OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

viernes, 31 de diciembre de 2010

AL FINALIZAR EL AÑO...


Padre nuestro que estás en los cielos,dueño de la Verdad, del tiempo y de la eternidad: Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar el año 2010, en nombre propio y de los míos, queremos darte gracias, por todo aquello que recibimos de Ti.

Gracias por la familia que nos diste, por la vida y el amor, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Gracias por acogernos en tu verdadera Iglesia. Te ofrecemos todo cuanto hicimos este año que termina. El trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir de positivo.

También, Señor, hoy queremos pedirte perdón.Perdón por nuestros pecados, por el mal que hemos causado, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por las omisiones, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho. Y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración, que poco a poco, fuimos aplazando y que hasta ahora hacemos para agradecerte todo lo que nos has dado. Por todos nuestros olvidos, descuidos y silencios. Nuevamente te pedimos perdón, Señor.

Iniciaremos un nuevo año y detenemos nuestra vida, ante el nuevo calendario aún sin estrenar. Te presentamos estos futuros 365 días, que sólo Tú sabes, quienes llegaremos a vivirlos completos. Si no los terminamos... ayúdanos a morir en Ti, en gracia santificante, luego de haber acudido, sinceramente contritos, al tribunal del confesionario.

Hoy te pedimos para cada uno de nosotros, la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la caridad y la sabiduría, el empeño para serte fieles y vivir siempre en tu Gracia, pues sólo en Gracia se transita el camino seguro. Sólo el necio esto no lo entiende, por lo que te pedimos que nos quites cualquier venda que nos impida ver nuestra estulticia.

Señor, ayúdanos a ser celosos de tu gloria y la de tu Iglesia, y vivir sólo por Ti, en Ti y para Ti. Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz, que busque siempre la Verdad de tu Palabra. Que nada nos arranque de ella, pues tu fe es nuestro mayor tesoro.

Cierra Tú nuestros oídos, a toda calumnia, a las falsas doctrinas contra tu Palabra. Y nuestros labios, a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno.

Que nuestro espíritu, se llene sólo de bendiciones, y las derrame a nuestro paso. Cólmanos de bondad y de alegría, para que cuantos conviven con nosotros, o los que se acerquen, encuentren en nuestras vida, un poquito de Ti.

Gracias, Señor, por todo y perdona nuestras deudas contigo. Guíanos a todos por la senda del camino estrecho que nos permita un día entrar por la puerta angosta y estar en tu regazo eterno para bendecirte por los siglos de los siglos. Si para ello es necesario que utilices tu mano derecha que nos sacuda, de antemano aceptamos cualquier pena y dolor por difíciles que sean.

Danos un feliz 2011 y enséñanos a amarte viviendo siempre en tu gracia, y seguirte con plena fidelidad. Gracias, Señor, por todas las bendiciones del pasado año, así como por las que derramarás el que inicia.

Inmaculado Corazón de María, encadena a tu Corazón a toda la familia mía. AMÉN.

UNA FELICITACIÓN COMO DIOS MANDA

jueves, 30 de diciembre de 2010

LA VOZ DE UN PROFETA


"Falange Española no es un partido más al servicio del capitalismo. ¡Mienten quienes lo dicen! El capitalismo considera a la producción desde su solo punto de vista, como sistema de enriquecimiento de unos cuantos. Mientras que F.E. considera a la producción como conjunto, como una empresa común, en la que se ha de lograr, cueste lo que cueste, el bienestar de todos" (José Antonio, FE nº2 "a los obreros", 11 de enero de 1934)

lunes, 27 de diciembre de 2010

EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE, IV


ENTRE LOS DOS TESTAMENTOS

Desde el tiempo de la crisis de los Macabeos, comenzó a florecer la literatura apocalíptica judía con los relatos de visiones de cosas futuras. Este tiempo de literatura, conocida para nosotros principalmente en los libros de Ezequiel, Daniel y el Apocalipsis de San Juan, podría encontrarse en muchas obras de este período: el Libro de Henoc, el Apocalipsis de Moisés, el Testamento de los Doce Patriarcas, etc. Aunque este tipo de escritos, que floreció en los comienzos de nuestra era cristiana, tiene sus raíces en las obras proféticas que les precedieron, se distinguen de ellos claramente.

Para los profetas y sus contemporáneos, el horizonte de la historia estaba limitado por el Juicio que esperaba a las naciones, y el objeto principal de su esperanza era la venida del Mesías. Para los escritores apocalípticos sin embargo, el gran Juicio era el punto Terminal de toda la Historia. Separaría este mundo, donde mandan los poderes satánicos, del mundo futuro, donde Dios reinará eternamente.

Consecuentemente, mientras que los profetas ponían todas sus esperanzas en el futuro de la nación como un todo, en la reforma y restauración del Pueblo de Dios, los escritores apocalípticos centraban toda su expectación en la edad futura, en el Reino de Dios, cuyo primer acto sería la resurrección de los santos y de los mártires. El periodo Macabeo fue particularmente favorable para la expresión de tales aspiraciones. La idea de una retribución inmediatamente después de la muerte comenzó a emerger; la brecha entre esta vida y la otra comenzaba a cerrarse.

En adelante era la muerte, y no el juicio final, la que realizaba la gran división entre este mundo y el del más allá. Comenzó a aclararse cada vez más que la suerte del justo era radicalmente diferente de la del malvado; de aquí que el mérito se hizo un factor con el que había que contar en las especulaciones sobre el más allá. Con la idea del mérito y de sus diversos grados comenzó un mayor refinamiento en las exigencias morales del Judaísmo palestiniano. La imaginación judía comenzó a dividir el mundo inferior en varios compartimentos para las almas diversas según el mérito justo de cada una.

Mientras que las exigencias morales y religiosas de la vida de Israel llevaban a un desarrollo gradual pero seguro de la doctrina del más allá, el misterio del sufrimiento del justo, de las tribulaciones del propio Pueblo de Dios, aceleraban el día de una solución más aceptada al problema de las relaciones de esta vida con la vida del más allá.

En el Judaísmo helenístico, el pensamiento griego podría haber ayudado a explicar lo que los judíos enseñaban a cerca de la naturaleza del hombre y lo que creían en torno a su último fin. La descripción de Josefa de “la inamovible convicción” de los Esenios del Mar Muerto, de que los cuerpos eran corruptibles y que las almas eran inmortales, y que, una vez libre de las cadenas de la carne, las almas “se regocijan y se elevan arriba”, muestra la exención de esta influencia helénica.

Debemos tener presente, sin embargo, que diferentemente de las especulaciones de los griegos, los dogmas de los Esenios eran la expresión de su fe. Ellos expresaban esta fe no en términos humanos, sino en los términos de la relación del hombre con Dios, en términos de salvación y liberación del hombre.

Pero, a pesar de esta creencia en la inmortalidad del alma, las disputas rabínicas de este período muestran una notable incapacidad de ir más allá de los confines de las imágenes materiales y de los conceptos. Así el bien conocido pesimismo de la actitud de los Saduceos en frente de la muerte puede ser resumido en estas palabras de Qohelet:

“Mientras uno vive hay esperanza, que mejor es perro vivo que león muerto; pues los vivos saben que han de morir, mas el muerto nada sabe y ya no espera recompensa… No toman ya parte alguna en lo que sucede bajo el sol” (Ecle. 9, 4-6)

Lo Fariseos, por otro lado, eran más optimistas (cf. Hech. 23, 8), demostrando su esperanza en la resurrección. Estas palabras de Daniel pueden servirnos como un sumario de sus creencias:

“Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión” (Dan. 12, 2)

A pesar de las variadas posturas del mundo antiguo ante el misterio de la muerte, todas ellas participan de unos rasgos comunes. Mucho se ha dicho sobre la muerte, pero muy poco sobre el agonizante. Con frecuencia los hombres han discutido sobre la vida de aquí y la del más allá, pero han prestado muy poca atención al hecho real del paso de una a la otra. La esperanza de los escribas y los filósofos antiguos fue frecuentemente incierta y ambivalente, y de aquí su hermandad en la desesperación.

