OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

jueves, 23 de septiembre de 2010

NUESTROS MÁRTIRES



BARTOLOMÉ BLANCO MÁRQUEZ


Este era un joven cordobés que tenía 21 años. Lo más característico de su persona fue su condición de apóstol, primero en la Institución Social Obrera de Pozoblanco y luego como delegado del Sindicato Católico, cargo en el que puso a contribución un vigor, una soltura y unos conocimientos fuera de lo común.
Fue prendido el 18 de agosto de 1936 y trasladado después a la cárcel de Jaén (donde se encontró con quince sacerdotes y otros muchos seglares fervorosos). El fue llevado a la muerte el 2 de agosto, a los tres días de haber pasado por un juicio severísimo, donde dejó constancia inequívoca de sus creencias. Tanto el juez como el secretario del tribunal, no dudaron en demostrarle su admiración por las dotes personales que le adornaban y por la entereza con que profesó sus convicciones. Oyó al fiscal solicitar en su contra la pena capital y comentó, sin inmutarse, que nada tenía que alegar, pues, caso de conservar la vida, "seguiría la misma ejecutoria de católico militante"; todo comentario está demás. Sus compañeros de prisión conservaron los emotivos detalles de su salida para la muerte, con los pies descalzos para parecerse aún más a Cristo en esta pequeña circunstancia. Al ponerse las esposas las besó con reverencia, dejando sorprendido al guardia que le maniataba. No aceptó, según le proponían, recibir la descarga de espaldas. "Quien muere por Cristo, debe hacerlo de frente y con el pecho descubierto. ¡Viva Cristo Rey", y cayó acribillado junto a una encina.

JOSÉ MARÍA CORBIN FERRER


Joven de 21 años, era antiguo alumno de los Hermanos Maristas, miembro muy activo de la Juventud de Acción Católica, de la Federación Regional de Estudiantes Católicos. Licenciado brillante en Ciencias Químicas con premio extraordinario, pensionado en la Universidad de Verano de Santander... estallada la guerra no le fue posible reintegrarse a Valencia.
El 28 de agosto de 1936 cayó en manos de las milicias populares y fue llevado a la checa del Ayuntamiento... de allí, al buque prisión "Alfonso Pérez", donde su simpatía y piedad valiente le hicieron sobresalir entre un gran número de seglares. Solía repetir a sus compañeros: "Los que me quieran bien no me pueden desear mejor suerte; la España católica se cimentará con el sacrificio de nuestra vidas..." Murió en la horrorosa matanza del 27 de diciembre, y como el dijo "por Dios y por España". Otros muchos jóvenes fueron por aquellos días presos y asesinados por confesar a Cristo ante los jueces, expresando los sentimientos de perdón y compasión para con sus propios verdugos.

FRANCISCO CASTELLÓ ALEU


Joven catalán, por ser católico y miembro activo de Acción Católica, fue llevado a la cárcel de Lérida, donde hacía meditación diaria valiéndose de textos de San Pablo que recordaba de memoria. Al saber que se había dictado contra él la pena de muerte, se preparó para ella.
El fiscal pidió la pena de muerte, que Francisco escuchó con la sonrisa en los labios. Al decirle el presidente que podía defenderse, contestó: "No hace falta, ¿para qué? Si el ser católico es un delito, acepto muy a gusto ser delincuente, pues la felicidad más grande que puede encontrar el hombre en este mundo es morir por Cristo. Y si mil vidas tuviera las daría sin dudar un momento por esta causa. Así que os agradezco la posibilidad que me ofrecéis para asegurar mi salvación".

Del libro "Florilegio de Mártires" de Benjamín Martín Sánchez.

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