OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

martes, 28 de febrero de 2012

NUESTROS MÁRTIRES

MATIAS MONTERO Y RODRIGUEZ DE TRUJILLO

Estudiante santanderino de 5º de Medicina en la Universidad de Madrid. Fundador del SEU, había estado protegiendo la venta del nº6 del semanario F.E. Cuando, en solitario, regresaba a su casa,09 de febrero de 1934, por la C/ Juan Alvarez de Mendizábal, 2 pistoleros emboscados en una esquina hacen fuego sobre él, dos impactos le atraviesan la espalda interesando órganos vitales, entre ellos el corazón, es rematado, ya en el suelo, con tres disparos que le atraviesan el vientre. Trasladado de urgencia a la Casa de Socorro de Palacio, ingresa cadáver, allí se certifica que la causa de la muerte habían sido los dos primeros disparos.
Uno de los asesinos, Francisco Tello de Tortajada, afiliado a las Juventudes Socialistas y a la UGT, es detenido previa persecución por un transeúnte por el Inspector de Policía Justino Arenillas Caballero (asesinado después en el Madrid de las checas izquierdistas).
Matías Montero era huérfano y vivía con sus dos hermanos en casa de sus tíos en la C/ Marqués de Urquijo nº 21-3º. Procedía de la marxista F.U.E. y se da la circunstancia de que el 9 de febrero, pero de 1931, tras leer el manifiesto de La Conquista del Estado envió su adhesión a Ramiro Ledesma (siendo la primera adhesión que obtuvo). El 14 de marzo de 1932, al fundarse las JONS, se inscribe en ellas.

EL TESTIMONIO DE LOS SABIOS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

MODERNOS Y CONTEMPORÁNEOS

LINNEO

Nació en 1707 en Suecia y se dedicó especialmente al estudio de las plantas o reino vegetal, ciencia que recibió después el nombre de Botánica, de la cual puede decirse que fue el fundador. Sobre ella escribió más de 15 publicaciones que aún se leen con admiración.

Hombre amante de la naturaleza, de gran talento e incansable en el trabajo. Su religiosidad manifiesta y fervorosa la demostró particularmente en el epitafio que él mismo dejó escrito para su sepulcro. En él da las gracias de Dios por el gozo que había experimentado en la contemplación de las obras salidas de las manos del Creador y pide humildemente perdón por si algo no acertó a comprender.

Creeríamos estar oyendo a un místico, al leer sus expresiones: “Salía yo, dice, de un sueño cuando Dios pasó de lado, cerca de mí, le vi y me llené de asombro… He rastreado las huellas de su acción en las criaturas y, en todas, aun en las más ínfimas y más cercanas, la nada, ¡qué poder, qué sabiduría, qué insondables perfecciones no he encontrado!”


COPÉRNICO

Es natural de Polonia y nació en 1473. Su libro más famoso es el: “De rebolucionibus orbium caelestium”, en seis tratados. En él prueba la esfericidad de la Tierra, expone sus movimientos y la rotación de todo el sistema solar. Pero su mayor gloria estriba en haber sido, si no el creador de la teoría “Heliocéntrica” pues ésta ya había sido sospechada y propuesta por algunos filósofos griegos varios siglos antes de Jesucristo, el que mejor supo defenderla y llevarla a su triunfo definitivo. En ella proclama la revolución de la Tierra y de los planetas alrededor del sol, en contra de la llamada Geocéntrica, hasta entonces la única conocida y admitida, que hacía a nuestra morada centro del mundo.

La teoría escandalizó a muchos por la atrevida novedad, pero las asperezas se fueron limando poco a poco a medida que fueron conociéndose mejor la estructura y orden del cosmos.

Para conocer la religiosidad de Copérnico, basta recordar aquellas palabras suyas: “Si existe una Ciencia que eleve el alma del hombre y la remonte a lo alto en medio de las pequeñeces de la Tierra, es la Astronomía…, pues no se puede contemplar el orden magnifico que gobierna el Universo sin mirar ante sí y en todas las cosas al Creador mismo, fuente de todo bien”.

