OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

martes, 12 de octubre de 2010

SOBRE EL BOMBARDEO DE GUERNICA EN ABRIL DE 1937


El bombardeo de la villa de Guernica, ocurrido el 26 de abril de 1937, ha tenido todavía más repercusión. Según el mito, fue un ensayo deliberado de arrasamiento de la población civil, llevado a cabo por la aviación alemana con probable instigación o autorización de Franco, sobre una población sin valor militar. Por efecto del ataque habrían muerto entre 800 y 1.650 personas, según los diversos autores, llegando los nacionalistas vascos a hablar de 3.000, para una población total de unos 5.000. El caso guarda mucha similitud con el de la matanza de Badajoz. Los estudios más detallados y recientes de Jesús Salas Larrazábal, no rebatidos por nadie hasta la fecha, prueban que el bombardeo fue decidido por el jefe alemán Von Richthofen sin autorización de Franco. Éste había prohibido, y volvió a prohibir después, los bombardeos sobre objetivos civiles. En segundo lugar el ataque a Guernica habría tenido un valor militar de primer orden si las tropas de Franco hubieran avanzado enseguida sobre la población, pues con ello habrían copado a una parte considerable del ejército enemigo. Ese valor se perdió al decidir el general Mola, que se llevaba mal con Richthofen, un avance en dirección contraria, sobre Durango. En tercer lugar el alemán conocía por anticipado la decisión de Mola, pese a lo cual obró por su cuenta (“Me porté muy maleducadamente”, comenta en sus diarios). El bombardeo constó de varias pasadas sin mucho efecto, entre las 4,30 y las 6 de la tarde, seguidas de otra a las 6,30. Esta última ocasionó grandes incendios, y una hora después el 18 % de la villa estaba en llamas. Durante la noche la destrucción por el fuego se extendió al 71% de los edificios. La causa de la devastación fue el bombardeo, pero su extensión se debió también a la deficiente actuación de los bomberos de Bilbao, que tardaron varias horas en llegar desde una distancia de 30 kilómetros, y se volvieron a las tres de la noche, cuando los incendios proseguían. Finalmente, el número máximo de muertos fue de 126, probablemente alguna decena menos. Una cifra muy alta, pero también muy inferior a la necesaria para forjar el mito. Salas Larrazábal llegó a estas conclusiones tras examinar la documentación hoy conocida, los diarios personales de Richthofen, la prensa y los comentarios de aquellos días en la prensa de Bilbao, los registros de fallecidos y los testimonios disponibles. Sin embargo hasta ahora prevalecían las versiones elaboradas por varios corresponsales británicos, en especial por C. L. Steer, que escribía para el diario conservador The Times e inventó cientos de muertos y otros detalles. Así, al revés que las anteriores leyendas, ésta procede de la derecha británica, lo que acaso haya contribuido a su éxito. Salas supone, razonablemente, que este hecho respondió al interés de los conservadores británicos por contrarrestar la propaganda pacifista de los laboristas, advirtiendo a la opinión pública de lo que podría pasar en la propia Inglaterra. La opinión conservadora más despierta consideraba a Alemania el mayor peligro potencial, y sentía poca acritud hacia la Italia fascista, y por eso, probablemente, Steer negó la participación de aviones italianos, que sí intervinieron en Guernica, y, mintiendo deliberadamente, atribuyó a los alemanes el bombardeo de Durango, de autoría italiana y que causó más víctimas. Otro aspecto del mito, divulgado por los nacionalistas, pretende que el bombardeo se dirigía contra los edificios y símbolos de “las libertades vascas”. Sobre ello deben señalarse tres cosas: que los alemanes ignoraban seguramente esos símbolos y tradiciones; que dichos edificios no fueron afectados por el bombardeo, pese a haber situado el gobierno nacionalista, imprudentemente, cuarteles en las inmediaciones de ellos; y que las tradiciones sobre Guernica están muy contaminadas por las invenciones separatistas. El mismo Azaña calificó de “cachivaches” muchos de los símbolos que le enseñaron cuando visitó la villa. La propaganda franquista atribuyó la devastación de Guernica a las izquierdas. Es probable que durante un tiempo esta versión fuera creída por quienes la difundían, porque las ciudades vascas de Irún y Éibar habían sido incendiadas por las tropas enemigas en retirada. Pero en este caso no había sido así, y la propaganda de izquierdas y separatista pudo demostrarlo, añadiendo a la acusación del bombardeo el desenmascaramiento de la mentira derechista.Vale la pena señalar algunas consecuencias de Guernica. Desde el punto de vista de la propaganda