OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

jueves, 28 de enero de 2010

DISCURSO A LOS JÓVENES V - LA AVARICIA (SAN BASILIO)


IMPORTANCIA DE EJERCITARSE EN LA VIRTUD (CAPÍTULO VIII)

Volvamos ahora sobre lo que os decía al principio. No debemos tomar (de los gentiles) cualquier cosa, de un modo indiferente, sino tan sólo lo que nos sea de provecho. Sería, en verdad, cosa necia apartar de los alimentos lo que pueda sernos nocivo y no tener cuidado alguno de las lecturas, con que se nutre nuestra alma, devorándonos lo que se presente, como torrente que recoge todo lo que encuentra a su paso.

¿Sería razonable que mientras el piloto no abandona su navío a merced de los vientos sino que lo dirige hacia el puerto; y que el arquero apunta siempre al blanco; y que el carpintero o herrero buscan de realizar sus obras de acuerdo a su oficio, tan sólo nosotros seamos inferiores a ellos mostrándonos incapaces de interesarnos de nuestra profesión?

¿O es que el trabajo de los obreros tiene un fin, mientras la vida humanan carece de un blanco hacia el cual dirijan sus miradas, cuando hablan a cuando obran todos aquellos que no quieren semejarse a los animales?

De lo contrario, seríamos como naves sin ancla, como si nos faltase la razón que gobernase el timón del alma y fuéramos llevados de un lado para otro como juguetes del oleaje de la vida.

Más bien comportémonos como los que participan en los certámenes gímnicos o, si preferís, en los musicales. Cada uno practica aquellos ejercicios que se hallan de acuerdo con el premio o corona a que aspira, y nadie que deba ejercitarse en la lucha o en el pancracio, piensa ponerse a tocar la cítara o la flauta.

No es ciertamente lo que hacía Polidamas; quien antes de practicar en los juegos olímpicos, se ejercitaba en detener los carros en marcha y con este ejercicio aumentaba su fuerza. Y así Milón no se dejaba sacar fuera del escudo untado de aceite, resistiendo de este modo al empuje como si fuera una estatua soldada con plomo.

En una palabra, estos ejercicios les servían de preparación para poder participar en las pruebas. Si se hubiesen alejado del polvo de las palestras por el aire puro de Marsias o por el de Olimpo de Frigia, ¿habrían ganado coronas de glorias con tanta prontitud o evitado el desprecio?

Y, al contrario, Timoteo se cuidó muy bien de pasarse su tiempo en los gimnasios, descuidando la música, porque no hubiera ciertamente adquirido aquella superioridad que en música tenía sobre todos. Tan notable era su arte que podía, según su voluntad, exaltar el ánimo por la energía y austeridad de sus acordes, o calmarlo por la suavidad de sus acentos.

Se cuenta que, gracias a esta maestría, una vez a mitad de comida, al tocar la flauta al modo frigio delante de Alejandro, éste se puso de pie y corrió a ponerse las armas; y que luego con dulces acordes lo trajo de vuelta entre sus invitados.

Tal es la habilidad lograda con el ejercicio para luego alcanzar la meta en las pruebas tanto de música como de atletismo.

Y puesto que he mencionado a unos atletas vencedores, recordemos que son hombres que han debido soportar mil y mil trabajos para acrecentar por todos los medios su vigor; han sudado por las fatigas del gimnasio; han recibido fuertes golpes de los entrenadores. El régimen por ellos adoptado nada tenía de agradable; por el contrario, era el impuesto por los maestros que los preparaban.

En fin, para no extenderme, llevan una existencia tal que toda la vida anterior a la lucha, no es más que una continua preparación; por esto se privan de todo pensado en el estadio; y afrontan fatigas y peligros, y todo lo soportan con el propósito de conseguir una corona de olivo o de apio, o de cualquier follaje parecido, y por el placer de oír su nombre en boca del heraldo proclamándolos vencedores.

Y nosotros, cuya vida tiene la perspectiva de recompensas tan maravillosas en cantidad y magnitud que no hay términos que puedan expresarlo, ¿creeremos que con poltronería y despreocupación las podremos conseguir con sólo tender la mano?

Si así fuera, la pereza sería lo más precioso de la vida; y Sardanápalo habría obtenido el primer puesto entre los hombres felices; y aún, si os parece, el mismísimo Margités que, si estamos a lo que dice Homero, si de Homero es el poema, ni fue labrador ni viñador ni supo hacer algo útil en toda su vida.

En cambio, cuánta verdad hay en estas palabras de Pitacos: "Es difícil ser bueno". Pero para nosotros, no obstante, las muchísimas pruebas por que debamos atravesar, todo sería poco si nos fuera concedido alcanzar los bienes a los cuales nos hemos referido y que no tienen parangón en este mundo.

Por lo tanto, no hemos de vivir como holgazanes, ni cambiar estas grandes esperanzas por las cosas transitorias, si no queremos incurrir en el desprecio y el castigo infligidos no por hombres de acá, lo cual no es de pequeña monta para cualquier ser inteligente, sino por terribles tribulaciones que, ya bajo la tierra, ya en cualquier parte del universo, están establecidos. Pues quien haya faltado sin mayor culpa a su deber podrá sin duda alcanzar que Dios le perdone; pero quien se hubiese resuelto con premeditada voluntad a vivir en el mal, no tendrá excusa para no sufrir los castigos más tremendos.

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