Fuente "A Dios por la ciencia" R. P. Jesús Simón S. J.

ROSARIO REPARADOR

Viernes 2 de marzo

Santo Rosario frente a la exposición blasfema "Obscenity" ´(Sala Fresh Gallery)

20 h.

C/ Conde de Aranda 5. Madrid.

(Metro Retiro)

El Círculo Antonio Molle Lazo se suma a esta nueva convocatoria de

http://rosarioreparador.blogspot.com/2012/02/nuevo-rosario-reparador.html

e invita a todos sus miembros y amigos a participar en este acto de reparación por la ofensa inferida al mismo Dios, y no por la libertad religiosa como proponen algunos.

Círculo Cultural Antonio Molle Lazo
Secretaría

http://mollelazo.blogspot.com

lunes, 27 de febrero de 2012

PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA CON LA FRATERNIDAD DE CRISTO SACERDOTE Y SANTA MARÍA REINA


Acogiendo la sugerencia del Santo Padre Benedicto XVI y de la Santa Sede con motivo del Año de la Fe la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina organiza una peregrinación a Tierra Santa.

Durante la peregrinación los fieles tendrán oportunidad de meditar sobre el Credo Apostólico, participar en la celebración diaria de la Santa Misa, diversos momentos de oración y de recibir el sacramento de la penitencia.



Para más información, pinchar en la imagen.

viernes, 24 de febrero de 2012

SOBRE LA SANTA CUARESMA

"Memento homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris"

Carta del Cardenal Giuseppe Sarto, fechada el 17 de febrero de 1895, siendo entonces Patriarca de Venecia y venerado hoy en todo el orbe católico como San Pío X, Papa

Teniendo como deber, por exigencias de mi ministerio apostólico, exhortar a todos a observar puntualmente el cumplimiento de la Santa Cuaresma, y de esta forma estar en actitud digna de recibir a Jesucristo en la solemnidad pascual, se abren mis labios espontáneamente con esas palabras con las que la Santa Liturgia inicia este tiempo de retiro, de ayuno y de oración

“Transcurrido el pasado tiempo en medio de la somnolencia y de una detestable indiferencia y ociosidad, levantémonos con presteza de nuestro sueño y cubrámonos de ceniza, puesto el cilicio y con ayunos y llantos invoquemos al Señor; haciendo penitencia para enmendarnos del mal que por ignorancia o malicia hayamos cometido.”

Mas si esta exhortación al ayuno, al cilicio y a la penitencia supusiese demasiado para el espíritu mundano, entremos no obstante en el espíritu de la Iglesia que como Madre benigna, y con el deseo de adaptarse a la fragilidad de sus hijos, ha mitigado todas estas prácticas santas, por lo cual no puedo dejar de traer aquí las palabras de San Pedro dirigidas a los cristianos de su tiempo: “Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario el diablo da vueltas a vuestro alrededor, como león rugiente, buscando a quien devorar: resistidle fuertes en la Fe” (I Pedro V, 8-9); y sin ninguna duda, si practican estos santos consejos, la Santa Cuaresma será un tiempo aceptable, será el tiempo de la salvación.

Necesidad de la Penitencia.

La recta razón y la Fe nos manifiestan conjuntamente esta verdad: fue precisamente en el momento en que se rompió la amistad con Dios en el Paraíso terrenal, cuando se suscitó dentro de nosotros la concupiscencia, incentivo y alimento de las más escondidas pasiones, germen de los vicios y causa fatal de la guerra entablada entre la carne y el espíritu, la cual con magistrales trazos y elocuentes palabras fue descrita por San Pablo de la forma siguiente: “Me complazco en la Ley de Dios según el hombre interior: mas llevo otra ley en mis miembros opuesta a la ley del espíritu, que me hace esclavo de la ley del pecado, y esta ley está impresa en mis miembros. ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”. El único remedio para obtener esta liberación es combatir en nosotros esa raíz que es la causa principal de nuestros vicios y de nuestras pasiones, y como nuestro gran enemigo es el cuerpo, habrá que esforzarse en humillarlo para reconducirlo a su verdadero fin, dada la carga de pereza que lleva consigo, y mediante esta humillación se adquirirá una vida más vigorosa en perfecta armonía con el espíritu.

