Oh, Señor Jesucristo, eterno Sumo Sacerdote e Inmaculado Cordero de Dios, muerto por nosotros y por muchos en el altar del Calvario, y continuamente ofrecido a Vuestro Eterno Padre en la pura oblación de Vuestro Sacrificio Eucarístico, conceded, os suplicamos, a través de los méritos y oraciones de vuestros Santos Gregorio Magno, Tomás de Aquino y Pío V, que la Santa Misa Católica, Apostólica y Romana, ratificada, explicada y perpetuada por ellos, pueda ser debidamente restaurada en los altares de Vuestra Iglesia a través de todo el mundo; que una vez más, este majestuoso y perenne Rito pueda ofrecer infinita adoración y homenaje a la Santísima Trinidad, los frutos más abundantes y consuelo y alimento espiritual para los fieles, una defensa inexpugnable y compensación contra el creciente flujo del mal y una terminación segura de la angustia, temor, dudas y profanaciones ocasionadas por su injustificado abandono y sustitución.Oh, benditos santos de los siglos, que santificasteis y nutristeis vuestras almas con la perenne Misa Romana, y Santos Mártires que vertisteis vuestra Sangre por ella, os suplicamos fervorosamente que no seamos privados de la misma, y que como vosotros nos comprometamos a cualquier costo y hasta el último aliento de nuestra vida.
Sagrada Virgen María, Madre de la Inmaculada Víctima Eucarística, rogad por nosotros, para que podamos valientemente proseguir la rectificación de la actual usurpación del Sacrificio Eucarístico, y conseguir, con vuestra poderosa ayuda maternal. la restauración de nuestra Misa Católica y el Reinado y el orden de la Majestad de vuestro Hijo Jesucristo. AMEN
(Porque como hemos visto con el ejemplo del obispo de Málaga y otros muchos que no vemos, la Santa Misa Tridentina no goza, ni mucho menos, de la libertad que se merece tan Excelso Misterio)
ORACIÓN POR LOS SACERDOTESConceded plenamente, Señor, el espíritu de sacrificio a vuestros sacerdotes. Ser víctimas, consumirse por las almas, vivir sin consuelos humanos y sufrir a menudo la desconfianza y la injusticia de la persecución es lo que constituye su deber y su gloria. Que no olviden lo que dicen cada día junto al altar: "Este es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre". Que no lo olviden y que lo mediten: "No soy yo, soy Jesús, y Jesús Crucificado. Soy, como el pan y el vino, una substancia consagrada que ha dejado de ser ella misma".
Oh Dios mío, ardo en deseos por la santificación de vuestros sacerdotes. Quisiera que estas manos que os han sido consagradas fueran manos amigas y entrañables, y que sus labios, que pronuncian en el altar palabras tan sublimes, no se abrieran nunca para proferir vulgares conversaciones.
Os ruego que mantengan siempre en su persona la dignidad de sus nobles funciones, mostrándose ante todos sencillos y sublimes como la Hostia, cercanos a los hombres y al mismo tiempos superiores a ellos.
Señor, concededles que al finalizar su Misa diaria sientan ya sed de celebrar la del día siguiente, y llenos de lo que dan tengan la gracia de comunicarlo con largueza a los demás. Así sea.

300 días de Indulgencia a quienes difundan estas oraciones.
ResponderEliminar† Jorge de la Compasión
Amén
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