Ni la promesa de los campos Elíseos ni la esperanza de la resurrección nunca evocaron en los paganos ni en los Judíos un anhelo, un deseo ardiente de morir (cf. Fili. 1, 23). Aun la paz y la compostura de Sócrates, la más noble encarnación del mundo griego y de sus ideales, nos deja, al contemplar su muerte, extrañadamente desconcertados por su casi inhumano desapasionamiento. Debió de haber sido una muerte hermosa; pero el apropiarse de la muerte y resurrección de Cristo es lo que nos hace exultar de alegría:

“Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?” (1 Cor. 15, 55)


Colección "Teología para todos" de Stanley B. Marrow S. J.

viernes, 24 de diciembre de 2010

miércoles, 22 de diciembre de 2010

NUESTROS MÁRTIRES


BEATO MARTÍN MARTÍNEZ PASCUAL

Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel, diócesis de Zaragoza. Murió asesinado por la horda marxista en su pueblo el 18 de agosto de 1936, a la edad de 25 años, siendo Prefecto en el Colegio de San José de Murcia y profesor del Seminario de San Fulgencio de dicha ciudad.
La foto fue tomada unos segundos antes de su fusilamiento por un reportero ruso. Llama la atención la serenidad de su rostro ante la inminencia de la muerte.

El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia.


Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.



Fuente "FAMILIARES Y AMIGOS DE LOS REPRESALIADOS POR LA 2ª REPÚBLICA (1931-1939) - ASESINADOS por el odio marxista (socialista y comunista). (FACEBOOK)

lunes, 13 de diciembre de 2010

EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE, III


EL ANTIGUO TESTAMENTO

Es un hecho curioso que el primer pedazo de tierra adquirido por Abraham en el país al cual el Señor le había llamado, fue el de una sepultura.

“Soy entre vosotros extranjero y huésped. Dadme en propiedad una sepultura donde pueda enterrar a mi muerta” (Gen. 23, 4)

La solicitud de Abraham por el entierro de sus muertos no era únicamente por razones de higiene o por gustos estéticos. El sepelio de los muertos era una obligación de piedad para el israelita. Sin participar de las galas externas de los ritos funerarios de sus vecinos, los israelitas otorgaban a sus muertos un entierro digno, incluso a los condenados por criminales. Para ellos ningún fin era más maldito, que la cremación, una abominación ante la presencia de Dios y cercana a la participación en los fuegos eternos.

¿Por qué, esta solicitud por el entierro de los muertos? ¿A dónde iban ellos después de la muerte? A estas y otras preguntas semejantes, el Antiguo Testamento da, como mucho, unas respuestas vagas y confusas. Los muertos “descienden al sehol”, que es “el lugar de reunión para todos lo mortales” (Job. 30, 23). Se reunían con sus antepasados; iban a reunirse en paz con sus padres (Gen. 15, 15). La idea de estar reunidos con los suyos, de descender a la cita de todos los vivos, nos da una explicación del cuidado del israelita por las tumbas familiares y de sus deseos por ser enterrados con los suyos.

“No me sepultes en Egipto. Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y sepúltame en sus sepulturas” (Gen. 47, 29-30)

Los israelitas no especulaban mucho sobre el “sehol”, el vientre estéril; la tierra que no se harta de agua y el fuego, que nunca dice: ¡basta! (Prov. 30, 16). Pintaban “el sombrío infierno” como un lugar oscuro y cavernoso, en alguna parte de las profundidades suboceánicas, un país sin retorno, “la región de las tinieblas y sombras de la muerte, tierra de espantosa confusión, donde la claridad misma es noche oscura” (Job. 10, 22). Era un lugar donde los hombres moraban lejos de Dios, incapaces de acordarse de Él ni de bendecirle:

“Porque en la muerte no se hace ya memoria de Ti, en el sepulcro ¿quién te alabará?” (Sal. 6, 6)
“Porque no puede alabarte el sepulcro, no puede celebrarte la muerte ni pueden los que descienden a la fosa esperar en tu fidelidad” (Isa. 38, 18)

Pero ¿era la muerte el final verdadero? ¿Existía alguna esperanza más allá de la tumba? ¿Era la vida sobre la tierra la única vida verdadera? En la pedagogía progresiva del Antiguo Testamento, bajo la gradual salida del sol de la Revelación, ciertos rincones oscuros del misterio de la muerte fueron iluminados.

A través de su historia larga y turbulenta, Israel recordaba, o le hacían recordar, su Alianza con Yahveh. Su fe en la Alianza era algo más que un asentamiento individual o personal; era un compromiso nacional y comunitario. En este contexto, la muerte del individuo dentro de la comunidad así comprometida, podría no haber sido, en el principio al menos, el problema agónico que era para las últimas generaciones. Israel estaba segura de su propia supervivencia como nación, a pesar del carácter transitorio y efímero de cada uno de sus miembros. Generalmente hablando, la inmortalidad era deseada en su sentido literal de no-mortalidad; y Enoc que había sido “llevado” (Gen. 5, 21ss.) y Elías que “subió al cielo en un torbellino” (2 Rey. 2, 11ss.) quedaron como símbolos de este destino deseado.

Fueron los hombres sabios de Israel quienes reflexionaron más profundamente sobre la naturaleza de la muerte. Job, los Proverbios, Cohelet (Eclesiastés), y Sirac (Eclesiástico) dan una visión de la muerte que está estrechamente ligada con la justicia y con la observancia de la ley.

“En el camino de la justicia está la vida; el camino tortuoso lleva a la muerte” (Prov. 12, 28)
“El que sigue la justicia va a la vida, el que va tras el mal corre a la muerte” (Prov. 11, 19)

La muerte era vista como un justo castigo para el pecador que no iba por los caminos del Señor. Pero la injusticia de la muerte del justo permanecía en el misterio; su sentencia indiscriminada sobre todos los hombres vivos, un final irrevocable:

“Pero el hombre, en muriendo, se acabó; en expirando, ¿qué es de él…? Cuanto duren los cielos no se despertará, no se despertará de su sueño” (Job. 14, 10-12)

El autor del libro de la Sabiduría que escribía en el último siglo antes de la venida de Cristo, nos ofrece un sumario sintético de algunas de las más finas reflexiones sapienciales del Judaísmo sobre la muerte y el más allá. El contraste entre la actitud del justo y del injusto hacia la muerte está descrita agudamente en los primeros capítulos:

“Porque la justicia no está sometida a la muerte. Pero los impíos la llaman con sus obras y palabras, mirándola como amiga, se desviven por ella… Pues neciamente se dijeron a sí mismos los que no razonan: “Corta y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin del hombre, ni se sabe que nadie haya escapado del ades. Por acaso hemos venido a la existencia, y después de esta vida seremos como si no hubiéramos sido: porque humo es nuestro aliento, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón. Extinguido éste, el cuerpo se vuelve ceniza y el espíritu se disipa como tenue aire”” (Sab. 1, 15-16; 1-3)

Aquí existe un nihilismo que podría igualar al mejor nihilismo de Roma y de Atenas. Si la muerte era lo que el “impío” pensaba que era, entonces su lógico “gozar de las cosas que son reales” será válido, pero,

“Se equivocan porque los ciega su maldad. Y desconocen los misterios juicios de Dios, y no esperan la recompensa de la justicia ni estiman el glorioso premio de las almas puras. Porque Dios creó al hombre para la inmortalidad y le hizo a imagen se su naturaleza. Mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen” (Sab. 2, 21-24)

Sea lo que fuere, de lo que podemos decir de la influencia helenística sobre este libro, es completamente evidente el profundo conocimiento del Antiguo Testamento que posee su autor. Contiene un reflejo inequívoco de las tradiciones del Judaísmo de después del cautiverio. Las tradiciones de esta época marcan un avance sobre las anteriores etapas de la pedagogía divina, cuya lentitud parece haber sido necesaria para la seguridad de Israel en su escarpado ascenso hacia la verdad.