Templanza corporal.

¿Cómo podrá llevarse a cabo este prodigio? Por el amor cristiano y la virtud de la penitencia, la abnegación del propio yo, el abandono del mundo, las mortificaciones y la cruz. Para todos aquellos cristianos que no tienen el valor de imponerse otros sacrificios, se tornan necesarias aquellas virtudes prácticas ya en los círculos paganos, pero conocidas solamente desde un punto de vista natural, tales como la templanza que regula el uso de las cosas puestas a nuestro servicio y que afectan nuestros sentidos, sin quedar prohibido el placer, pero limitándolo a ponerlo en conformidad con la razón y la santa ley de Dios. Virtudes que en la Sagrada Escritura vienen plasmadas en la abstinencia que modera el uso de los alimentos, la sobriedad que nos aleja del exceso en el consumo de bebidas alcohólicas, la castidad que lleva a sus justos términos, dentro del deber, la inclinación carnal, el pudor que nos defiende contra todo aquello capaz de dañar la pureza, la humildad que nos hace que otorguemos a Dios todo el bien que podamos hacer y la dulzura que mantiene el alma serena en la tranquilidad. Todas estas virtudes, elevadas así al rango de su verdadera dignidad, deben ser practicadas.

Entiéndase bien que cuando recomendamos la templanza no exhortamos a que se deje el mundo alejándose del propio hogar, solamente queremos decir que permaneciendo en el mundo no sigan sin embargo sus preceptos, opuestos a una vida santa, ni practiquen sus obras, sino que dentro del mundo vivan con un cristiano distanciamiento.

Tampoco quiero decir que maceren con austeridad sus cuerpos, sino que procediendo en toda obra con la necesaria virtud, mortifiquen las pasiones de tal manera que rindan un buen servicio al espíritu en lugar de oprimirlo y acallarlo. Tampoco deseo exhortar a que ayunen durante un número de días superior a lo ya establecido, sino que observen un ayuno discreto, el prescrito por la Santa Iglesia, que conoce bien la fragilidad de sus hijos: ayuno que desde la época antigua no nos recuerda sino que debemos sentirnos confundidos y humillados.

Templanza espiritual.

Dado que el hombre está compuesto de cuerpo y de espíritu, conviene añadir a la templanza de tipo corporal la templanza espiritual, la cual es más y más larga y penosa en la medida que resulta indispensable para resistir a ciertos impulsos, cortar ciertos afectos o poner orden en determinadas inclinaciones.

La templanza mesura el uso de las cosas de la tierra, nos pone en guardia en cuanto a la vestimenta, amor de los placeres, el deseo de conocer y saberlo todo, en guardia respecto a espectáculos, amistades, modas y demás aspectos de la vida. No concuerda bien con la templanza el espíritu de impaciencia que trae consigo la discordia, e igualmente si existe rechazo hacia una determinada persona, con la templanza este espíritu se cambia en una actitud de dulzura, de amor, de buena voluntad, decidiéndose a actuar con corazón sincero y generoso. Con la templanza se llega a desarraigar también cualquier afecto desordenado, como el que a veces ciertos padres sienten por sus hijos, queriendo poseerlos exclusivamente, desarraigar también los conatos de envidia por lo que no llegamos a tolerar a los demás, situando nuestro bien en el mal ajeno: desarraigar nuestro orgullo que domina tal vez nuestros pensamientos, haciendo inflexibles nuestras decisiones, no pudiendo tolerar cualquier consejo o aviso por parte de los otros. La templanza siempre está vigilante para hacer valer la ley, las formas y las buenas maneras en todos los arranques de nuestro corazón, no permitiendo ir más allá de los límites de la razón y de la Fe.

