OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

miércoles, 21 de mayo de 2014

LA SANTA MISA

Haz, ¡oh Jesús!, que yo comprenda cada vez mejor el valor y significado de tu Sacrificio Eucarístico
La Santa Misa es el centro del culto litúrgico. Como la obra redentora de Jesús culmina en el Calvario, con su muerte de cruz, así la acción litúrgica, que prolonga la obra de Jesús en el mundo, culmina en la Santa Misa, que renueva y perpetúa en nuestros altares el sacrificio de la Cruz. Jesús quiso que los preciosos frutos de redención merecidos por Él en el Calvario para todo el género humano, fuesen aplicados y transmitidos a cada creyente individualmente por su participación en el Sacrificio Eucarístico. De nuestros altares fluye sin cesar la fuente de gracia que hizo brotar Jesús en el Calvario, fuente a la que todo fiel está obligado a acercarse un vez al menos cada semana, asistiendo a la Misa festiva, pero a la cual nos es dado aproximarnos todos los días, todas las veces que tomamos parte en el Sacrifico del Altar. La Santa Misa es “la fuente de la vida”. Jesús repite si interrupción, al ofrecerse e inmolarse sobre los altares: “Quien tenga sed, venga a Mí y beba” (Jn. 7, 37).

“El augusto sacrificio del altar –dice la Encíclica “Mediator Dei”- no es una mera y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino un verdadero y estricto sacrificio, en el que el Sumo Sacerdote, inmolándose incruentamente, repite lo que una vez hizo sobre la Cruz” Idéntica la Víctima, idéntico el Sacerdote, sólo es diverso el modo de hacer la ofrenda: sobre el Calvario de modo cruento, en el altar de modo incruento. Si nosotros no vemos en la Santa Misa, como María Santísima lo vio en el Calvario, el Cuerpo desangrado de Cristo y su Sangre manando de las heridas, los tenemos, sin embargo, realmente presentes en fuerza de la Consagración. Además, realizándose esta Divina presencia bajo distintas especies, se renueva místicamente la muerte cruenta acaecida en el Calvario con la separación real del Cuerpo y se la Sangre del Salvador.

Del libro "Intimidad Divina" del Padre Gabriel de Santa María Magdalena O.C.D.

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