A lo largo de este periodo de después del cautiverio se pueden detectar aquí y allí, ciertas especulaciones y dudas, algunas vagas esperanzas y afirmaciones hechas intrépidamente, conjeturas y anhelos tímidos sobre el destino de la muerte y la posibilidad de una resurrección. Pero prescindiendo del contenido de la doctrina del Antiguo Testamento sobre la vida futura, la sobriedad de su expresión está en claro contraste con la extravagancia de las resurrecciones tal como aparecen en las leyendas de Osiris en Egipto, Tamuz en Babilonia o de Atis en el Asia Menor. (Continuará...)



Colección "Teología para todos" de Stanley B. Marrow S. J.

jueves, 9 de diciembre de 2010

NUESTROS MÁRTIRES


SANTIAGO MOSQUERA Y SUAREZ DE FIGUEROA. ASESINADO CON 16 AÑOS DE EDAD. ¡¡¡16 AÑOS !!!

Santiago había nacido el 3 de febrero de 1920 en Villanueva de Alcardete (Toledo) y según declara su propia hermana, era de carácter extrovertido, travieso, simpático... Eran ocho hermanos y como los tres mayores pertenecía a la Congregación de San Luis Gonzaga de Madrid. Habían estudiado en Colegios de la Compañía de Jesús: Ramón tenía 24 años, hizo el bachillerato en el Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo en Chamartín de la Rosa (Madrid), era artillero y estudiaba el último curso de Leyes en la Universidad; José María y Luis, habían estudiado en Areneros (Madrid), se preparaban para ingresar en la Academia General de la Marina y en la Academia General Militar respectivamente. Santiago estaba estudiando en el Colegio que los PP. Jesuitas tenían en Estremoz (Portugal).Cuando tenía 16 años estalló la guerra. El 25 de julio de 1936 los milicianos se presentaron en casa de los Mosquera. Iban buscando armas y encontraron dos escopetas de caza. El padre se encontraba fuera del pueblo. Inmediatamente fueron detenidos sus hermanos Ramón y Luis. Santiago se indignó por la injusta detención y gritando les preguntó: "¿Por qué?... si todos en el pueblo tienen escopetas para ir a cazar conejos y perdices". También él fue detenido.Conducidos a la iglesia parroquial de Santiago Apóstol que, como en tantos otros lugares hacía de cárcel, fueron encerrados en las capillas laterales que tenían verjas de hierro y puertas con candados. Fueron salvajemente maltratados. Allí los tuvieron hasta el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción. Ese día, en la madrugada, señalaron un grupo de doce personas encabezados por el párroco de Villanueva de Alcardete. Los asesinaron a unos tres kilómetros de La Villa de Don Fadrique, en el grupo estaban Ramón y Luis, hermanos de Santiago.Entretanto también fue detenida la madre de Santiago a la que querían sacar el lugar donde se escondía su esposo. Éste, ajeno a cuanto estaba sucediendo, se encontraba en Portugal realizando un trabajo para el periódico "El Debate". Tras maltratarla física y verbalmente la dejaron regresar a casa, diciéndola que su hijo Santiago seguiría detenido hasta que apareciera su marido. Aunque el otro hermano José María logró huir al campo durante las primeras semanas, también sería asesinado en la carretera de Valencia.

Fray Justo Pérez de Urbel escribe "Santiago, un adolescente de dieciséis años, merecía figurar, ya antes de su martirio, en las estampas de los ángeles, que hacen cortejo al Cordero Inmaculado de Cristo Jesús, por su bondad, docilidad, pureza angelical, ternura fraternal y filial obediencia". En la iglesia-prisión quedaban todavía seis personas: junto a Santiago estaba el coadjutor de la parroquia de Villanueva, el Siervo de Dios Eugenio Rubio Pradillo. Amarrarron a Santiago a una estaca. Y la horrible y continua cantinela de siempre.

-Blasfema.
-Nunca. Aunque me matéis. Una bofetada le llenaba la boca de sangre.
-Blasfema.
-Puedes pegarme otra vez. Yo no blasfemo.
Otra bofetada le producía sangre sobre la sangre. Atado a la estaca estuvo dos días sin comer ni beber. El niño gemía dolorosamente...
-Si haces lo que nosotros hacemos... comes y te perdonamos la vida.
El joven cerraba los ojos y no respondía.
-Abre los ojos o te pego un tiro. Y uno de aquellos criminales le aplicaba una pistola al vientre.
-No quiero veros.
-¿Qué no quieres vernos? Ahora sí que vas a ver. Pero las estrellas. Y con un látigo, cruzaron repetidamente el rostro de Santiago.

La noche del 24 al 25 de agosto de 1936 los seis detenidos que quedaban fueron conducidos al cementerio de Villanueva de Alcardete (Toledo) para ser asesinados. Sigue narrando Fray Justo: «Ya están contra el paredón. Una descarga, dos descargas, y el crimen ha sido consumado». Santiago no murió, fue gravemente herido en sus piernas por la metralla de los fusiles. La escena es dantesca. «Deseamos que el lector se imagine la escena. Un niño con las piernas destrozadas a tiros, entre los cadáveres de sus amigos, en un cementerio, una noche entera... Todavía tendría confianza en la piedad de los hombres...»El 25 de agosto, Villanueva siempre recordará con horror el final de la historia. Aunque intentó escapar, le fue imposible. Esperó que amaneciera. Santiago escucha que alguien se acerca: «El sepulturero se acerca. Crece la confianza en el pecho de Santiago, se ensancha su fe y su corazón late con más ansiedad, y exclama: ¡Piedad, buen hombre, piedad!»La respuesta de los labios es mejor silenciarla. Los testigos declaran que el sepulturero le obligó a nuevamente a blasfemar contra Dios y María. Santiago le dijo que eso no lo podía hacer, pues era pecado contra Dios; el sepulturero le dijo que si no blasfemaba, lo mataría y Santiago le dijo: «Prefiero morir antes que ofender a Dios». El cruel asesino tomó un pico y de un golpe acabó con su vida.Según cuentan los diferentes testigos, tras la guerra su cuerpo, que no se sabía donde lo habían enterrado, fue hallado casi milagrosamente... tenía su rosario en la mano izquierda y su rostro reflejaba la serenidad del encuentro con Dios.


Fuente "FAMILIARES Y AMIGOS DE LOS REPRESALIADOS POR LA 2ª REPÚBLICA (1931-1939) - ASESINADOS por el odio marxista (socialista y comunista). (FACEBOOK)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

CONSERVAR LA TRADICIÓN Y LAS TRADICIONES








Las Iglesias de Rito Oriental jamás se les ocurriría hacer los potingues que se ven en tantas parroquias de nuestras ciudades y pueblos.

Aunque el comunismo, el marxismo y el socialismo intentaron por todos los medios que no quedara ni rastro de ellas, durante más de 70 años, no lo consiguieron.

Han sabido CONSERVAR LA TRADICIÓN Y LAS TRADICIONES.

Fuente "SURGE, PROPERA"

lunes, 29 de noviembre de 2010

ALGUNOS DESVARÍOS INTRAECLESIALES


Para que luego digan que la situación actual de nuestra Santa Madre Iglesia no es culpa del Concilio Vaticano II, es culpa de su “mala interpretación”. Pues si que se ha interpretado mal, si. Porque viendo estas imágenes da la sensación de que no se han enterado de nada, pero de nada de nada.


