OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

lunes, 30 de marzo de 2009

PARA MEDITAR EN CUARESMA


ABUSO DE LA DIVINA MISERICORDIA

"Ignoras quoniam benignitas Dei ad poenitentiam te adducit?"

Refiérese en la parábola de la cizaña que, habiendo crecido en un campo esa mala hierba mezclada con el buen grano, querían los criados ir a arrancarla. Pero el amo les replicó: "Dejadla crecer: después la arrancaremos para echarla al fuego". Infiérese de esta parábola, por una parte, la paciencia de Dios para con los pecadores, y por otra, su rigor con los obstinados.

Dice San Agustín que el enemigo engaña de dos maneras a los hombres: "Con desesperación y con esperanza". Cuando el pecador ha pecado ya, le mueve a desesperarse por el temor de la divina justicia; pero antes de pecar le anima a que caiga en tentación por la esperanza de la divina misericordia. Por eso el Santo nos amonesta diciendo: "Después del pecado ten esperanza en la misericordia; antes del pecado teme la divina justicia". Y así es, en efecto. Porque no merece la misericordia de Dios el que se sirve de ella para ofenderle. La misericordia se usa con quien teme a Dios, no con quien la utiliza para no temerle. El que ofende a la justicia-dice el Abulense-, puede acudir a la misericordia; mas el que ofende a la misericordia, ¿a quién acudirá?.

Difícilmente se hallará un pecador tan desesperado que quiera expresamente condenarse. Los pecadores quieren pecar, mas sin perder la esperanza de salvación. Pecan, y dicen: Dios es la misma bondad; aunque ahora peque, yo me confesaré más adelante. Así piensan los pecadores, dice San Agustín. Pero, ¡oh Dios mío!, así pensaron muchos que ya están condenados.

" No digas-exclama el Señor-la misericordia de Dios es grande: mis innumerables pecados, con un acto de contrición me serán perdonados" No habléis así-nos dice el Señor-. ¿Y por qué? "Porque su ira está pronta como su misericordia; y su ira mira a los pecadores"

La misericordia de Dios es infinita; pero los actos de ella, o sea los de conmiseración, son finitos. Dios es clemente, pero también justo. "Soy justo y misericordioso-dijo el Señor a Santa Brígida-, y los pecadores sólo atienden a la misericordia". "Los pecadores-escribe San Basilio-no quieren ver más que la mitad" "Bueno es el Señor; pero, además, es justo. No queramos considerar únicamente una mitad de Dios".

Sufrir al que se sirve de la bondad de Dios para mas ofenderle-decía el B. Avila-, antes fuera injusticia que misericordia. La clemencia fue ofrecida al que teme a Dios, no a quién abusa de ella. Et misericordia ejus timentibus eum, como exclamaba en su cántico la Virgen Santísima. A los obstinados los amansa la justicia, porque, como dice San Agustín, la veracidad de Dios resplandece aun en sus amenazas.

"Guardaos-dice San Juan Crisóstomo-cuando el demonio (no Dios) os promete la divina misericordia con el fin de que pequéis" "¡Ay de aquel-añade San Agustín-que para pecar atiende a la esperanza!... ¡A cuántos ha engañado y perdido esa vana ilusión!" ¡Desdichado del que abusa de la piedad de Dios para ofenderle más!... Lucifer-como afirma San Bernardo-fue con tan asombrosa presteza castigado por Dios, porque al rebelarse esperaba que no recibiría castigo.

El rey Manasés pecó; convirtióse luego, y Dios le perdonó. Mas para Amón, su hijo, que viendo cuán fácil había conseguido el perdón su padre, llevó mala vida con esperanza de ser también perdonado, no hubo misericordia. Por esa causa-dice San Juan Crisóstomo-se condenó Judas, porque se atrevió a pecar confiado en la benignidad de Jesucristo.

En suma: si Dios espera con paciencia, no espera siempre. Pues si el Señor siempre nos tolerase, nadie se condenaría; pero la opinión más común es que la mayor parte de los cristianos adultos se condena. "Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por él"

Quien afende a Dios, fiado en la esperanza de ser perdonado, "es un escarnecedor y no un penitente"-dice San Agustín-. Por otra parte, nos afirma San Pablo que "Dios no puede ser burlado". Y sería burlarse de Dios el ofenderle siempre que quisiéramos y luego ir a la gloria. Quien siembra pecados no ha de esperar otra cosa que el eterno castigo del infierno.

La red con que el demonio arrasta a casi todos los cristianos que se condenan es, sin duda, ese engaño con que los seducía diciendoles: Pecad libremente, que a pesar de todo ello os habéis de salvar. Mas el Señor maldice al que peca esperando perdón.

La esperanza después del pecado, cuando el pecador de veras se arrepiente, es grata Dios; pero la de los obstinados le es abominable. Semejante esperanza provoca el castigo de Dios, así como provoca a ser castigado el siervo que ofendiese a su señor precisamente porque éste es bondadoso y amable.

San Alfonso María de Ligorio

Del libro "PREPARACIÓN PARA LA MUERTE"




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