OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

jueves, 17 de julio de 2014

17 DE JULIO, EL TRIUNFO DE LA SANTA CRUZ


Cuenta la crónica del Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo, cómo el Rey Don Alfonso VIII de Castilla, llamado el Bueno, quiso humillar al moro y asestarle un golpe decisivo; para lo cual reunió gran contingente de fuerzas de todo su reino, y hasta pidió refuerzos a los Reyes de Aragón, Pedro II, y  de Navarra, Sancho VII, e indulgencias al Papa Inocencio III para los que se alistasen en la Cruzada contra la Media Luna.
El punto de cita fue Toledo. Salieron todos de allí, soldados reyes y obispos; y penetrando en tierras invadidas por el Islam, al quinto día lograron tomar la posición fuerte de Calatrava. Luego se rindió también Alarcos, adonde vino a agregárseles el Rey Navarro con sus huestes.
El moro se aprestaba en Jaén para el ataque; pero entre tanto, la caballería cristiana había ya ocupado las alturas, y el grueso del ejército acampaba en la meseta de las Navas de Tolosa.

Entraron por fin en refriega, no sin prepararse antes con una sincera confesión de sus culpas y la recepción del Cuerpo de Cristo; y recibida la bendición del arzobispo D. Rodrigo, entraron en reñida lid. Pero al fin los moros aflojaron, sufriendo una sangrienta derrota, y saliendo victoriosos los cristianos, meced a la protección del cielo, pues, la Santa Cruz se les vino a aparecer en los aires en el momento más álgido, prestando bríos a los ejércitos cristianos. La imagen de la Virgen María, bordada en el estandarte regio, amedrentó también al moro, y el mismo San Isidro Labrador acudió a alentar al monarca castellano en el trance más apurado.


ORACIÓN

¡Oh Dios!, que, por tu Cruz, has querido conceder al pueblo que en ti cree, el triunfo contra sus enemigos; te suplicamos que otorgues siempre la victoria y el honor a los que, por tu bondad, adoran tu Santa Cruz. Tú que vives y reinas. AMÉN

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