OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

viernes, 15 de enero de 2010

DISCURSO A LOS JÓVENES IV - LA AVARICIA (SAN BASILIO)


CONCERTAR LA TEORIA CON LA PRÁCTICA (CAPÍTULO VI)

La mayoría de los escritos, cuyas obras se refieren a la sabiduría, se explayan, con variada extensión según las posibilidades de cada uno, en tributar elogios a la virtud. Debemos escucharlos y esforzarnos para que nuestras vidas sean la realización de sus palabras. Porque, el que con sus obras practica la filosofía que otros profesan tan sólo con las palabras, "es el único sensato; los demás son sombras que se agitan".

Para mí, aquel es comparable a un pintor que hubiese llevado a la tela el maravilloso retrato de un hombre hermoso, de tal manera que fuese un fiel trasunto de la realidad. Porque el hacer públicamente brillantes elogios de la virtud y disertar extensamente sobre este tema, mientras privadamente se prefiere el placer a la templanza, y la codicia a la justicia, me atrevo a decir que es cosa propia de histriones, los cuales en el teatro aparecen como reyes y potentados, cuando no son una cosa ni otra, y acaso no sean sino unos pobres esclavos.

Un músico no tolera que su lira se halle desafinada cuando toca, y un director de coro exige más perfecta unión cuando se canta, ¿será inevitable que sólo haya oposición de uno contra sí mismo; sin poder establecer armonía entre palabras y la acciones? Habrá que decir con Eurípides: "La lengua ha jurado; pero el corazón, no".

¿Es posible contentarse con la apariencia de bien, en vez de buscar su realidad?

Empero, si hemos de creer a Platón, habrá que concluir: "el desear parece justo cuando no se es, constituye el mayor grado de injusticia".


SOBRE LOS EJEMPLOS VIRTUOSOS DE LOS ANTIGUOS (CAPÍTULO VII)

En consecuencia, hemos de estimar los relatos que encierran enseñanzas acerca de la virtud. Pero también debemos aprovechar, con toda nuestra capacidad, las acciones virtuosas de los antiguos, que una constante tradición nos ha conservado y que poetas e historiadores nos relatan.

Por ejemplo: un individuo habría proferido en el Ágora injurias contra Pericles; éste no le hizo caso. Durante todo el día continuaron, aquel a cubrirlo de insultos y éste a no prestarle atención. Y cuando al llegar la noche, como el tal no se decidiese a marcharse por temor a las tinieblas, Pericles lo hizo acompañar con antorchar para no perder la oportunidad , que le ofrecía su insultador, de seguir practicando la virtud.

Otra vez, un hombre enfurecido contra Euclides de Megara, con juramento lo amenazó de muerte. Por su parte Euclides juró tratarlo con bondad y de aplacar su cólera. ¡Que excelente sería que un tal ejemplo acudiera a la memoria cuando uno está encolerizado! Entonces la tragedia no merecería crédito cuando afirma: "Naturalmente la ira arma la mano contra los enemigos."

Lo mejor es ni sentir cólera. Y si esto no es fácil, cabe aplicar, como freno, la razón para impedir el excesivo arrebato.

Pero volvamos nuevamente a ocuparnos de los ejemplos de virtud.

Hubo quien golpeó al hijo de Sofronisco, Sócrates, en pleno rostro; por su parte él no ofreció resistencia dejando al borracho saciar su cólera, a tal punto que tenía el rostro magullado e hinchado por los golpes. Cuando dejó de pegar, Sócrates se contentó con ponerse en la frente, como dicen que hacen los escultores con sus estatuas, esta inscripción: "obra de tal". ¡Y éste fue todo su desquite!

Juzgo que estos ejemplos que tienen, más o menos, al mismo fin de los nuestros, merecen ser imitados por todos los jóvenes de vuestra edad. No hay duda de que este rasgo de Sócrates se parece al precepto que dice: "Si alguien te abofeteara en una mejillas, preséntale también la otra".

El caso de Pericles, o el de Euclides, recuerda aquella que a nosotros nos ordena: "No resistir al que es malo"; y también lo otro de: "Amad a vuestros enemigos".

De manera que el que haya sido enseñado con estos ejemplos desde la infancia, dejará de considerar imposibles estos preceptos.

No quiero dejar pasar en silencio un caso particular de Alejandro, el cual habiendo hecho prisioneras a la hijas de Darío, cuya maravillosa hermosura are muy ponderada, no quiso siquiera verlas, juzgando vergonzoso que se dejase dominar por una mujeres, quien había vencido a los hombres. Este caso recuerda la conocida sentencia: "Quienquiera mire a una mujer deseándola, ya cometió adulterio en su corazón".

¿Y qué decir de Clinias, discípulo de Pitágoras?

¿Pudiera creerse que fuera efecto de un madura reflexión y no del azar el que su conducta se halle de acuerdo con nuestros preceptos?

¿Cuál fue su comportamiento?

Que prefirió pagar una multa de tres talentos antes de jurar, y sin embargo este juramento hubiera sido cierto. Pareciera que hubiese oído hablar del mandamiento que a nosotros nos prohibe el juramento.

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