OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

martes, 25 de marzo de 2014

¿POR QUÉ TRABAJAS?

Iis autem, qui ejusmodi sunt, denuntiemus, et obsecramus in Domino Jesu Christo, ut cum silentio operantes, suum panem manducent (II ad Thessalonicenses III, XII)
TRABAJOS SERVILES

Todo lo que venimos diciendo me anima, querido lector, a revisar un concepto del que se viene haciendo uso y no poco abuso. Me refiero a los “trabajos serviles”.

Si por trabajos serviles entendemos los que en otro tiempo estaban reservados a los siervos o esclavos, pase el que usemos tal denominación.

Pero si por trabajos serviles, entendemos trabajos de rango inferior, menos nobles, y, como tales, especialmente impropios de los días del Señor, creo que el nombre no se puede mantener.

No puede ser trabajo despreciable el que Dios eligió para la mayor parte de su vida humana mortal.

No  deben considerarse como trabajos de esclavos los trabajos manuales, que son necesarios en la sociedad. En todo trabajo bien hecho entran en juego las facultades espirituales del hombre.

No hay trabajos serviles, si se realizan con el espíritu que hemos tratado de bosquejar en este folleto.

Son, en cambio, serviles todos los trabajos, aun los de más elevada especulación, si el que los realiza se deja esclavizar por el afán de lucro o por una desordenada ambición.

Es servil, servilismo y mezquino vivir sin trabajar.

Y es principio inconmovible para el cristiano la EXCELSA DIGNIDAD DEL TRABAJO.

SAN JOSÉ OBRERO

No deja de ser significativa la institución de una fiesta litúrgica en honor de San José, y precisamente en su especial prerrogativa de trabajador manual.


El Santo Padre, (Venerable Pío XII), la proclamó, hace ahora una año, “con la intención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella inspire la vida social…”, “porque el humilde obrero de Nazaret… encarna delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual…”.

ÍDOLOS, ÍDOLOS, ÍDOLOS…

No se acabaron los ídolos  en los días del Éxodo. Siguen recibiendo culto en el mundo del hoy.

También el trabajo mal entendido reviste muchas veces el carácter de ídolo.

Hay veces inmoladas a un trabajo en el que sólo se ve un medio de mejora material.

Hay industrias que consumen vidas en un trabajo embrutecedor, infrahumano, en cadena de galeotes. Como dice Pío XII, si de él sale la materia ennoblecida, sale, en cambio, el hombre física y psíquicamente envilecido. ¡Tremenda responsabilidad la de quienes están al frente de esas empresas!

Hay también otra idolatría que ve en el trabajo humano y en el progreso de la técnica la panacea que resolverá todos los problemas sobre el haz de la tierra y la convertirá en un paraíso. El hombre se siente tentado de soberbia luciferina. Es el “espíritu técnico” que el Papa denunció en su mensaje navideño de 1953.

MORAL PROFESIONAL

A un sentido cristiano del trabajo corresponde una moral profesional.

La moral profesional del cristiano no puede ser un conjunto de reglas frías, hijas de una moral natural cicatera, que trata de conllevar el máximo egoísmo con la evitación de la “gravemente pecaminoso”

La moral profesional del cristiano es embarcarse con Dios Creador y Redentor en esta maravillosa aventura de colaboración con Él y de solidaridad humana que pone los principios talentos al servicio del prójimo.

“Brille así vuestra luz entre los hombres para que, viendo vuestra buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos”.

ORACIÓN

Cuando la pálida luz de la aurora nos anuncie ese regalo de Dios que es un nuevo día, digámosle con los trabajadores católicos del mundo entero:

Señor, Jesús: Te ofrecemos todo nuestro día, NUESTRO TRABAJO, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas.

Concédenos, como a todos nuestros HERMANOS DE TRABAJO, pensar como Tú, TRABAJAR CONTIGO, vivir en Ti…

Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los despachos, en las minas, en nuestras casas.

Que las almas de los trabajadores que en el día de hoy se encuentran en peligro permanezcan en tu gracia.

Y que, por la misericordia de Dios, los trabajadores caídos en el CAMPO DEL HONOR DEL TRABAJO descansen en tu Paz”.

Con nuestro trabajo, ¡por CRISTO, HACIA UN MUNDO MEJOR! (Finem)

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