OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

domingo, 6 de enero de 2013

LOS SANTOS REYES MAGOS

Arqueta gótica, con los restos de los Santos Reyes Magos
Para darle al sarcófago un digno lugar, en 1248 empezaron a construir la catedral de Colonia 

En 1164, el emperador alemán Federico Barbarroja regaló a la ciudad de Colonia las reliquias de los Reyes Magos, mismas que fueron trasladadas desde la Tierra Santa a Milán, y desde ahí a Colonia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia para ver el rico tesoro de los legendarios Reyes Magos. Así, en 1248 inició la construcción de una catedral que estaría a la altura de tal tesoro, la de Colonia. Hoy, dicha catedral es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa cuya construcción duró más de 600 años.

Fue largo el camino que recorrieron las reliquias antes de llegar a su actual hogar. Todo inició en el año 300 de nuestra era cuando la emperatriz Elena —madre del emperador romano Constantino— se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Aunque no se sabe cómo, en Saba localizó los cadáveres de los Reyes Magos y ordenó su traslado a Constantinopla —la actual Estambul— donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa. Después, las reliquias fueron trasladadas a Milán para dar prestigio a dicha ciudad. Pero fue Federico Barbarroja quien, en sus guerras de conquista, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó consigo las reliquias a Colonia en un accidentado viaje. 



Los peregrinos, como los turistas en la actualidad, se asombraban al ver las dimensiones y los fastuosos decorados de la iglesia. Y es que sus torres se elevan 157 metros por encima de la ciudad, sus puertas de bronce son colosales, y su longitud es de 144 metros por 45 de ancho y 43 de altura, lo que la coloca entre las 10 iglesias más grandes del planeta. Además de todos los datos arquitectónicos colosales de la catedral, el Tesoro de los Reyes Magos es igualmente importante. Está situado detrás del altar mayor y es una pieza de orfebrería medieval en oro macizo finamente decorada con personajes bíblicos. Contiene los restos y reliquias de Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos. 

El relicario en forma de basílica tiene proporciones gigantescas para esta clase de urnas: dos metros 20 centímetros de longitud de oro y plata macizos, esmaltes y joyas de incalculable valor. El relicario fue realizado por el mejor artista francés de la época, Nicolás Verdún, y los maestros orfebres de Colonia la terminaron hace 800 años. Dentro del relicario reposan los cráneos de Melchor, Gaspar y Baltasar, en tres cajas forradas de terciopelo y brocado. Cada hueso está envuelto en la seda más fina y se considera que es el sarcófago más grande del mundo, domina toda la catedral. Su peso es de 350 kilos de oro, plata y vermeil —una mezcla de metales preciosos—, incrustaciones con piedras preciosas, esmaltes y figuras de marfil ricamente adornadas que representan a la Virgen María, a los Reyes Magos y a los profetas. Por estas reliquias, Colonia se ha convertido, junto con Roma y Compostela, en uno de los grandes centros cristianos de peregrinación. En la Capilla de los Tres Reyes, frente al Tesoro, hay un maravilloso vitral, el célebre retablo de “La adoración de los Reyes”, de Dombild, y una serie de alegorías relativas al momento en que los Reyes Magos arriban a Belén a ofrecer sus presentes al recién nacido Niño Jesús.

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