La verdad es que viendo estas imágenes dan ganas de ponerse a llorar. Porque estos malos “interpretadores” están dejando a la Iglesia como la imagen de arriba.


Para ver el artículo pinchar en la imagen.


Fuente "Apostolado Eucarístico"

jueves, 25 de noviembre de 2010

CARTA AL SANTO PADRE (PABLO VI) SOBRE EL PELIGRO DE EXPRESIONES EQUÍVOCAS FRECUENTEMENTE UTILIZADAS EN LOS TEXTOS DE LOS ESQUEMAS CONCILIARES


Muy Santo Padre:

Humildemente prosternados a los pies de Vuestra Santidad, os pedimos muy respetuosamente os dignéis acoger la súplica que osamos dirigiros.

En vísperas de la tercera sesión del Concilio nosotros estudiamos los esquemas propuestos al voto o la disposición de los Padres. Ante algunas de sus proposiciones debemos confesar nuestra emoción y nuestra ansiedad.

No encontramos absolutamente en su enunciado lo que pedía Su Santidad Juan XXIII: "la precisión de términos y conceptos que hace la gloria especial del Concilio de Trento y del Ier. Concilio del Vaticano". Esa confusión en el estilo y las nociones produce una impresión casi permamente de equívoco.

El efecto del equívoco es exponer al peligro de interpretaciones falsas y permitir desarrollos que no están, seguramente, en el pensamiento de los Padres Conciliares. Es cierto que la "formulaciones" son nuevas y a veces completamente inaceptables. Y lo son a tal punto, creemos, que no nos parecen conservar "el mismo sentido y el mismo alcance" que las que la Iglesia empleaba hasta aquí. A nosotros, que quisimos mostrarnos dóciles a la encíclica "Humani Generis", nos produce una gran confusión.

Este peligro del equívoco no es ilusorio. Ya los estudios hechos por ciertos "expertos del Concilio", bajo la dirección de obispos, extraen conclusiones que se nos había enseñado a juzgar como imprudentes, peligrosas, cuando no fundamentalmente erróneas. Ciertos esquemas, y muy particularmente el del Ecumenismo con su Declaración sobre la libertad religiosa, son explotados a gusto y paladar en términos y en un sentido que, si no los contradicen siempre, por lo menos se oponen formalmente tanto a la enseñanza del Magisterio ordinario cuanto a las declaraciones del Magisterio extraordinario dirigidas a la Iglesia durante más de un siglo. Ya no reconocemos en ellos la teología católica ni la sana filosofía que le debe iluminar el camino por la razón.

Lo que, para nosotros, agrava aun la cuestión es que la impresión de los esquemas nos parece que permite la penetración de ideas, de teorías contra las cuales la Sede Apostólica no ha cesado de ponernos en guardia.

Comprobamos, en fin, que los comentarios que se hacen a los esquemas en estudio presentan las cuestiones propuestas como semi-resueltas. Lo que no deja de presionar (lo dice la experiencia) sobre el voto de los Padres.

Nuestro propósito no es el de "tener razón contra los otros", sino, muy sinceramente, trabajar para la salvación de las almas que la caridad sólo puede asegurar en la verdad.

Nos permitimos agregar que un gran número de fieles y de sacerdotes, a quienes una prensa extremadamente abundante presenta esas perceptivas de "aggiornamiento" aventurado, se confiesan muy turbados.

Nuestra súplica, Santísimo Padre, querría, en la más humilde sumisión, obtener de Vuestra Santidad que en la apertura de los próximos trabajos del Concilio, tenga a bien recordar solemnemente que la doctrina de la Iglesia debe expresarse sin ambigüedad, que respetando esa existencia es como ella aportará las luces nuevas que necesita nuestro tiempo, sin sacrificar nada de los valores que ella ha dispensado ya al mundo, y sin exponerse a servir de pretexto para el resurgimiento de errores sin cesar reprobados desde hace más de un siglo.

Solicitando de Vuestra Santidad la mayor indulgencia para la libertad que nos tomamos, le rogamos se digne acoger los sentimientos de nuestro más filial respeto y nuestra docilidad absoluta y quiera bendecirnos.


Del libro "Acuso el Concilio" de Mons. Marcel Lefebvre

(Esta carta fechada en junio del año 1964, en plena celebración del Concilio Vaticano II y dirigida al Santo Padre Pablo VI, quedó sin respuesta. Una carta firmada por cinco Padres Conciliares y dirigida con toda humildad y sumisión, quedó sin respuesta, lo que dice mucho sobre la clase de persona que era el mencionado Pontífice)

martes, 23 de noviembre de 2010

EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE, II


EL MUNDO ANTIGUO

Cualquiera que eche una mirada superficial a la historia del antiguo Oriente Próximo, desde las riberas del Tigris al valle del Nilo, verá que una preocupación parece haber dominado a sus civilizaciones: la muerte. Esto no quiere decir que sea su tema principal, sino que es uno de sus temas primarios. Se menciona entre la épica sumeria, deidades inmortales que reinan donde habitan las sombras de los muertos e incluso hay mención de una "resurrección" temporal de las sombras, y de su retorno a la tierra luminosa. Pero es en el tercer milenio, cuando en todos los países regidos por el Código del gran rey de Babilonia, Hammurabi, los hombres empiezan a enfrentarse con el problema de la justificación de la muerte misma. ¿Por qué este mal, este supremo castigo visita al que no ha hecho ningún mal?

"Gilgamés, ¿hacia dónde viajas...?
Porque los dioses cuando crearon al hombre,
permitieron a la muerte su parte"

Probablemente ninguna raza antigua tuvo un anhelo tan indomable por la vida como lo tuvieron los hijos del Nilo. A pesar de su preocupación por la muerte aparentemente mórbida, y a pesar de su elaboración asombrosa de los ritos funerarios, los egipcios gastaron su mas extraordinarias de energía y tiempo en engañar a la muerte, en afirmar su esperanza en una vida eterna. Saboreaban su vida y se aferraban a ella, "no con la desesperación que brota del horror a la muerte, sino con la certeza feliz de que ellos siempre habían sido vencedores y por eso vencerían incluso a la misma muerte". Sin embargo, es una macabra ironía de la historia, que los testimonios más elocuentes del amor apasionado de los egipcios por la vida, son precisamente las mudas pirámides de la muerte.

La antigua Grecia no era más feliz. El reino de la muerte era algo indeseable. Era más venturoso el afanarse y trabajar sobre la tierra como un campesino que el gobernar como rey las regiones de la muerte. Porque los griegos, como muchos pueblos del mundo antiguo, creían en alguna manera que la muerte no era el final, que los muertos vivían ina vida nada envidiable en algún mundo obscuro y sombrío.

Fue Platón con su visión dualística del hombre como creatura compuesta de materia y espíritu, el que abrió el camino a la creencia en la inmortalidad del alma después de su liberación de las cadenas del cuerpo. Esta esperanza de la inmortalidad del alma dio a la historia griega algunos de sus más terribles ejemplos de coraje ante la muerte. También hizo que los atenienses desecharan bruscamente la predicación de Pablo sobre la resurrección:

"Ya te oiremos sobre esta materia en otra ocasión" (Hech. 17, 32)

Aunque para la mayor parte, la pregunta del mundo antiguo sobre el sentido de la muerte era errónea y descaminada, poseía sin embargo un atisbo infalible: la muerte debía tener su sentido. Pero qué sentido era éste, fue algo indecible para el pagano. Este es el misterio, la muerte únicamente puede ser comprendida bajo la luz de la revelación divina, la cual es necesaria para la comprensión de todo verdadero misterio. Para encontrar el verdadero sentido de la muerte el hombre debe levantar su mirada al Dios viviente, debe oír su Palabra viva. (Continuará...)

