OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

sábado, 15 de febrero de 2014

LA VOZ DE LA TRADICIÓN CATÓLICA

Estas Misas nuevas no sólo no pueden ser motivo de una obligación para el precepto dominical...

Monseñor Marcel Lefebvre
“Respecto a la Nueva Misa, destruyamos de inmediato esta idea absurda: si la Nueva Misa es válida, se puede tomar parte en ella. La Iglesia siempre ha prohibido a los fieles asistir a las Misas de los cismáticos y de los herejes, aunque sean válidas. Es evidente que no se puede tomar parte en Misas sacrílegas, ni en Misas que ponen nuestra fe en peligro. Además, es fácil demostrar que la Nueva Misa, tal y como ha sido formulada por la Comisión de la Liturgia, con todas las autorizaciones dadas por el Concilio de una manera oficial, y con todas las explicaciones dadas por Monseñor  Bugnini, presenta un acercamiento inexplicable a la teología y al culto de los protestantes…  Estas Misas nuevas no sólo no pueden ser motivo de una obligación para el precepto dominical, sino que además con relación a ellas hay que seguir las reglas de la Teología moral y del Derecho Canónico, que son las de la prudencia sobrenatural con relación a la participación o la asistencia a una acción peligrosa para nuestra fe o eventualmente sacrílega”

Monseñor Marcel Lefebvre

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