En los momentos cruciales se la historia suscita Dios algunas grandes figuras de santidad para asegurarse en la Iglesia la empresa sobrenatural que por su Divina Misión sabe ejercer en la almas.
Nació hacia el 480 en Nursia (Umbría), hizo San Benito sus estudios en Roma; pero pronto abandonó el mundo para retirarse a la soledad de Sobiaco. Después de dos años de vida eremítica en una cueva de la montaña, adquirió tal fama de santidad, que numerosos discípulos se reunieron en torno suyo y nobles familias romanas le confiaron la educación de sus hijos. Organizóse la vida monástica en doce pequeños monasterios, donde, bajo la dirección del Abad, consagrados los monjes a la búsqueda de Dios, se entregaban a la oración y al trabajo. Años más tarde abandonó San Benito la región de Subiaco para fundar en las alturas de la Campania la gran abadía de Monte Casino. Allí escribió la "Regla de los monjes", en la que se hallan maravillosamente hermanados el genio romano y la sabiduría monástica del Oriente Cristiano.
San Benito murió el año 547. Es el Patriarca de los monjes de Occidente; no porque él inaugurase la vida monástica en nuestras naciones, sino porque la empapó de su espíritu y fue como un fermento nuevo que contribuyó poderosamente a la formación de la Cristiandad de la Edad Media, persistiendo aún ahora su influjo.
Del "Misal Diario y Vesperal" de D. Gaspar Lefebvre, O.S.B. 1962
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