El camino y el medio más seguro para que no nos dominen las pasiones es de conservar la templanza y no dejarnos sorprender; y así nos lo recomienda el Apóstol cuando nos dice que vigilemos frente al enemigo: “vigilad porque el diablo, vuestro adversario, da vueltas en torno vuestro buscando a quien devorar”. Y démonos cuenta que cuanto abarca nuestra mirada todo puede ser nuestro enemigo: nuestra propia casa y nuestra propia persona, lo más cercano a nosotros puede ser nuestro adversario más encarnizado, alimentando nuestras pasiones y deseos, y por eso nuestra propia carne es la que con más furor nos asalta, sin tregua, existiendo hasta la muerte esa enemistad entre ella y el espíritu.

Amadísimos hijos, estad vigilantes para que no seáis presa de las sugestiones de la carne que se lamenta de su propia impotencia para guardar la práctica del ayuno y de la abstinencia, y por lo tanto no olvidéis que un cuerpo demasiado bien alimentado es enemigo de lo espiritual.

Cuidad vuestra mirada ya que por lo ojos entran las funestas imaginaciones en la mente y los afectos perversos invaden el corazón. Preservad los oídos ya que a través de ellos el espíritu puede verse atrapado en sugestiones maliciosas. Igualmente mucha atención con la lengua, porque aquel que habla mucho no estará exento de culpa; y de forma especial tengamos sumo cuidado con nuestro enemigo más recalcitrante, el amor propio, que finge, seduce y engaña, valiéndose de mil maneras para no ser reconocido.

No olvidemos que una simple antipatía –así nos parece– que sentimos por algunos de nuestros hermanos puede convertirse sin pasar mucho tiempo en una abierta enemistad. Si se siente una inclinación especial hacia una determinada persona, afecto inocente por otra parte, no bajemos la guardia, pues en caso contrario se verá afectada la castidad, y tanto en el trato como en las expresiones seamos puros y moderados. En cuanto a los bienes materiales guardémoslos como conviene pero estando muy atentos que este cuidado no acabe en una dañina avaricia. Aunque se afirme que ciertos espectáculos y lecturas no son peligrosos, conviene recordar que la serpiente maligna permanece oculta e incluso en las flores y en el aire que se respira puede haber un veneno mortal.

No olvidemos nunca que nuestro adversario, que se esconde para atacarnos, no nos presente desde el primer momento el mal, sino que después de mostrarnos algún bien nos lleva poco a poco a un espíritu de tibieza en el servicio divino y tras esto nos hunde en la disipación y la ruina o apatía.

Firmeza en la verdad.

Si existe un tiempo en el cual debemos estar vigilantes de una forma especial es el de nuestros días, pues el mundo, con espíritu diabólico, favorece y ayuda a los perversos planes, sobre todo dirigidos contra la Iglesia, con el fin de provocar sentimientos antirreligiosos, y así disminuir el prestigio y la reputación respecto a los hombres que la gobiernan, haciendo resaltar todos los defectos, en todos los grados de la jerarquía, por lo cual concluimos con el Apóstol: resistid fuertes en la fe. Permaneced firmes en la verdad que se encuentra substancialmente en Jesucristo, a quien Dios Padre ha constituido piedra angular en la edificación de la nueva Jerusalén, la Iglesia Católica, y todo aquel que tenga en El cimentada su Fe no será confundido. Fuente de gracia para los que son fieles, esta piedra misteriosa se convierte sin embargo en piedra de escándalo y de ruina para todos los que pretenden edificar sin ponerla como base en sus sistemas.

