Falange Española cree resueltamente en España. España NO ES un territorio. NI un agregado de hombres y mujeres. España es, ante todo, UNA UNIDAD DE DESTINO. Una realidad histórica. Una entidad verdadera en sí misma, que supo cumplir (y aún tendrá que cumplir) misiones universales.
Por tanto, España existe:
1) Como algo DISTINTO a cada uno de los individuos y de las clases y de los grupos que la integran.
2) Como algo SUPERIOR a cada uno de esos individuos, clases y grupos, y aún al conjunto de todos ellos.
Luego, España, que existe como realidad distinta y superior, ha de tener sus fines propios.
Son esos fines:
1) La permanencia en su unidad.
2) El resurgimiento de su vitalidad interna.
3) La participación, con voz preeminente, en las empresas espirituales del mundo.
Para cumplir esos fines, España tropieza con un gran obstáculo.
Está dividida:
1) Por los separatismos locales.
2) Por las pugnas entre partidos políticos.
3) Por la lucha de clases.
El separatismo ignora u olvida la realidad de España. Desconoce que España es, sobre todo, una gran UNIDAD DE DESTINO.
Los separatistas se fijan en si hablan lengua propia, en si tienen características raciales propias, en si su comarca presenta clima propio o especial fisonomía topográfica. Pero habrá que repetirlo siempre, una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una UNIDAD DE DESTINO EN LO UNIVERSAL. Esa unidad de destino se llamó y se llama España.
Bajo el signo de España cumplieron su destino, unidos en lo universal, los pueblos que la integran. Nada puede justificar que esa magnífica unidad creadora de un mundo se rompa.
Los partidos políticos ignoran la unidad de España porque la miran desde el punto de vista de un interés PARCIAL. Unos están a la derecha. Otros están a la izquierda. Situarse así ante España es ya desfigurar la verdad. Es como mirarla con sólo el ojo izquierdo o con sólo el ojo derecho: de reojo. Las cosas bellas y claras no se miran así, sino con los dos ojos, sinceramente de frente. No desde un punto de vista parcial, de partido, que ya, por serlo, deforma lo que se mira. Sino desde un punto de vista total, de Patria, que al abarcarla en su conjunto corrige nuestros defectos de visión.
La lucha de clases ignora la unidad de la Patria, porque rompe la idea de la producción nacional como conjunto. Los patronos se proponen, en estado de lucha, ganar más. Los obreros, también. Y, alternativamente, se tiranizan. En las épocas de sobra de trabajo, o cuando las organizaciones obreras son muy fuertes, los obreros abusan de los patronos. Ni los obreros ni los patronos se dan cuenta de esta verdad: unos y otros son cooperadores en la obra conjunta de la PRODUCCIÓN NACIONAL. No pensando en la producción nacional, sino en el interés o en la ambición de cada clase, acaban por destruirse y arruinarse patronos y obreros.
Si las luchas y la decadencia nos vienen de que se ha perdido la idea permanente de España, el remedio estará en restaurar esa idea. Hay que volver a concebir a España como una realidad existente por sí misma. Superior a las dicerencias entre los pueblos. Y a las pugnas entre los partidos. Y a la lucha de clases.
Quien no pierda de vista esta afirmación de la realidad superior de España verá claros todos los problemas políticos.
Algunos conciben al Estado como un simple mantenedor del orden, como un espectador de la vida nacional que sólo toma parte en ella cuando el orden se perturba, pero que no cree resueltamente en ninguna idea determinada. Otros aspiran a adueñarse del Estado para usarlo, incluso tiránicamente, como instrumento de los intereses de su grupo o de su clase. Falange Española no quiere ninguna de las dos clases: ni el Estado indiferente, mero policía; ni el Estado de clase o grupo. Quiere un Estado creyente en la realidad y en la misión superior de España. Un Estado que, al servicio de esta idea, asigne a cada hombre, a cada clase y a cada grupo sus tareas, sus derechos y sus sacrificios. Un Estado de TODOS; es decir: que no se mueva sino por la consideración de esa idea permanente de España, nunca por la sumisión al interés de una clase ni de un partido.
Principio de los "PUNTOS INICIALES DE FALANGE ESPAÑOLA" (7 de diciembre 1933)
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