Colección "Teología para todos" de Stanley B. Marrow S. J.

lunes, 22 de noviembre de 2010

UN SERMÓN VALIENTE


Sermón del R.P. Gabriel, Pasionista de 29 años, en el Santuario de Santa Gema de Madrid el pasado 19 de noviembre.

Este es el clero claro y valiente que le hace falta a nuestra Santa Madre la Iglesia y a nuestra pobre Patria, para sacarnos de la miseria en la que estamos metidos bajo todos los aspectos. Y no los pusilánimes que normalmente nos encontramos.

¡Enhorabuena Padre!

Para oír el audio, pinchar sobre la imagen.

viernes, 19 de noviembre de 2010

EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE, I


La muerte es un tema del cual ningún hombre puede hablar por experiencia; el único tópico donde los conocimientos de primera mano no valen para nada; el único acontecimiento de la historia del cual todos nosotros somos espectadores. En este mundo es la única democracia perfecta, el único destino universal y el común denominador de todos los nacidos de mujer. Es la única ciencia que no admite la analogía y que no tolera la comparación.

Todos cuantos conocemos la muerte, la hemos conocido en "el otro". Ninguno de nosotros tiene recuerdos personales o útiles de la suya propia. Conocemos nuestro total desamparo ante el hecho de la muerte. Conocemos su crueldad serena y su indiferencia imperturbable. La devoción filial, el amor conyugal, la solicitud maternal, la lealtad fraterna: nada puede detener la mano de la muerte. Todos nosotros, hijos o hijas, maridos o esposas, hermanos o hermanas, amigos o compañeros, estamos desamparados ante el imperio irresistible de la muerte. Nuestro desamparo e impotencia no es menor que el del primer hombre al presenciar la muerte, ni lo será menor que el del último hombre al padecerla.

La importancia de la muerte ha enseñado a los hombres a reflexionar y a pensar; de locos ha hecho sabios y de pecadores, santos; ha creado muchas filosofías y ha presidido el nacimiento de muchas religiones. Es el único hecho de la vida que pone el hombre frente a frente con el Absoluto, que le enfrenta con la inexorable finalidad de su última suerte. Se puede ver a un hombre vivir como un ateo, pero no morir; se puede ser un agnóstico a lo largo de la vida, pero con dificultad se será en el momento de la muerte. Podemos ser capaces de analizar la vida, pero únicamente podemos aceptar la muerte; luchamos por vivir, peor nos rendimos al morir. La vida puede ser un problema, pero la muerte es un misterio.

He aquí la pista de la actitud del cristiano hacia la muerte. Para él la muerte es un misterio. Esto significa que es un hecho; y de aquí que , antes de especular sobre él, debemos aceptarlo humildemente. Un misterio verdadero, sin embargo, es, por encima de todo, un hecho sobrenatural; y por tanto un hecho conocido únicamente por la fe. El conocimiento por fe, sin embargo, no puede examinar su objeto desde lejos; debe penetrar dentro, participar y celebrar el misterio que él cree.

Para conocer lo que la muerte es para el cristiano, debemos ver en primer lugar cómo la miraban los precristianos, la antigüedad pagana. Después debemos mirar a la Revelación para aprender lo que nosotros podamos de nuestra disolución definitiva. ¿Qué nos enseña el Antiguo Testamento acerca del significado de la muerte? ¿Qué nos revela el Nuevo Testamento acerca de este misterio? Y, finalmente, ¿cómo ha crecido la Iglesia en el conocimiento y comprensión de este hecho sobrenatural, en su enseñanza y en su culto, por medio de sus doctores y teólogos?

Dados los límites de este folleto, tenemos que ser breves y esquemáticos. Recientemente han aparecido, lo mismo en español, (1) algunas obras valiosas sobre el misterio de la muerte, más profundas en penetración y más extensas en erudición que estas pocas páginas. A ellas puede dirigirse el lector para una mayor luz intelectual y un mayor sustento espiritual. El autor de estas página se considerará más pagado si un solo cristiano logra atisbar lo que San Pablo quería decir con esas palabras:

"para mí el vivir es Cristo y morir, ganancia" (Filip. 1, 21)

Colección "Teología para todos" de Stanley B. Marrow S. J.

Continuará...

(1) N. del E. Entre otras recomendaciones especialmente "El mundo futuro" por Robert W. Gleason, S. J. (Sal Terrae)

jueves, 18 de noviembre de 2010

LA VOZ DE LA TRADICIÓN CATÓLICA


Estos frutos nacidos del Concilio Vaticano II y de las reformas postconciliares son frutos amargos, frutos que destruyen la Iglesia. Y cuando me dicen: "El Concilio y las reformas postconciliares, ni tocarlos", entonces contesto lo mismo que dicen los que hacen las reformas, no soy yo quien ha hecho sus reformas, los que las hacen dicen: "Las hacemos en nombre del Concilio. Hicimos la reforma litúrgica en nombre del Concilio. Hicimos la reforma de los catecismos en nombre del Concilio. Hacemos todas las reformas en nombre del Concilio". Y son ellos, las autoridades de la Iglesia. Son ellos los que por consiguiente, interpretan legítimamente el Concilio. ¿Qué pasó en el Concilio? Podemos averiguarlo fácilmente leyendo los libros que fueron precisamente los instrumentos de este cambio de la Iglesia que ha operado ante nuestros ojos. Leed, por ejemplo, "El Ecumenismo visto por un Masón", de Marsaudon; leed el libro del senador del Doubs, M. Prelot, "El Catolicismo Liberal", escrito en el 69 y que os dirá qué es el Concilio para el católico y liberal. Lo dice en las primeras páginas de su libro: "Habíamos luchado durante un siglo para que prevalecieran nuestras opiniones en el seno de la Iglesia y no lo habíamos logrado. Por fin llegó el Vaticano II y triunfamos. Desde entonces, las tesis y los principios del catolicismo liberal están definitiva y oficialmente aceptados por la Santa Iglesia". ¿No os parece éste un buen testimonio? No soy yo quien lo dice, sino él, exhibiendo su triunfo y felicitándose por él.

Nosotros lo decimos llorando, porque ¿qué han querido los católicos durante un siglo y medio? Casar a la Iglesia con la Revolución. Casar a la Iglesia con la subversión. Casar a la Iglesia con las fuerzas destructoras de la sociedad, de toda sociedad, desde la sociedad familiar y civil hasta la sociedad religiosa. Y este matrimonio de la Iglesia está plasmado en el Concilio: coged el esquema "Gaudium et Spes" y en él encontraréis que hay que casar los principios de la Iglesia con las concepciones del hombre moderno. ¿Qué se quiere decir con eso? Pues se quiere decir que hay que unir a la Iglesia, la Iglesia Católica, la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, con los principios que son contrarios a esa Iglesia, que la minan, que siempre han estado contra la Iglesia. Y es precisamente esta unión la que se intentó en el Concilio por los hombres de Iglesia. Y no por la Iglesia. (Un Evêque parle, 1976, t. II. pp. 104-105)

Mons. Marcel Lefebvre

UNA VERDAD EN IMÁGENES




MONUMENTOS A LOS CAÍDOS

Monumento a los CAÍDOS en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Situado en la carretera
que une esta localidad con la de Villafranca
de los Caballeros (Toledo)



Monumento de los CAÍDOS en el Toboso (Toledo). En la carretera que une esta localidad con la de Quintanar de la Orden. Es una fosa común, y en la segunda imagen se puede leer el nombre de los CAÍDOS allí fusilados y enterrados.

ALCUBIERRE.
Monumento a los CAIDOS.
Erigido en honor a los soldados, falangistas y requetes que defendieron su posicion, en este lugar, hasta la muerte.


