingresó en la Juventud de Acción
Católica en 1934 y, sin cambiar de vida y de trabajo, ni perder la alegría,
comenzó a cuidar y atender a los pobres del pueblo y a los ancianos
desamparados del Hospital – Asilo, ayudando a las Hermanitas de los
Desamparados, y alegrándoles su vida con la guitarra, las canciones y los
bailes.
Hizo Ejercicios Espirituales en el Seminario de Ciudad
Real en 1935 e impresionó mucho a los sacerdotes y seminaristas por su piedad y
devoción a la Eucaristía. El Padre Sánchez-Olivas, que fue asesinado, al
terminar los Ejercicios Espirituales y despedirse de los jóvenes, cuando llegó
a Ismael, se puso de rodillas y le besó los pies, lo que ninguno ha podido
olvidar.
El año 1937 fue movilizado por el ejército de la
República, combatió en el frente de Teruel y, en febrero de 1938, fue hecho
prisionero en la batalla del Alfambra. Lo llevaron con cientos de milicianos a
unas parideras de ganado que utilizaron provisionalmente como prisión en Santa
Eulalia del Campo. Como ese invierno fue uno de los más duros que se han
conocido, con temperaturas de más de veinte grados bajo cero y cubierto de
nieves heladas, enfermó de pulmonía que degeneró en tuberculosis.
En la prisión continuó ofreciendo su vida a Dios, en
silencio, por la paz, a pesar de la enfermedad, pudiendo haber obtenido la
libertad con haber dicho simplemente que era el tesorero de la Acción Católica
de Tomelloso.
A mediados de febrero de 1938, fue trasladado al Campo de
Concentración de San Juan de Mozarrifar, cerca de Zaragoza, y continuó el
martirio del silencio hasta que, próximo a morir abrió, por primera vez, sus
labios para pedir la confesión y la comunión. Murió en el Hospital Clínico de
Zaragoza, el 5 de mayo de 1938, desde donde se extendió su fama de santidad por
Zaragoza, donde lo empezaron a conocer como Ismael de Tomelloso.
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