¡Oh María, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y
sin mancha en vuestra Concepción! Mirad con ojos de misericordia a la nación
española, vuestra nación predilecta, que tanto habéis distinguido de las demás;
a pesar de sus pecados, continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe
católica, apostólica, romana: conservadla en la unidad católica, a fin de que
defendida por vuestra gracia de todo error estando al abrigo de toda disensión,
y consagrada a servir a vuestro Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno,
pueda marchar constantemente al fin que le habéis prometido, y merecer teneros
siempre por su Protectora en la tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo.
Así sea.
EL CONSEJO DE LOS PRUDENTES
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*Los anales del mundo cuentan la noche, en una de sus páginas más amargas,
en que los hombres prudentes se reunieron para inventar una moral a su
medi...
Hace 1 día
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