OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

miércoles, 10 de marzo de 2010

LA VOZ DE LA TRADICIÓN CATÓLICA


MONS. LEFEBVRE SOBRE EL CONCILIO VATICANO II

"Este Concilio no acabará nunca de provocar comentarios.
Personalmente, al formar parte de la Comisión Central Preconciliar (de la que eran miembros ochenta cardenales, veinte arzobispos, unos diez obispos y cuatro superiores generales de Congregaciones), pude comprobar que la preparación del Concilio fue muy seria y conforme a la tradición. Estaría muy bien que se pudiera editar hoy todos estos esquemas preparatorios del Concilio, para ver cuál era la doctrina de la Iglesia en los días que precedieron al Concilio.
Pero el origen del drama estuvo y no soy el único en pensarlo, en que el Concilio, desde los primeros días, fue dominado por las fuerza progresistas. Así lo experimentamos y sentimos (y cuando hablo en plural me refiero a la mayoría de los Padres Conciliares) en aquel momento. Tuvimos la convicción de que algo había en el Concilio que no era normal. El proceder de los que se propusieron desviar el Concilio de su fin atacando a la Curia Romana y con ella a Roma y al sucesor de Pedro, fue escadaloso".


"Cuando el Cardenal Ottaviani nos propuso los nombres de los que habían formado parte de las Comisiones preconciliares, con vistas a elegir los miembros de las Comisiones Conciliares (lo cual era perfectamente normal), ya que no nos conocíamos entre nosotros (éramos dos mil cuatrocientos y veníamos de todos los países del mundo), se alzó un verdadero clamor por parte de "los de la orilla del Rhin", Se levantaron contra la "presión" ejercida por Roma para imponer los miembros de las Comisiones. ¡Estupor en la asamblea! Y, al día siguiente, nos distribuían listas internacionales ya separadas, con nombres que no conocíamos y que acabaron por imponerse, Los que habían preparado las listas conocían perfectamente a estos Obispos que eran, por supuesto, (no hay ni que decirlo) todos de la misma tendencia.
Y así es como las Comisiones fueron, en sus dos tercios, formadas por miembros progresistas.
Lógicamente, los textos de los esquemas que nos entregaron en el curso de las sesiones reflejaban claramente las ideas de la mayoría de los miembros de las comisiones.
Nos encontramos pues en una situación absolutamente inexplicable. ¿Cómo cambiar completamente y profundamente todos estos esquemas del Concilio? Se puede modificar algunas frases, algunas proposiciones, pero nunca lo esencial. Las consecuencias son graves".


"Como el Papa me designó miembro de la Comisión preparatoria central, participé en esos trabajos con asiduidad y entusiasmo durante los dos años que duraron. La Comisión central estaba encargada de examinar y verificar todos los proyectos preparatorios que redactaban las comisiones especializadas, de modo que estaba en buena posición para saber lo que se había hecho, lo que debía examinarse y lo que iba a presenta a la asamblea.
Ese trabajo se realizaba con mucha aplicación y perfección. Aún tengo los textos de los 72 proyectos preparatorios, donde la doctrina de la Iglesia es absolutamente ortodoxa aunque se adaptan en cierto modo a nuestra época, pero con mucha moderación y sabiduría.
Todo estaba dispuesto para la fecha anunciada y el 11 de octubre de 1962 los Padres tomaban su lugar en la nave de la Basílica de San Pedro de Roma. Pero ocurrió algo que la Santa Sede no había previsto. Desde los primeros días, el Concilio fue invadido por las fuerzas progresistas. Tuvimos la impresión de que ocurriría algo anormal y esa impresión se confirmó rápidamente. Dos semanas después de la sesión inaugural, ya no quedaba ninguno de los 72 proyectos. Todos habían sido rechazados, abandonados y arrojados al cesto de los papeles".


"Se nos dice al mismo tiempo: "Este Concilio es infalible y no podéis dudar de él. Todo lo que ha sido aprobado por el Papa y los obispos debe ser aceptado tal como está y sin discusión". Yo pienso que hay que hacer las distinciones necesarias y primero definir el Concilio.
En efecto, este Concilio ha sido llamado "pastoral" una y otra vez, y cuando queríamos que se precisara un término o una expresión, se nos respondía: "No hace falta. Aquí no estamos haciendo un concilio dogmático sino un concilio pastoral. Hablamos para una gente que no son ni especialistas ni teólogos".
Por lo tanto, debemos concluir que se trata de un texto de predicación y no de un texto científico.
Por desgracia, de eso teníamos pruebas evidentes".


"Los concilios han sido siempre concilios dogmáticos. Sin duda, el Concilio Vaticano II, es un Concilio Ecuménico por el número de Obispos y por su convocatoria por el Santo Padre; pero no es un Concilio como los demás. El Papa Juan XXIII lo expresó claramente. Es evidente que su objetivo fue diferente del de los otros concilios.
Para evitar la ambigüedad de un Concilio Pastoral, pedimos en una intervención que hubiera, dos textos: uno doctrinal y otro de consideraciones pastorales. Se excluyó la idea del texto doctrinal, recogiendo sólo la de la redacción pastoral.
Y realmente esto tiene, a mi parecer, una importancia pues nos ayuda a comprender mejor la situación en la que nos encontramos actualmente. Yo no sé lo que vosotros pensaréis, pero se nos habla continuamente del "espíritu postconciliar", causa de todos nuestros males, que provoca esas rebeliones de clérigos y provoca esas contestaciones, que está en la base de las ocupaciones de catedrales, de parroquias y de todas las extravagancias de la liturgia y de la nueva teología. Y este "espíritu postconciliar", ¿no tiene realmente nada que ver con el Concilio? ¿Es un fenómeno totalmente ajeno al Concilio? Se juzga el árbol por sus frutos...".




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