el bando franquista salió muy perjudicado. En el terreno militar el ataque de Richthofen resultó inútil inmediatamente, pues al no haber sido ocupada la villa enseguida, las fuerzas adversarias pudieron escapar al cerco. En cambio las consecuencias políticas beneficiaron grandemente a Franco, con ulteriores efectos militares. Pues el PNV llamó a los vascos a luchar a ultranza, pero bajo cuerda intensificó sus negociaciones con los fascistas italianos, a fin de obtener una rendición separada, traicionando a sus aliados izquierdistas. El primer efecto de estas negociaciones se hizo evidente a mediados de junio, cuando Bilbao se rindió. Entonces los separatistas garantizaron la entrega intacta de la industria pesada de la ciudad al ejército de Franco, impidiendo su destrucción prevista por las izquierdas. Esa industria favoreció en alto grado el esfuerzo bélico del bando nacional. Y unas semanas después, hacia mediados de agosto, el PNV sugería al enemigo las mejores vías para atacar a sus aliados, de modo que las tropas separatistas parecieran quedar copadas y no se notase su traición. Fue el famoso Pacto de Santoña, que ayudó a los nacionales a conseguir su primera victoria masiva de la guerra, haciendo 55.000 prisioneros y capturando gran cantidad de material de guerra. Tales fueron las consecuencias del bombardeo de Guernica. Conviene entender la posición del PNV. Éste era un partido muy de derechas, extremadamente racista y de un catolicismo sui generis, pese a lo cual se alió con unas izquierdas que estaban exterminando a la Iglesia. La paradoja se explica porque el PNV aspiraba ante todo a la secesión del País Vasco, y había aceptado la autonomía ofrecida por el Frente Popular pensando en conculcar los acuerdos desde el primer día, y separarse de España en cuanto le fuera posible. A tal efecto formó un ejército propio y otras muchas cosas por encima del estatuto autonómico. Además, al principio de la guerra casi nadie pensaba que Mola y Franco pudieran triunfar, pues la relación de fuerzas favorecía de modo abrumador al Frente Popular: en sus manos habían quedado todos los recursos financieros, casi toda la industria, las principales ciudades y puertos, la mitad del ejército, y dos tercios o más de las fuerzas de seguridad, de la aviación y de la marina. En tales condiciones no parecía provechoso aliarse con los seguros perdedores. Pero según pasaban los meses, el PNV comprendió que las izquierdas podían perder, y de ahí sus tratos con el enemigo. El caso de Guernica merecería un estudio especial sobre cómo se fabrica un mito. Durante años diversos autores se han copiado y citado unos a otros como argumento de autoridad, sin examinar los hechos sobre el terreno. Un especialista en esa técnica, el estudioso y polemista useño H. Southworth, publicó en 1975 un libro apoyado en las informaciones y reseñas de la prensa mundial sobre el bombardeo. Salas observa: “Quien tenga probada paciencia puede estudiar los orígenes históricos del mito de Guernica en las 190 páginas del capítulo primero del erudito libro “La destrucción de Guernica”, del polemista norteamericano Herbert R. Southworth, en las que va exponiendo, una tras otra, las noticias que publicó la prensa mundial en base a los cables enviados desde Bilbao por cinco corresponsales extranjeros (…). Los que afronten esta lectura podrán conocer insignificantes pormenores relacionados con este temario, país por país, pero por mucho que relean las densas páginas no serán capaces de hallar rastros de lo más esencial: los relatos de la prensa de Bilbao, numerosa entonces y, hay que suponerlo, mejor informada. Nadie considere esto como un incomprensible olvido de cronista tan minucioso, pues existe una explicación mucho más lógica: los periodistas de Bilbao (…) no comulgaron con las extravagantes tesis de los contados corresponsales extranjeros que fabricaron la leyenda, y los censores de Bilbao impusieron cortes en los pocos artículos desorbitados que la prensa local reprodujo de los diarios extranjeros. (…) y que podían ser refutados fácilmente por los evacuados de Guernica”. Estos párrafos expresan la diferencia entre historiografía y propaganda. Sorprendentemente, la prensa de Bilbao ni siquiera hablaba al principio de muertos, sino sólo de heridos. El número de muertos, relativamente escaso para un ataque que causó tal destrozo, se explica porque a partir de la primera pasada de los aviones la gente estaba alerta y la mayoría se puso a salvo. Además la mayor parte de la devastación, aunque originada en el bombardeo, se produjo con posterioridad a éste.


PIO MOA.

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