OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

lunes, 9 de julio de 2012

NUESTROS MÁRTIRES

CÁNDIDO VILLAJOS CHOCANO

Cándido Juan de Dios Villajos Chocano nació en Alcázar de San Juan el día 8 de marzo del año 1878, fue bautizado en la Parroquia de Santa María La Mayor al día siguiente de manos de D. Valentín Rodríguez Escalona, Teniente de Cura en dicha Iglesia. Fueron sus padres Rogelio Villajos, zapatero de oficio y de Lorenza Chocano, y fue su madrina Santiaga Villajos. Transcurre su infancia en la Plazoleta Cervantes, número 4.

En el momento de la muerte se ganaba la vida como repostero del Casino de Alcázar de San Juan, tenía 58 años y dejaba siete hijos, llamados Rogelio, Luis, Rufo, Rosario, Pilar, Juliana y Aurora, de los trece, fruto del matrimonio contraído con Juliana Galán, mujer sencilla y muy cristiana.

Es recordado por familiares, amigos y vecinos que le conocieron como hombre bueno, trabajador, cariñoso, honrado y amigo de todos. Vivió en un ambiente sencillo y cristiano. Pertenecía al grupo de Adoración Nocturna, (“veterano constante”) y era miembro de la Cofradía de Jesús Nazareno y asistía a Misa diariamente, siempre que su trabajo profesional se lo permitía.

Entre sus amigos estaban los frailes Trinitarios y D. Antonio Martínez Jiménez, Párroco de Santa Quiteria, que también fueron martirizados, el 27 de julio y 22 de julio respectivamente.
Estando los frailes trinitarios en prisión, para poder visitarlos tuvo que pedir permiso al Señor Alcalde, el cual le contestó que para la visita debía ir escoltado por una pareja de milicianos desde el casino, donde él era repostero, hasta la cárcel; y así, acudía a la cárcel cada mañana, consciente del peligro que corría, llevando a los religiosos un recipiente con café y leche para el desayuno, víveres y cuanto necesitaban.

Posteriormente fue detenido en su casa por hallarse su nombre en una lista de cofrades de la Hermandad de Jesús Nazareno. Llevado a la cárcel, durante veinticuatro horas fue interrogado y se le dejó en libertad, aunque con arresto domiciliario. Durante este arresto él animaba a la familia, pero una noche fueron a por él para que declarase de nuevo y lo volvieron a encarcelar. No quiso abdicar de su fe y fue sometido a interrogatorios. Durante el tiempo que duró el arresto animaba a la familia y por medio de Pilar, su hija, que diariamente le visitaba en la cárcel, enviaba notas para su esposa y familia.

La noche del 16 de septiembre de 1936 fue sacado de la cárcel con otros prisioneros y murió por armas de fuego. Al ser reconocido por la familia tenía impactos de balas. Los motivos de la persecución y muerte en general fueron que frecuentaba la Iglesia, era un hombre muy piadoso; amistad con el clero, “hombre de Iglesia”, adorador nocturno, Hermano de la Cofradía de Jesús Nazareno.

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