OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

miércoles, 18 de diciembre de 2013

NUESTROS MÁRTIRES

RUFINO LÓPEZ-PRISUELOS GARCÍA-MAQUEDA 
Nació en Villacañas (Toledo) el 19 de octubre de 1869, siendo bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de la mencionada Villa, el día 20 del mismo mes y año, con los nombres de Pedro Alcántara Rufino.

Fue uno de los siete hermanos nacidos del matrimonio formado por Nicolás y Juliana, de profundas raíces cristianas, en cuyo ambiente fue recibiendo los principios de su formación cristiana, que dieron como fruto su vocación sacerdotal.

Ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1893, a los 24 años, tras sus primeros destinos, ejerció desde 1897 a 1903, como cura regente de la parroquia de Añover de Tajo (Toledo). Después fue coadjutor de la parroquia de Villacañas (Toledo) y capellán de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, religiosas fundadas por Santa María Rosa Molas, que habían llegado a Villacañas en 1914.

En la parroquia también ejercía de coadjutor el Siervo de Dios Emilio Quereda Martínez Fraguas.

El 2 de agosto de 1936 fueron detenidos todos los sacerdotes de la población, a excepción del párroco, gravemente enfermo, siendo todos encerrados en la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, habilitada como cárcel. Don Emilio sufrió palizas terribles hasta terminar con la rotura de su propio brazo.

Sabemos que Don Rufino fue primero trasladado a la ermita de San Roque, habilitada como prisión provincial, y posteriormente trasladado con todos los demás detenidos, a la ermita del Cristo del Coloquio o de Ntra. Sra. de los Dolores.

Un testigo, el querido sacerdote Don Nicolás López-Prisuelos, sobrino del Siervo de Dios, que por entonces era un niño de doce años, recuerda que “todos los días le llevaba la comida y, con alguna frecuencia, le dejaban entrar dentro, con lo cual pude comprobar su estado, como consecuencia de los tormentos recibidos”. Se sabe que de los fuertes golpes recibidos perdió un ojo.

Don Rufino, como los demás, fue testigos de la profanación y destrucción de la imagen de la Virgen de los Dolores, por la cual sentían una profunda devoción y se consideraba su fiel y devoto capellán. A lo largo de este duro y cruel mes de prisión no se separó del altar de su Virgen de los Dolores.

Finalmente, los dos sacerdotes unidos en su ministerio por el mismo destino fueron también juntos sacados de la cárcel. Era el 5 de septiembre y, tras conducirlos a las tapias del cementerio de Tembleque, después de una nueva y última brutal paliza, los remataron a tiros.

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