Estad alertas, queridísimos hijos, y mantened viva la Fe; guardaos de sus enemigos declarados, que han dejado arrinconado en el pasado el carácter secreto de sus conciliábulos, y ahora, con banderas desplegadas, se esfuerzan por arrebatar al pueblo su joya más valiosa: La Fe; y esto, con sutiles artimañas intentan socavar la autoridad de la Iglesia y de sus ministros denunciándolos como perturbadores, blanco de todas las sospechas y extremistas, hasta tal punto que no pocos católicos, ingenuos o hipócritas, acaban por admitir todas estas cosas, y se creen cuando les dicen que no se combate a la religión, sino que únicamente se quiere liberarla de los abusos que se han introducido, separar la Religión y la política; no se quiere perseguir a la Iglesia, pero hay que saber –dicen ellos que no se puede actuar rectamente si se desconoce el espíritu de los tiempos. Deseamos el bien de los pueblos, afirman, para lo ual nos empeñamos en la paz de todas las naciones.

Resistid fuertes en la fe, decimos a aquellos cristianos que conociendo sólo superficialmente la ciencia de la Religión, y practicándola menos, pretenden erigirse en maestros de la Iglesia afirmando que debe adaptarse a las exigencias de los tiempos, sacrificando para ellos algún punto de la integridad de sus santas leyes; que el derecho público de la cristiandad debe mostrarse sumiso entre los grandes Principios de la era moderna, y manifestar esta sumisión ante el nuevo vencedor, incluso la moral evangélica, demasiado severa, debe adaptarse a estas nuevas normas mas complacientes y acomodaticias. Finalmente la disciplina eclesiástica debe prescindir de sus prescripciones que resultan molestas a la naturaleza humana, para abrir paso al progreso de la ley en la libertad y amor.

Resistid fuertes en la fe, contra todos aquellos que pretenden dirigir y guiar a la Iglesia en provecho de sus propios intereses y decisiones, juzgando sus enseñanzas e impidiendo sus censuras y condenas; todo esto constituye un pecado enorme de soberbia, y para no ser víctimas de su gran castigo, tengamos el valor de luchar en nuestra sociedad contra todos estos enemigos, descubriendo la malicia de sus ideas perniciosas y haciendo frente al terror de sus maquinaciones o desafiando sus ironías o insultos.

Resistid fuertes en la fe, especialmente los que se glorían en verdad del nombre de católicos, sobre todo para no dejarse seducir por los falsos apóstoles que como Satanás se disfrazan de ángeles de luz, y fingen lamentos, temores e inquietudes por los males de la Iglesia y por los peligros por los que atraviesa, y en virtud de una caridad fingida y con un corazón hipócrita aceptan las máximas que poco a poco llevan a la Iglesia a una situación de enfermedad y de males mortales

Aunque es cierto que ciertos triunfos de la moderna iniquidad pueden escandalizarnos y poner a prueba nuestra fe en la providencia, sin embargo la fuerza misma de los acontecimientos va serenando la inquietud de la Fe. Las Sagradas Letras nos advierten así:

“¡Ay de los que al mal llaman bien, que de la luz hacen tinieblas y de las tinieblas luz, y dan lo amargo por lo dulce y lo dulce por lo amargo! ¡Ay de los que son sabios a sus ojos, y son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y fuertes para mezclar licores; de los que por cohecho dan justo al impío y quitan al justo su justicia!” Y en otro pasaje dice: “¡Ay de ti, Asur, vara de mi cólera, bastón de mi furor! Yo le mandé con una gente impía, le envié contra el pueblo objeto de mi furor, para que saquease e hiciera de él su botín, y le pisase como se pisa el polvo de las calles, pero él no tuvo los mismos designios, no eran éstos los pensamientos de su corazón, su deseo era desarraigar, exterminar pueblos en gran número.”

