OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

martes, 27 de enero de 2015

EL TRAIDOR DE GIL TAMAYO

Una cosa es condenar los asesinatos terroristas y otra muy distinta es ser un TRAIDOR Y UN COBARDE, justificando la blasfemia con la excusa de la maldita libertad de expresión

Para ver el video pinchar AQUÍ


¡¡¡TRAIDOR, COBARDE Y BLASFEMO!!!



viernes, 16 de enero de 2015

FUERA DE LA IGLESIA CATÓLICA, NO HAY SALVACIÓN


Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1441, ex cathedra:

“[La Iglesia] Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo los PAGANOS, sino también JUDÍOS o HEREJES y CISMÁTICOS, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, AUN CUANDO DERRAMARE SU SANGRE POR EL NOMBRE DE CRISTO, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia católica”

(Denzinger 714).




martes, 13 de enero de 2015

YO NO SOY «CHARLIE HEBDO»

POR JUAN MANUEL DE PRADA


Durante los últimos días, hemos escuchado calificar a los periodistas vilmente asesinados del pasquín Charlie Hebdo de «mártires de la libertad de expresión». También hemos asistido a un movimiento de solidaridad póstuma con los asesinados, mediante proclamas inasumibles del estilo: «Yo soy Charlie Hebdo». Y, llegados a la culminación del dislate, hemos escuchado defender un sedicente «derecho a la blasfemia», incluso en medios católicos. Sirva este artículo para dar voz a quienes no se identifican con este cúmulo de paparruchas hijas de la debilidad mental.

Allá por septiembre de 2006, Benedicto XVI pronunció un grandioso discurso en Ratisbona que provocó la cólera de los mahometanos fanáticos y la censura alevosa y cobarde de la mayoría de mandatarios y medios de comunicación occidentales. Aquel espectáculo de vileza infinita era fácilmente explicable: pues en su discurso, Benedicto XVI, además de condenar las formas de fe patológica que tratan de imponerse con la violencia, condenaba también el laicismo, esa expresión demente de la razón que pretende confinar la fe en lo subjetivo, convirtiendo el ámbito público en un zoco donde la fe puede ser ultrajada y escarnecida hasta el paroxismo, como expresión de la sacrosanta libertad de expresión. Esa razón demente es la que ha empujado a la civilización occidental a la decadencia y promovido los antivalores más pestilentes, desde el multiculturalismo a la pansexualidad, pasando por supuesto por la aberración sacrílega; esa razón demente es la que vindica el pasquín Charlie Hebdo, que además de publicar sátiras provocadoras y gratuitamente ofensivas contra los musulmanes ha publicado en reiteradas ocasiones caricaturas aberrantes que blasfeman contra Dios, empezando por una portada que mostraba a las tres personas de la Santísima Trinidad sodomizándose entre sí. Escribía Will Durant que una civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro; y la basura sacrílega o gratuitamente ofensiva que publicaba el pasquín Charlie Hebdo, como los antivalores pestilentes que defiende, son la mejor expresión de esa deriva autodestructiva.

Debemos condenar este vil asesinato; debemos rezar por la salvación del alma de esos periodistas que en vida contribuyeron a envilecer el alma de sus compatriotas; debemos exigir que las alimañas que los asesinaron sean castigadas como merecen; debemos exigir que la patología religiosa que inspira a esas alimañas sea erradicada de Europa. Pero, a la vez, debemos recordar que las religiones fundan las civilizaciones, que a su vez mueren cuando apostatan de la religión que las fundó; y también que el laicismo es un delirio de la razón que sólo logrará que el islamismo erija su culto impío sobre los escombros de la civilización cristiana. Ocurrió en el norte de África en el siglo VII; y ocurrirá en Europa en el siglo XXI, a poco que sigamos defendiendo las aberraciones de las que alardea el pasquín Charlie Hebdo. Ninguna persona que conserve una brizna de sentido común, así como un mínimo temor de Dios, puede mostrarse solidaria con tales aberraciones, que nos han conducido al abismo.

Y no olvidemos que el Gobierno francés –como tantos otros gobiernos occidentales–, que amparaba la publicación de tales aberraciones, es el mismo que ha financiado en diversos países (y en especial en Libia) a los islamistas que han masacrado a miles de cristianos, mucho menos llorados que los periodistas del pasquín Charlie Hebdo. Puede parecer ilógico, pero es irreprochablemente lógico: es la lógica del mal en la que Occidente se ha instalado, mientras espera la llegada de los bárbaros.

lunes, 5 de enero de 2015

LA PRIMAVERA DEL POSTCONCILIO

¡A aprender de Lutero, dice el Cardenal Reinhard Marx!

“Lutero no apuntaba a una escisión de la iglesia sino que quería captar la atención con sus llamados a la reforma sobre cosas que enturbiaban el mensaje evangélico”

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domingo, 4 de enero de 2015

SANCTISSIMI NOMINIS IESU

Ayúdame a comprender, ¡oh Jesús!, los misterios y tesoros encerrados en tu Dulcísimo Nombre

¡Oh nombre glorioso, nombre gracioso, nombre amoroso y virtuoso!, En tu virtud se perdonan las culpas, se vencen los enemigos, sanan los enfermos, los que sufren hallan consuelo en sus adversidades. Tú eres el honor de los creyentes, el maestro de los predicadores, el alivio de los que trabajan, el sostén de los débiles: con tu fuego ardiente se nutren los deseos santos, se alcanzan los auxilios necesarios, se embriagan las almas contemplativas, y son glorificados los triunfadores en la patria celestial. Concédenos, ¡oh dulcísimo Jesús!, por tu Santísimo Nombre, que también nosotros podamos reinar con los bienaventurados. Tú que glorificas a todos ellos. Tú que triunfas glorioso con el Padre y el Espíritu Santo, en unidad y Trinidad perfecta por los siglos de los siglos.

San Bernardino de Sena