OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

domingo, 29 de septiembre de 2013

AL ARCÁNGEL SAN MIGUEL

San Miguel, primer defensor de la Realeza de Cristo, ¡rogad por nosotros!
Oh glorioso Príncipe de las Celestiales Milicias, San Miguel Arcángel, defendednos en el combate y en la terrible lucha que sostenemos contra los Principados y Potestades, contra los príncipes de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos. Venid en auxilio de los hombres, que Dios creó inmortales, formó a su imagen y semejanza y rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Pelead, en este día, con el ejército de los Santos Ángeles, las batallas del Señor, como ya peleasteis contra el jefe de los soberbios, Lucifer, y contra sus ángeles apóstatas, que fueron impotentes para resistiros y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo. Y aquel ángel rebelde, transformado en ángel de tinieblas que todavía se arrastra por la tierra para nuestra ruina, fue precipitado con sus secuaces en los abismos. Más he aquí que aquel primer enemigo y homicida ha tomado nuevos bríos. Transfigurado en ángel de luz, va dando vueltas, con toda la turba de los malignos espíritus, para invadir la tierra y desterrar el nombre de Dios y de Cristo, para arrebatar, matar y precipitar en la eterna perdición las almas destinadas a la eterna corona de la gloria. Este dragón maligno, inocula, como río inmundo, en los de mente torcida y corrompido corazón, el veneno de su malicia, el espíritu de mentira, de impiedad y de blasfemia, el hálito pestífero de la impureza, de todos los vicios y de toda iniquidad. Enemigos llenos de astucia han colmado de amargura, han saturado de hiel la Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado y han puesto sus impías manos sobre las cosas más santas. Vos, pues, oh Príncipe invictísimo, socorred contra las acometidas de los espíritus réprobos al pueblo de Dios y dadnos la victoria. Así sea. 

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