¡Como los acontecimientos que contemplamos en la Iglesia se ven iluminados con estos pasajes! Meditémoslos, queridísimos hijos, y aceptemos todo lo que sucede como una prueba y una expiación; convirtámonos al Señor y respondamos con prontitud a la paternal llamada de su misericordia. Que estos días de la Santa Cuaresma sean para nosotros días de propiciación y así nos encontremos algo más dignos para celebrar con Nuestro Señor Jesucristo la gloriosa Pascua de Resurrección.

martes, 7 de febrero de 2012

SANTA MISA TRIDENTINA EN DAIMIEL (CIUDAD REAL)

San Vicente María Strambi

El próximo domingo 12 de febrero, DOMINICA IN SEXAGESIMA, se celebrará, D.m, la Santa Misa Tridentina en la localidad de Daimiel en la Iglesia de los Padres Pasionistas (ermita del Cristo de la Luz) a las 18:30 H. La oficiará el R. P. Eduardo Montes, de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X.

ÉSTA SOCIEDAD MISERABLE...

Finis venit, venit finis: evigilavit adversum te, ecce venit

El fin llega, llega el fin; se ha despertado contra ti, helo aquí que viene.

Viene el exterminio sobre ti que habitas esta tierra; llega ya el tiempo, cerca está el día de la mortandad, y no de alborozo, en los montes.

Yo, pues, me acerco ya para derramar mi ira sobre ti, y desahogaré en ti mi furor, y te castigaré según tus obras y colocaré sobre ti todas tus maldades.

Y no te miraré con ojos benignos, ni me apiadaré de ti, sino que te echaré a cuestas todas tus maldades, y pondré delante de ti tus abominaciones; y conoceréis que yo soy el Señor que castigo. (Ezequiel 7 6-9)

viernes, 3 de febrero de 2012

PARA MEDITAR LOS VIERNES

"O vos omnes qui transitis per viam, attendite et videte: si est dolor similis sicut dolor meus"

¡Oh Madre mía!, se acerca la hora de la separación y yo quiero estar junto a ti. Dame tu amor y tus reparaciones, dame tu dolor, que junto contigo quiero seguir paso a paso a mi adorado Jesús.

Ya Jesús viene, y tú, con el alma rebosante de amor, corres a su encuentro, y al verlo tan pálido y triste se te rompe el Corazón por el dolor, las fuerzas te abandonan y estás a punto de desplomarte a sus pies...

¡Oh dulce Madre!, ¿sabes para qué ha venido Jesús? Ha venido para decirte por última vez « adiós », para decirte su última palabra, para recibir tu último abrazo. Madre mía, me abrazo a ti con toda la ternura de la que es capaz mi pobre corazón, para que abrazado y unido a ti, pueda yo también recibir los abrazos de mi adorado Jesús. ¿Me desdeñarás acaso o no es más bien un consuelo para tu Corazón tener un alma a tu lado que comparta contigo tus penas, tus afectos y tus reparaciones?

En esta hora tan desgarradora para tu tiernísimo Corazón, ¡qué lección nos das, oh Jesús, de filial y amorosa obediencia para con tu Madre! ¡Qué dulce armonía la que existe entre ustedes dos! ¡Qué suave encanto de amor, que se eleva hasta el trono del Eterno y se dilata para salvar a todas las criaturas de la tierra!

Celestial Madre mía, ¿sabes lo que quiere de ti nuestro adorado Jesús? No otra cosa que tu última bendición. Es verdad que de todas las partículas de tu ser no salen más que bendiciones y alabanzas a tu Creador, pero Jesús, al despedirse de ti, quiere oír esa dulce palabra de tu boca: « Te bendigo, hijo mío ». Y ese « te bendigo » apaga en sus oídos las blasfemias y penetra suavemente y con tanta dulzura dentro de su Corazón; ¡ah, sí!, Jesús quiere oír de ti ese « te bendigo » para poner como un muro de protección que lo defienda contra las ofensas que recibe de parte de todas las criaturas.