MINA RELAMPAGO.
Situada en HIENDELAENCINA (Guadalajara).
También conocida como "Pozo de los Falangistas", porque a este pozo fueron arrojados vivos 3 jóvenes de Falange durante la Guerra Civil.
Por este horrible hecho, una cruz emplazada en el malacate sirve de piadoso recuerdo.
Siguiendo "su veracidad", los rojos no aceptan esta historia....
Tras recuperar los cadáveres, y tras saber que fueron arrojados vivos, la explicación que dan es que NO FUERON ARROJADOS..... SE TIRARON ELLOS!!!!!!!
Otras explicaciones dicen que murieron en el frente de guerra, y que lanzaron los cadáveres......
NO CUELA..........

lunes, 15 de noviembre de 2010

¡AH SI YO HUBIERA ESTADO ALLÍ!


Cuentan que Clodoveo, tras conocer la pasión de Nuestro Señor, exclamó “¡Ah! si yo hubiera estado allí con mis francos!” Todos hemos tenido en nuestros años infantiles y mozos esta misma reacción, tan ingenua como natural, ante la pasividad de quienes asisten a injusticias o crueldades flagrantes, sin mover un dedo ¿Quién de nosotros no ha pensado “¡ah! si yo hubiera estado allí” al oír hablar de la quema de conventos, del linchamiento de religiosos o de las profanaciones públicas de lugares sagrados?

Lo mismo nos pasa, en cierta medida, con las generaciones que han precedido a los grandes desastres de nuestra historia: ¿Cómo pudieron los habitantes de la España visigoda permitir la invasión musulmana, sin apenas resistencia? ¿Acaso no nos sublevamos también ante la inacción de quienes permitieron la segunda república o consintieron con la “transición” hace tan pocos años? “¡ah! si yo hubiera estado allí”.

Pues, no te quepa la menor duda: hoy estás allí. Allí donde puedes demostrar tu capacidad de entrega y sacrificio. Basta con mirar alrededor, hoy que en nuestra patria, los poderes liberales y socialistas destruyen cuanto queda de sanas costumbres, se aprestan a fragmentar nuestra patria y emplean todos sus medios para desarraigar los últimos restos de catolicismo. Basta con ver, en calles y barrios, cómo crece la marea islámica, dispuesta a dominar nuestra sociedad con su ley cruel y primitiva, haciendo valer hipócritamente los supuestos derechos humanos, que ellos mismos desprecian. Basta ver cómo tantos eclesiásticos, que empiezan a sentir consternación por todo ello, en vez de animar a los católicos, no se les ocurre sino “ir al encuentro de la laicidad” y promover un multiculturalismo no fundamentalista. Palabrería vana que sólo sirve para acrecentar la perplejidad de los fieles y regocijar a socialistas, separatistas e islamistas.

Frente a estos peligros inminentes -y no son los únicos- sólo cabe volver a la doctrina sintetizada en el lema de Dios, Patria Fueros y Rey. Doctrina que reúne la sabiduría clásica de occidente con la Revelación Cristiana, y bajo cuya inspiración han podido los españoles mantener la fe, la unidad y la independencia de su patria, tanto contra las tendencias disgregadoras y totalitarias, como contra el siempre amenazador poder musulmán. Melchor Ferrer decía que las épocas de debilitación del carlismo siempre han coincidido con los mayores avances de la revolución y han precedido a los grandes desastres españoles en los últimos siglos. Y, presentados los ejemplos de la revolución de 1854, de 1868 y de la segunda república, concluye: “mayor es el período de crisis del carlismo y mayor es el estrago revolucionario. Esto es lo que enseña la historia”. Si es verdad lo que dice el egregio historiador, los males que nos acechan deben de ser gravísimos, porque el carlismo arrastra una larguísima crisis, que la Comunión Tradicionalista se ha propuesto superar. Para ello tiene el carlismo que fortalecerse y propagarse, pues las nuevas generaciones lo desconocen por completo. En vuestras manos está hacerlo, porque la falta de esfuerzo en los carlistas y la ausencia de medios son las causas de tanta limitación.

Volvamos a la ingenuidad juvenil que deseaba “estar allí”; depurémosla de todo afán de notoriedad y entreguemos esfuerzo, trabajo y bienes, conforme a nuestras posibilidades. Porque, sea cual fuere el resultado, no hallará el alma mejor bálsamo en las futuras tribulaciones que decir: “cuanto pude hice; a nada más se me podía obligar”.


viernes, 12 de noviembre de 2010

LA EVASIÓN DE LA VIDA Y DE SUS SUFRIMIENTOS y II


Así vienen esos no cristianos a reconocer como motivo único que forma la felicidad humana: el amor de Dios y del prójimo. Si queremos mayor afirmación de la vida, si queremos más valor y abnegación, sólo hay una cosa: la vuelta a una verdadera, profunda religiosidad.

Hay que ir de nuevo a la Cruz y a la imitación del Hombre-Dios, el cual tomó toda pena sin abrir su boca, estribando nosotros en sus huellas hasta que nos llame a sí el Padre Celestial.

No hay duda que la humanidad se purificará en esta crisis mundial en las misteriosas aguas de la tribulación; mas nuestro catecismo da la explicación de que todos los hombres han de sufrir y es el dolor el compañero casi inseparable del hombre.

En vez de fomentar la lucha y odio de clases y atizar en la prensa contra explotadores y ricos, tenemos nosotros los cristianos el deber de proclamar, una y otra vez y siempre, que todo hombre es un ser pasible al que debemos amor; y terminaré con Donoso Cortés:

"Los pobres suspiran bajo la carga de sus penas; los hartos, a causa de su saciedad; los poderosos, oprimidos por su soberbia; los perezosos, por su ociosidad; los envidiosos, bajo su envidia; los elevados, por el más pequeño desprecio."

"El sufrimiento produce la grandeza del hombre, pues no hay grandeza sin sacrificio y el sacrificio no es otra cosa sino sufrimiento sobrellevado voluntariamente. La Iglesia celebra como santos a aquellos fuertes que sobrellevaron todos los sufrimientos corporales y espirituales con el escudo de la paciencia. El que se siente asido por las garras de la codicia y a pesar de eso repele de sí todos los tesoros del mundo; el que percibiendo los atractivos de la concupiscencia, se conserva dueño de sí en su continencia; el que en la lucha contra los pensamientos deshonestos guarda incontaminada la blanca vestidura de su alma; el que sube tanto sobre sí en su humildad, que alcanza victoria sobre su soberbia; el que entristeciéndonos como nos entristecemos muchas veces ante la felicidad ajena, así se vence, que su odiosa tristeza la torna en santa alegría; el que al orgullo que pretendía elevarse hasta las nubes, lo ha derribado hasta la tierra; el que ha vencido su pereza, viniendo a ser ejemplo de aplicación; el que sumido en profunda pena, repudiándola, con noble virilidad, se eleva a la alegría del espíritu; el que por amor de su prójima, contradice a su amor propio y renunciándose a sí mismo, dedica su vida en perfecto holocausto, en heroico sacrificio, a sus prójimos, ese únicamente es el verdadero auxilio en la necesidad del tiempo presente."


Del libro "LA CRISIS DE NUESTRA CULTURA" de F. Buomberger. Traducido del alemán por R.P. José Muñero S. J.

martes, 9 de noviembre de 2010

LA EVASIÓN DE LA VIDA Y DE SUS SUFRIMIENTOS, I


"Yo soy el señor y dispongo de lo que poseo completamente como quiero, y aun cuando no me he dado el ser a mí mismo, con todo tengo derecho a quitarme la vida, si yo quiero". Así piensa y habla y obra el hombre moderno. Y así registran, casi cada día, nuestros periódicos, tragedias de negocio, amor y familia, en las que el juez humano no raras veces se encuentra con el chasco de que el delincuente ha puesto fin a su propia vida. Casi endémicas son ya aquellas tragedias amorosas donde primero la "dama o el héroe de sus pensamientos" es envenenado o muerto de un tiro, para tener después la comparte el mismo finiquito novelesco.

