OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

domingo, 20 de octubre de 2013

SOBRE EL EVANGELIO DEL XXII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Enséñame, Señor, a cumplir todas mis obligaciones en obsequio de tu soberana Majestad
No hay oposición entre los derechos del poder político  y los derechos de Dios, ya que “no habría ningún poder si no fuese dado de lo alto” (Jn. 19, 21): la autoridad política legítimamente constituida viene de Dios y ha de ser respetada como reflejo de la autoridad divina. Justamente por eso todo cristiano está obligado a cumplir todos los deberes de buen ciudadano y por lo tanto a obedecer a la autoridad política, salvo si ésta mandase cosas contrarias a la ley de Dios, porque en tal caso no representaría ya la autoridad divina, y entonces, como dice San Pedro, “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Act. 5, 29).

Diciendo que se dé al Cesar lo que es del Cesar, nos enseña Jesús a dar al Estado todo cuanto es de su competencia, o sea, todo lo que concierne al orden y bien público temporal. Pero Jesús no se detiene aquí, y añade: “dad a Dios lo que es de Dios”. Si el dinero que lleva la efigie del Cesar, debe ser restituido al Cesar, mucho más nuestra alma, que lleva en sí la imagen de Dios, debe ser restituida a Dios. Decir que debemos dar a Dios el alma, es decir que se lo debemos todo, porque todo efectivamente lo hemos recibido de Él. En este sentido cumplir nuestros deberes para con el prójimo, para con los iguales o inferiores, para con los superiores eclesiásticos o civiles, es cumplir nuestros deberes para con Dios, es restituirle cuanto nos ha dado, sometiendo nuestra libertad a su ley y poniendo nuestra voluntad al servicio de la suya.

Del libro "Intimidad Divina", del Padre Gabriel de Santa María Magdalena O.C.D.

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