También yo me uno a ti, dulce Madre mía; sobre las alas de los vientos quiero atravesar los cielos para pedirle al Padre y al Espíritu Santo, y a todos los ángeles su bendición, y así poder traérsela a Jesús; y aquí en la tierra quiero pedirles a todas las criaturas y obtener de cada boca, de cada latido y de cada paso, de cada respiro, de cada mirada y de cada pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jesús, y si nadie me las quiere dar, yo quiero dárselas por ellos.

¡Oh dulce Madre!, después de haber recorrido una y otra vez cielos y tierra para pedirle a la Sacrosanta Trinidad, a los ángeles, a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las flores, a las olas del mar, a cada soplo del viento, a cada llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al parpadear de las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza un « te bendigo » para Jesús, vuelvo a ti y uno mis bendiciones a las tuyas. Dulce Madre mía, veo que tú recibes consuelo y alivio y le ofreces a Jesús mis bendiciones para reparar todas las blasfemias y las maldiciones que recibe de parte de las criaturas, pero mientras yo te ofrezco todo, oigo tu voz que dice temblando: « ¡Hijo, bendíceme tú también a mí! ».

Dulce Amor mío, bendíceme a mí también al bendecir a tu Madre, bendice mis pensamientos, mi corazón, mis manos, mis pasos, mis obras y mientras bendices a tu Madre bendice también a todas las criaturas.

Madre mía, al ver el rostro de Jesús pálido, triste y afligido, se despierta en ti el recuerdo de los dolores que dentro de poco tendrá que sufrir. Prevés su rostro cubierto de salivazos y lo bendices; su cabeza traspasada por las espinas, sus ojos vendados, su cuerpo destrozado por la flagelación, sus manos y sus pies atravesados por los clavos, y por todo lo bendices; y por todos aquellos lugares por los que irá pasando tú lo sigues con tus bendiciones. Yo también junto contigo lo sigo cuando Jesús será flagelado, clavado en la cruz, abofeteado, coronado de espinas..., en todo hallará junto con tus bendiciones las mías.

¡Oh Jesús, Madre mía, los compadezco! Es inmenso su dolor en estos últimos momentos; parece que el Corazón de uno destroce el Corazón del otro.

Madre Santísima, arranca mi corazón de la tierra y átalo fuertemente a Jesús, para que abrazado a él pueda tomar parte en tus dolores; y mientras se estrechan y se abrazan el uno al otro, mientras se ven y se besan por última vez, quiero estar entre sus Corazones para poder recibir yo también sus últimos besos, sus últimos abrazos. ¿No ven que no puedo vivir sin ustedes a pesar de mis miserias y de mi frialdad? Jesús, Madre mía, ténganme abrazado a ustedes; denme su amor, su Voluntad; hieran mi pobre corazón, estréchenme en sus brazos, y junto contigo, ¡oh dulce Madre mía!, quiero seguir paso a paso a mi adorado Jesús con la intención de darle consuelo, alivio, amor y reparación por todos.

Jesús mío, junto con tu Madre, beso tu pie izquierdo, suplicándote que quieras perdonarme a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos caminado hacia Dios.

Beso tu pie derecho; perdóname y perdónanos a todos por todas las veces que no hemos seguido la perfección que tú querías de nosotros.

Beso tu mano izquierda; comunícanos tu pureza.

Beso tu mano derecha, y tú bendice todos los latidos de mi corazón, mis pensamientos, mis afectos, para que teniendo el mismo valor que tiene tu bendición todos queden santificados; junto conmigo bendice también a todas las criaturas, y que tu bendición sea el sello de la salvación de sus almas.

¡Oh Jesús!, junto con tu Madre te abrazo, y besando tu Corazón, te ruego que pongas entre tu Corazón y el de tu Madre Santísima, el mío, para que se alimente continuamente de su amor, de su dolor, de sus mismos afectos y deseos, y de su misma vida. Así sea.