En tanto que en la Edad Media se daban pocos suicidios, puede hablarse hoy de un verdadero y horroroso flujo de ellos y es espantoso ver cuántos especialmente jóvenes, desaparecen voluntariamente de la vida. Y para poner a este síntoma de bancarrota espiritual una etiqueta algo más limpia, no la registra ya la prensa, como suicidio, sino "freitod" (muerte libre). ¡Cuánto se ha pecado a nombre de la libertad! Y atrévense a calificar el suicidio por muerte elegida libremente, donde en personas físicamente normales no es más que un acto de desesperación o de mera huida ante la pena, el castigo o la expiación.

Desde luego que de la significación de la frecuencia de suicidios no pretendo yo sacar ninguna inmediata conclusión para con los casos particulares, y que no se debe, por decirlo así, tirar piedras a la sepultura de esos infelices que así han obrado en un momento de turbación espiritual. Sobre todo, vale aquí aquello del Salvador: "No juzguéis y no seréis juzgados".

El total de suicidios es tan elevado, que absolutamente jamás podrá imputarse a enfermedad espiritual, antes trátase aquí con toda seguridad de falta de valor para vivir.

En tiempos de mis estudios discutíase mucho sobre el problema de la libertad de la voluntad humana y precisamente con motivo del siempre igualmente repetido número de suicidios. Hoy día, holgaría ya tal discusión, pues la creciente cifra de suicidios desmiente a los impugnadores del libre albedrío. El número de suicidios fue, en el siglo XIX, diverso según los países, aunque por desgracia permaneció constante. Ya en el último decenio del siglo XIX, subieron los suicidios en los Estados occidentales de Europa.

Actualmente desaparecen así voluntariamente de la vida anualmente en los Estados cultos unos 100.000 hombres, y aun cuando no aumentará esta cifra, a la que no debería jamás haberse llegado, arrojaría un total de diez millones de suicidios en el siglo XX; pérdida de hombres, poco más o menos, igual a la causada por la guerra mundial.

Puede aducirse como causa segura de esta triste realidad, la creciente irreligiosidad. No se saca, es verdad, antes de suicidarse la fe de bautismo, pero también lo es que la vida religiosa es escudo contra la suicidiomanía. Esto no lo dice un ultramontano, sino Masaryk, el cual, como profesor de Hochschule (politécnica), en una disertación sobre "Suicidio como manifestación de las masas", escribe: "La inteligencia y la moralidad no se modelan y perfeccionan del mismo modo; somos demasiados prudentes para el bien, demasiados malos para ser del todo prudentes. El aspecto que ofrece el mundo y la vida no es del todo armónico, no lo bastante bueno y hermoso para hacernos y conservarnos agradable la vida. Digámoslo breve y claro: la medianía intelectual y moral es la principal causa del moderno tedio de la vida. Nuestra medianía nos da una falsa medida de la felicidad y contento terrestres; nuestra medianía nos amarga los frutos de nuestro progreso en todos los ramos de la vida práctica; nuestra medianía suministra año tras año incalculables víctimas al suicidio. Esta medianía intelectual e inconsciencia moral aparece como irreligiosidad y así tenemos en definitiva que la moderna tendencia suicida tiene su causa apropiada en la IRRELIGIOSIDAD DE NUESTRO TIEMPO"

Quizás algún lector racionalista frunza el ceño cuando a opinión de Masaryk, a los cual puedo oponer la voz de última hora, a saber, del doctor en medicina israelita Eugenio Neter, de Mannheim, que en el periódico "Auslese", acerca de un reproche de que los judíos no tenían el valor suficiente para el suicidio, se expresaba así: "La afirmación de que el suicidio entre los judíos ocurría raras veces, contrasta por desgracia con la realidad, y en el año 1926 la suma de los suicidios judíos llega en Prusia al doble del porcentaje correspondiente a toda la población".

"Una cosa hay cierta: en tanto que los judíos vivían firmes en le fe conforme a su ley, observábanla en cuanto prohibe terminantemente el suicidio y era éste una cosa extremadamente raro entre ellos, tanto como entre los buenos creyentes cristianos. A medida que se aflojaron los lazos religiosos, tomaron cuerpo las cifras de suicidios entre los judíos como entre los cristianos, por debilitarse de un modo semejante el freno religioso".


Del libro "LA CRISIS DE NUESTRA CULTURA" de F. Buomberger. Traducido del alemán por R.P. José Muñero S. J.

domingo, 7 de noviembre de 2010

NUESTROS MÁRTIRES


RAMON SALES AMENOS

Campesino y requeté, nacido en 1893 en el pueblo leridano de La Fuliola, con quince años se trasladó a Barcelona, junto con sus hermanos, al enviudar su madre. Trabajó como dependiente en unos almacenes, y en 1918 ingresó en el Sindicato Mercantil de la CNT. Al estar en desacuerdo con su ideología libertaria, en diciembre de 1919, con otros miembros del Ateneo Obrero Legitimista (Baró, Roig, Fort, Clavé, etc.), fundó la Unión de Sindicatos Libres, de la que sería líder indiscutible.La denominación de “Libres” dejaba clara su independencia respecto de cualquier formación política así como respecto de la patronal, con el fin de asegurar una verdadera defensa de los intereses de los trabajadores. Como el carlista vizcaíno Pedro Ullaortua los definió “unidad de los trabajadores contra el sistema capitalista en total autonomía”. Sin embargo el carácter carlista de la doctrina que promovían era evidente, así como el legitimismo de sus miembros (y recíprocamente era enorme la cercanía de los Reyes Legítimos por dichos sindicatos). Y en su propaganda ambos aspectos quedaban claros, con la denuncia y la lucha contra separatistas, marxistas, liberales y anarquistas. Los Sindicatos Libres organizaron huelgas, bolsas de trabajo, seguros sociales y asistencia obrera. Su labor fue enorme para dignificar las condiciones de vida de las masas obreras, condenadas a la explotación por el liberalismo capitalista.

El Sindicato Libre pronto chocó con la CNT, y también hubo de hacer frente a la Patronal, que pretendía subordinarlo a sus intereses. Sin embargo, los Libres también crearon sus grupos de autodefensa armada. No obstante, los Libres estaban naciendo (murieron 53 dirigentes a manos de pistoleros anarquistas) y la pérdida de dirigentes les hacía más daño.

Tras la proclamación de la Segunda República, comenzó una represión feroz contra el Sindicato Libre, auspiciada por el abogado ex-cenetista y presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, del partido ERC que suscribió el llamado Pacto del Hambre, por el cual la patronal acordó con la CNT y la UGT no contratar a ningún trabajador afiliado a los Sindicatos Libres. Unos 4.000 trabajadores catalanes fueron afectados por dicha medida, quedando más de 200 que por edad no pudieron trabajar nunca más condenados a la pobreza y a la marginalidad.

Ramón Sales tuvo que exiliarse a Francia, donde vivió de albañil y otros oficios. En 1935 volvió a Barcelona en la clandestinidad. Su ausencia determinó una infiltración de elementos del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo en los mismos, lo que provocó ciertas divisiones en el sindicalismo carlista.

Capturado por milicianos de la CNT en la primavera de 1936, se escapó el 19 de julio y volvió a huir a Francia. Retornando de nuevo para organizar la quinta columna barcelonesa fue capturado el 30 de octubre y descuartizado vivo en las Ramblas, ante las oficinas de Solidaridad Obrera: "Encadenaron los pies y las manos de Sales a cuatro camiones. Acto seguido los camiones emprendieron la marcha, en direcciones distintas."


