OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

sábado, 21 de noviembre de 2009

AGRADECIMIENTO A FRANCISCO FRANCO


“No voy a detenerme en la exposición de mis sentimientos personales ante la muerte de Francisco Franco. He comprobado, en mi asiduo contacto con el pueblo llano, cómo la persona de Franco, a través, precisamente, de su dedicación a la política en servicio de la Patria, ha echado raíces en los corazones. Son numerosísimas las familias en que se llora a Franco como a un padre. Y me refiero, en la mayoría de los casos, a personas y familias de condición económica modesta, que no se han beneficiado con cargos ni emolumentos especiales, sino que agradecen, sencillamente, el marco espiritual y social que Franco ha asegurado para todos los ciudadanos. Y no son sólo personas de cuya juventud sintetizó con la gesta liberadora de 1936; es como una tradición familiar asegurada por nuevas generaciones.

Personas llenas de emoción, gratitud y compenetración cariñosa. Para ellas no tiene aplicación a Franco el supuesto desgaste de los políticos: cuanto más pasaba el tiempo, más encariñados se sentían con él y más confianza ponían en su gestión de gobernante. Esas personas están traspasadas por la emoción de haber vivido bajo un caudillaje culminante en la Historia de España.

En lo que a mí toca, baste decir que no me avergüenzo de compartir esos sentimientos ni de que por ese motivo estas mejillas se hallen emocionadas con frecuencia.

Pero acaso sea más significativo que diga algo como representante de la Iglesia.

En septiembre de 1974, tras la enfermedad que Franco padeció aquel verano, coincidiendo con el declive y la proximidad del final de su vida, publiqué una exposición sobre «La Iglesia y Francisco Franco». En aquel reportaje incluía unas pocas, entre las muchas, manifestaciones laudatorias de Papas y obispos, que van desde Pío XII y los obispos contemporáneos de la Guerra de España ( de la que sólo sobrevive uno) hasta el Papa Pablo VI, (en una comunicación personal, hecha pública por otras fuentes eclesiásticas) y a prelados españoles vivientes, como, por ejemplo, los cardenales Bueno Monreal, Enrique Tarancón, González Martín (cuyas manifestaciones son, en unos, de ahora mismo; en otros, no lejanas en el tiempo).

Los elogios para la actitud y obra de Franco emitidos por esos prelados, tanto si se atiende a su contenido como a su unanimidad y persistencia a través de decenios, difícilmente los habrá recibido durante su vida ninguna otra persona en los últimos siglos.

A estos testimonios y a tantos otros ya publicados se podía unir uno quizá inédito y muy esclarecedor de tantas cosas raras. Confío en quienes puedan atestiguarlo lo hagan público en su integridad y con toda exactitud. Se trata de que un día el Papa Juan XXIII encargó expresamente a un cardenal de la Curia Romana que en su visita a Franco le trasmitiese una bendición especial y le asegurase la gran estima y cariño que el Papa le tenía, añadiendo que, por ciertas circunstancias, el Papa no podía decir públicamente su sentir. Franco escuchó este mensaje en posición militar de firme y con lágrimas de emoción".


Monseñor Guerra Campos


2 comentarios:

  1. "Muerto el Perro se acabo la rabia"

    Sabias palabras.

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  2. Señor leonardopisano2:

    Ese "perro" del que usted habla hizo lo que nunca logró la república en toda su historia: la unificación de la Patria. Y si usted está azarado porque sus amados rojos (por culpa propia) perdieron la guerra, tenga dignidad en aceptarla.

    Las guerras se ganan combatiendo como hombres armados, no denigrando como mujerzuelas.

    Me despido con otras sabias palabras: "Nunca muerdas la mano de Aquél que te alimenta."

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