Fuente "FAMILIARES Y AMIGOS DE LOS REPRESALIADOS POR LA 2ª REPUBLICA (1931-1939)" (FACEBOOK)

APRECIO Y ESTIMA DE LA DIVINA GRACIA


LA GRACIA ES SUPERIOR A TODA LA NATURALEZA

La ventaja de la gracia sobre los bienes de la naturaleza no es como quiera, sino con tal exceso, que la más pequeña partecita de gracia es más que toda la naturaleza entera, material y espiritual. Esto sintió claramente Santo Tomás cuando dijo: "Que el bien de la gracia de uno es mayor que el bien de la naturaleza de todo el universo". Lo cual parece tomó de San Agustín, que también dice: "La gracia de Dios se aventaja, no sólo a todas las estrellas y a todos los cielos, sino también a todos los ángeles". Esto mismo supone el Eclesiástico (16, 3), cuando prefiere un justo a mil que no lo son; porque vale más un alma con gracia, que un mundo de hombres y ángeles sin ella.

Hizo a Cayetano tanto peso esta ventaja de la gracia, que, repitiendo las palabras de Angélico Doctor, dice él éstas: "Ten delante de tus ojos siempre, de día y de noche, que el bien de la gracia de uno es mejor que el bien de la naturaleza de todo el universo, para que continuamente veas qué condenación amenaza a quien no hace caso ni pondera tan gran bien que le ofrencen". Por ciento que dice bien; porque justísimamente merece ser condenado quien desprecia tal don, por ser ofrecido de Dios, y por ser tan grande, y por despreciarle por tan poco como los bienes perecederos de la tierra...

La gracia, dijo San Buenaventura que era el primero y excelentísimo entre los dones criados. San Agustín dijo, hablando de la caridad, que no hay don más excelente que este don de Dios. En otra parte le llama "don levantado". San Macario le dice "inefable beneficio". San Eulogio escribe que sobrepuja todos los dones de Dios.

Abre, pues los ojos de tu consideración, y tenlos perpetuamente enclavados en esto, como dice Cayetano, que vale más un grado de gracia que los bienes y riquezas y naturaleza de todo el universo. Teme la condenación que amenaza a quien no estime tan grande bien que le ofrece Dios, y que Jesús nos mereció con su sangre. Lástima es, y para llorar con lágrimas del corazón, cuántos perjuros intervienen, cuántos testigos falsos se solicitan, cuántas violencias se ejecutan, cuántas diligencias ilícitas se disponen, cuántos odios se excitan por un bien temporal, malbaratando montes de gracia. Abre los ojos y mira lo que se pierde por ganar aquello con que se han de perder más los hombres.


Del libro"Aprecio y estima de la Divina Gracia" del R.P. Juan Eusebio Nieremberg S. J.

sábado, 30 de octubre de 2010

NUESTRAS TRADICIONES FRENTE A HALLOWEEN


Un año más, coincidiendo con el primero de noviembre se celebra en nuestro país el tradicional día de todos los santos, una fecha en la que los católicos acudimos a nuestras tradiciones y creencias más arraigadas para honrar y recordar a nuestros ancestros fallecidos, una festividad cristiana en la que también nos ponemos en contacto con nuestras raíces, reuniones familiares, visitas a nuestros lugares de origen, etc. nos recuerdan la verdadera esencia de lo que somos como individuos y como pueblo, y los valores que desde el mismo nacimiento de nuestro país han cimentado y solidificado nuestro destino como nación, no hay España ni proyecto nacional válido si este nuestro país olvida sus orígenes y tradición común que han cementado la unidad de pueblos de diversa cultura y proyectado hacia el futuro como unidad de destino en lo universal (me tomo el permiso de parafrasear a un gran hombre de España).

Esta cultura, esta tradición y esta fe, se enfrenta hoy mas que nunca a las amenazas de subproductos pseudoculturales impulsados por intereses comerciales y por un interés ideológico creciente en el mundo en el que vivimos y que trata de sustituir la identidad y tradiciones católicas propias de nuestra nación, por una cultura vanal, neopagana y materialista que borre de nuestra memoria colectiva nuestra propia idiosincracia espiritual, si los españoles que amamos nuestras tradiciones y nuestra identidad cedemos ante algo tan trivial y vanal como Halloween o mejor dicho Jáloguin , si no hacemos nada viendo como nuestra juventud es manipulada para despreciar consciente o inconscientemente nuestras tradiciones para acoger una fiesta-bazofia tan deleznable para el espíritu pero tan rentable comercialmente ¿con que autoridad moral podemos luego exigir la unidad de nuestra patria, o nuestra soberanía nacional si no somos capaces de defender lo más elemental como es nuestra tradición cultural más arraigada?

No debemos tomarnos esta insidiosa amenaza como un mal menor o un juego de niños, no debemos ser condescendientes ni relajarnos ante esta invasión cultural que se nos está imponiendo poco a poco a través de cine-basura, fiestas discotequeras y ritos sectarios de tipo "new age", o el árbol conserva sus raices o se seca, o educamos a nuestros hijos en unas tradiciones acordes a nuestras creencias más profundas y a nuestra historia o no amanecerá mas el sol en el imperio en el que en un tiempo pasado no había ocaso.


jueves, 21 de octubre de 2010

PARACUELLOS, TODA LA VERDAD

LA VOZ DE UN PROFETA


"Mientras la terrible crisis económica actual ha arruinado o está en camino de arruinar a los modestos productores, y la masa obrera sufre como nunca la pesadilla del paro, la cifra de los beneficios obtenidos por los beneficiarios del orden actual de cosas, los dueños de la Banca, es elevadísimo" (José Antonio (Arriba, núm. 20, 21 de noviembre de 1935)

‎"No dejaremos de gritarlo en ningún momento: hay españoles en paro forzoso; hay españoles que comen de milagro. ¿Cómo puede haber Parlamento, Gobierno ni partidos que vivan en paz mientras esa trágica llaga sigue abierta al costado de nuestro pueblo?" (José Antonio, Arriba, núm. 2, 28 de marzo de 1935)

"...¿Queréis un punto improvisado ahora? Todos los españoles no impedidos tienen el deber de trabajar. El Estado Nacional–Sindicalista no tendrá la menor consideración al que no cumpla función alguna y aspire a vivir como convidado a costa del esfuerzo de los demás. ... (Punto dieciséis). Estos son los típicos señoritos, este es el señorito. Pues ya ve claro y bien el señor Fiscal cuál es la opinión de la Falange Española sobre el señoritismo" (Defensa de José Antonio frente al Tribunal Popular. Alicante, 17 de noviembre de 1936)

“¿Quién ha podido deciros que yo soy vuestro adversario? Quien os lo haya dicho no tiene razón para afirmarlo. Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero preferentemente para los que no pueden congraciarse con la patria porque carecen de pan y de justicia. Cuando se va a morir no se miente y yo os digo, antes de que me rompáis el pecho con las balas de vuestros fusiles, que no he sido nunca vuestro enemigo. ¿Por qué vais a querer que yo muera?” (José Antonio Primo de Rivera, al pelotón que lo iba a fusilar. 20 de Noviembre de 1936)

‎"...nosotros, que no somos de derecha ni de izquierda, que sabemos que una y otra postura son incompletas, insuficientes, pero que no desconocemos, sin embargo, que en la derecha y en la izquierda, como esperando la voz que lo redima, está todo el material humano de que España dispone" (José Antonio. Cinema Europa de Madrid, 2 de Febrero de 1936)

"...hemos preferido salirnos de ese camino cómodo e irnos, como nos ha dicho nuestro camarada Ledesma, por el camino de la revolución, por el camino de otra revolución, por el camino de la verdadera revolución. Porque todas las revoluciones han sido incompletas hasta ahora, en cuanto ninguna sirvió, juntas, a la idea nacional de la Patria y a la idea de la justicia social. Nosotros integramos estas dos cosas: la Patria y la justicia social, y resueltamente, categóricamente, sobre esos dos principios inconmovibles queremos hacer nuestra revolución" (José Antonio. Discurso pronunciado en el Teatro Calderón de Valladolid, 4 de marzo de 1934)